Club de Letras UCA (Cádiz, Jerez de la Frontera y Algeciras)
Director: Profesor de la UCA Dr. José Antonio Hernández Guerrero
Coordinación del blog:
Antonio Díaz González
Ramón Luque Sánchez

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viernes, 30 de octubre de 2015

El congui




- ¿Una niña se cayó a este pozo?- Preguntó Jenny.

- Claro… ¿no lo sabían? Todo el mundo sabe lo de la niña del pozo. Fijarse: cuando se formó la que se formó porque la niña se cayó ahí dentro, Don Domingo se trajo a los buzos de la Marina. Mandó poner…

- ¿Don Domingo? -le interrumpió Matt con su pregunta.

- Sí, Don Domingo, el militar, el dueño de la casa hombre… Mandó poner unos focos la mar de grandes sobre el brocal con unos palos gordos, cruzados así como los de las casetas de los indios pero en grande, amarrados arriba, y de allí colgaron dos focos de barco apuntando hacia abajo, que ni podía la corriente de la casa con ellos de lo grande que eran. Era nada más que ponerlos y ¡traca! los plomillos de los fusores a tomar por culo, con perdón señora. Y Don Domingo: ponle unos pelos más gordos, y lo mismo ¡traca! Hasta que no quemó  el contador no se dio por vencido de cabezón que era, que eso de que era cabezón lo sabía todo el mundo, vamos, que no es que yo me lo esté inventando. Entonces se trajeron un camión que daba luz por un cable gordo hasta la casa. Un generador. El camión en la puerta todo el día arrancado con un ruido que te volvías loco, así pudieron encender las dichosas luces. Cuando se metieron los buzos era ya de noche y daba miedo aquello, la luz entrando por esa boca estrecha… sí, sí, esa misma. El humo que soltaban los cristales de los focos… es que de lo que se calentaban las bombillas evaporaban hasta el relente, salía un humillo como de película de miedo o algo así y para colmo aquel hombre metido en ese traje, esa escafandra de bronce con ventanitas, esas botas de plomo… supongo que cuando entró tendría un canguelo que no veas.

                     ¡Lo tuvo ahí dentro colgado yo qué  sé el tiempo! Los de arriba en fila india con la cuerda acercándose y alejándose de la carrucha del pozo una y otra vez, y Don Domingo: ¡Un poco más arriba, y un poco más abajo…! Hasta que no le hizo mirar por todos los boquetes no paró. Cuando salió el buzo le explicó que había como boquetes hacia los lados, pero que por allí no se podía entrar, que eran muy chicos, y menos con todo el equipo que llevaban, que a lo mejor una niña chica cabía por allí, pero ellos no, desde luego que no. Don Domingo se llevó un rato sentado en una silla y con la cabeza así agachada con las manos tapándose la cara. Parecía que ya empezaba a asumirlo, pero cuando menos lo esperábamos cogió la silla y la destrozó contra el brocal. Aquí nadie movía ni un pelo. No se escuchaba nada más que el zumbido de las puñeteras luces y al fondo el run run del motor del camión. Parecía que ya estaba todo hecho y se iba a terminar de buscar pero nadie se atrevía a recoger, y eso que eran ya las tantas. De pronto cogió Don Domingo y salió por la puerta sin decir ni pío. Cuando volvió al rato se levantó todo el mundo de nuevo, porque ya había algunos hasta durmiendo en la escalera esa de la azotea. Pero no se lo van a creer, traía agarrado por el brazo al Congui, el del Zaporito. El chiquillo tendría unos trece o catorce años. Estaba renegrío de bañarse en los muros y siempre se estaba haciendo el chulillo, el más valiente. Cuando yo pasaba por el puente Zuazo lo veía en lo alto del pretil esperando a que alguno le diera una perra gorda. Luego se tiraba, buceaba hasta la escalerita de piedra y otra vez p´arriba. En el molino del Zaporito igual, con la de ratas que había por allí siempre. Esa noche se arrepintió de ser el chulillo de La Isla, seguro. Don Domingo le amarró una cuerda a la cintura y le dijo: ¡Venga, para abajo, tú mira bien por los boquetes, y si encuentras algo sales y me lo dices! Yo creo que todos pensamos que Don Domingo era un cabrón, con perdón señora, ¡imaginarse si el chiquillo se llega a encontrar allí abajo a la pobre criatura metida en un hueco!


                     El pobre Congui sentado en el filo del boquete, con los pies colgando p´adentro, con la cuerda mojada rodeándole esa cinturita canijilla y mirándonos a todos, como buscando a alguien que le salvara de aquella locura… y no se tiraba, ¡qué se iba a tirar ni ná!, hasta que Don Domingo le dio un rempujón y allá que fue el valiente. Cuando lo sacaron al rato, después de tenerlo mira aquí, ahora allí, entra otra vez…, el pobre tenía un temblique que no sé como no se murió. Tenía los labios como dos pistolines, abrió como pudo una mano, que tenía ya los dedos como los garbanzos remojados, y enseñó una pasada de encaje, una pasada chica como de niña, claro. Don Domingo le preguntó que dónde la había encontrado y El Congui hizo un gesto con las manos, así en redondo, no le salían ni las palabras al chiquillo. Todos supimos que se refería a una de esas galerías estrechas de los lados del pozo. A mí me tocó llevármelo en borricate hasta la cocina, que ni andar podía el pobre. La Jacinta, que no paró en ningún momento de llorar por lo bajini, lo tuvo toda la noche liado en una manta a base de caldito de puchero y buchitos de coñá.


Los años de la ballena
Antonio Díaz González

domingo, 25 de octubre de 2015

Tan a mano como la energía del Sol.





Tan a mano como la energía del Sol.


A cuento viene lo de la energía
Pues contar no resulta cosa vana
Aunque el bando de juicio tarambana
Al “Quinto Pino” recurriere día tras día.

Cercenando al que más brilla al mediodía
Batallando pues, contra Natura.
Ocultando su interés en la espesura
Privativa visión, torpe y baldía.

Es al Sol, al que piensan liquidarse
Pensar digo, más pesar proyectan
Apartándonos de él, por su lucrarse.

Contra el viento, contra el Sol especulasen
Por no contar afín, de las mareas
Y entre cuento y contar: se aprovechasen.




Estrategia mostrenca y fratricida
Por llamar estrategia a sus rumiares
Quien la aplica a un país: es un suicida.


Manuel Bellido.




Brindis al futuro:

Energías autóctonas respetuosas con las personas,
la naturaleza y a precios independientes
de los procesos especulativos
Eficientes, limpias.
Tan limpias
Como el
Sol.



sábado, 24 de octubre de 2015

Claves del bienestar humano. La vida es movimiento.


                 


 3.- La vida es movimiento
                                       

De la misma manera que los movimientos físicos constituyen imprescindibles estímulos para que los órganos corporales mantengan y acrecienten su lozanía, la vitalidad mental, emocional, familiar y social progresa y se extiende, gracias a las actividades que evitan la parálisis. Como nos dicen los médicos, los órganos se desarrollan mediante unos ejercicios adecuados y correctamente programados y, en ocasiones, la mejor medicina para ayudar a curar las diferentes dolencias corporales son los movimientos. Cuando permanecemos inmóviles, quietos, los músculos se debilitan, pierden masa y flexibilidad, los miembros se anquilosan, el corazón bombea con dificultad y los pulmones se atrofian.

Hemos de tener en cuenta, además, que el cerebro es el órgano que más se activa mediante el ejercicio. Hasta comienzos del siglo XX se creía que nuestros cerebro era estático: que sólo se desarrollaba durante la infancia, y que, a partir de la edad adulta, se iniciaba un progresivo declive. En la actualidad  conocemos que el cerebro puede seguir generando nuevas conexiones entre las neuronas a lo largo de toda la vida: es el proceso conocido con el nombre de neurogénesis. Los estudios muestran los efectos positivos que un correcto entrenamiento genera en nuestras capacidades cognitivas, en la percepción, en la atención, en la memoria, en el lenguaje e, incluso, en las funciones ejecutivas.

Por eso me permito sugerirles que practiquen, de manera permanente, una adecuada gimnasia cerebral, que realicen ejercicios mentales y que, por ejemplo, piensen, recuerden, relacionen, imaginen, escuchen, conversen, se expresen, se expliquen, se comuniquen, lean, escriban, dibujen y pinten. Y es que la vida es, efectivamente, un permanente fluir. ¿Recuerdan la imagen tópica del río? Pero, por favor, para evitar la esclerosis mental, piensen por sí mismos y defiéndanse de los brillos deslumbrantes de la propaganda política, de los vientos aniquiladores de la publicidad comercial, de los nubarrones violentos de los pregoneros de catástrofes y de las mareas asoladoras del cómodo hedonismo. 

José Antonio Hernández Guerrero

lunes, 19 de octubre de 2015

Claves del bienestar humano. Seguir creciendo.


  


 1.- Seguir creciendo

                                       
Cómo indiqué la semana pasada, me propongo hacer algunas reflexiones sencillas que nos ayuden a encontrar y a aplicar diferentes fórmulas prácticas para estimular nuestros conocimientos, para reanimar nuestra sensibilidad y para controlar nuestras emociones con el fin de favorecer nuestro bienestar humano. Lo digo de una manera más sencilla: formularé algunas propuestas que nos sirvan para pensar mejor, para sentir mejor, para amar mejor y, en resumen,  para vivir mejor.  

Parto del supuesto de que el bienestar, más que una meta, es la consecuencia de unos comportamientos auténticos, bellos y nobles, es el resultado de unas conductas coherentes con nuestras maneras de pensar, de sentir y de actuar, o, en otras palabras, es el fruto de una vida buena y de una buena vida.  El bien-estar es la suma del bien-pensar, del bien-sentir, del bien-actuar y del bien-ser, unas tareas necesarias que hemos de aprender y de practicar durante toda la vida. Los seres humanos, si nos empeñamos, si aplicamos los mecanismos adecuados y si recorremos las sendas convenientes, podemos –debemos- seguir creciendo, trabajando, descansando y disfrutando. Si paralizamos cualquiera de estas actividades, corremos el riesgo de enfermar y, por lo tanto, de empezar a morir.

Para crecer es necesario que nos movamos, que cambiemos y que eliminemos obstáculos: hemos de movernos de manera permanente, hemos de caminar, aunque, de vez en cuando, nos detengamos para descansar. Hemos de cambiar de dirección siempre que advirtamos que transitamos por caminos equivocados, por esas sendas que, según nos dice nuestras propias experiencias, nos desvían de nuestro bienestar. Hemos de eliminar obstáculos, esas barreras convencionales y, a veces impuestas, que impiden nuestro crecimiento. 



         
          José Antonio Hernández Guerrero




Nota a pie de página: El martes, día 27, del presente mes de octubre, a partir de las siete y media de la tarde, podremos reflexionar y conversar sobre LAS CLAVES DEL BIENESTAR, en la sede del Ateneo gaditano, con un servidor, con la doctora en Medicina, y profesora de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UCA, Mercedes Díaz Rodríguez y con Carmen Campos, Psicóloga y Presidenta de la Asociación de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis. Naturalmente que podrán asistir e intervenir los que dispongan de tiempo y sientan deseos de dialogar con nosotros. Os esperamos.



Localización, pincha aquí.


sábado, 17 de octubre de 2015

Ojos de almíbar




Cuesta echar el freno
a esos ojos de almíbar,
a esos labios menudos, discretos
que contienen tanta vida.

Esos ojos que me abrieron
el canal de la memoria
que borraron toda historia
de otros siglos, otros besos
y sangrando me dejaron
por todo lo acontecido
en mitad de los recuerdos.

Fuego de candelero
tal vez así: todo y nada,
en un instante, la vida,
una muerte asegurada
y renacer de nuevo
entre tus ojos marinos,
entre tus labios de almendro,
esos que me prendieron
transportándome sin alas
más allá del Universo.


 Maritxé Abad i Bueno
30/5/15
      --o0o--





Nota a pie de página: El martes, día 27, del presente mes de octubre, a partir de las siete y media de la tarde, podremos reflexionar y conversar sobre LAS CLAVES DEL BIENESTAR, en la sede delAteneo gaditano, con un servidor, con la doctora en Medicina, y profesora de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UCA, Mercedes Díaz Rodríguez y con Carmen Campos, Psicóloga y Presidenta de la Asociación de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis. Naturalmente que podrán asistir e intervenir los que dispongan de tiempo y sientan deseos de dialogar con nosotros. Os esperamos.



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José Antonio Hernández Guerrero.



lunes, 12 de octubre de 2015

Manos abiertas, corazón tranquilo



Manos abiertas,
corazón tranquilo
espíritu inquieto
y el ánimo vivo.

Así comencé
mirando al destino
por el que mi andar
trazaba camino.

Caminante soy,
despacio prosigo
lo hago sin pausa
pues descanso y sigo.

La sombra de un árbol,
los ojos de un niño,
el sol de la tarde,
el agua de un río...
son los atributos
que trazan mi rumbo
bajo las estrellas
que en la noche miro.

Voy con mis pisadas
hacia mi destino
buscando la paz,
sin ansia; tranquilo.

Miro a la tristeza
la comprendo y sigo.
Veo a la amargura
a la que no sigo,
camino sereno
si el sol es muy vivo
y avivo mis pasos
si aparece el frío.

Si algún caminante
camina conmigo
le ofrezco mi ato
y a sus ojos miro

y al que me pregunta
por rumbo o destino
le presto mi brújula
y sin nada a cambio,
sereno prosigo.

En algún recodo
helado y sombrío
topé con la envidia
de algún conocido,
sin vacilaciones
la eché del camino.
Me alejé de ella
sin temor y en vilo.

Desde aquel momento
por más que camino
nunca lo hago solo
la paz, va conmigo.

En la encrucijada
del bosque perdido
la mentira estaba
atenta al camino.

Quedé junto a ella,
me dio por vencido
con sus artimañas

casi confundido.


La luz de sus ojos
opaca, sin brillo
alerta me puso
de su vil cuchillo.

Sin resentimientos
calmo y reflexivo
cuídome de ella
al ser mi enemigo.

En un arroyuelo
fresco y cristalino
me esperó la calma
con la que camino.

En una posada
de dorados brillos
estaba el engaño
muy bien protegido
a él, flanqueaban
el lujo lascivo
la ambición: su amante
la codicia, el vicio...

Salí de esa venta
retomé el camino
a pesar del viento
de la lluvia, el frío...

Partí muy despacio
serio, decidido
mas no estuve solo
alguien me dio abrigo.

¡Me encontré con ella!
que en silencio vino,
me tendió su mano
¡La amistad! Amigo.

Un día de verano
que estaba perdido
en una tormenta,
me encontré contigo.

Quizá fue el azar
que causal nos vino
a prestar ayuda,
quizá fue el destino.

Traías la mirada
tan clara.., sin timos
que en tus ojos negros
me quedé prendido.

Desde aquel momento
descubrí contigo
los muchos colores
que tiene el camino,

mas aquí me veo
andando me miro
sin prisa ni pausa.
lleno de esperanza
y feliz contigo.




Manuel Bellido Milla.






sábado, 10 de octubre de 2015

Claves del bienestar humano. Las enseñanzas de las propias experiencias.




0.- Las enseñanzas de las propias experiencias


                                       
A partir de hoy me propongo esbozar unas breves y sencillas reflexiones semanales sobre algunas claves que nos ayuden a identificar los ingredientes y a explicar los factores de nuestro bienestar personal, familiar y social. Por supuesto que  no ofreceré  fórmulas mágicas o remedios milagrosos, ni tampoco propondré teorías originales y completas sobre la felicidad humana, aunque sí tendré en cuenta las principales aportaciones del pensamiento y de la ciencia, especialmente las de la Psicología y las de las Neurociencias.

Ojalá estas elementales ideas sirvan para estimular unas reflexiones personales de cada uno de nosotros sobre nuestras propias vidas. Parto del supuesto de que las experiencias, cuando son adecuadamente analizadas y digeridas, constituyen fuentes fecundas de las que dimanan las enseñanzas más lucidas y más prácticas. Estoy convencido de que cada uno de nosotros guarda, en el interior de la propia conciencia o en el centro neurológico del cerebro, las claves del propio modelo de bienestar. No tengo la menor duda de que, de manera más o menos acertada, todos nos esforzamos permanentemente para alcanzar la necesaria y, por lo tanto, la posible felicidad. Aunque no siempre las sepamos explicar con palabras técnicas, todos conocemos y aplicamos diferentes fórmulas válidas para sentirnos bien.

Si es cierto que, a veces, cerramos los ojos para no ver los caminos que nos conducen a un bienestar razonable, también es verdad que, apoyándonos en las sensaciones placenteras, en las emociones intensas, en los sentimientos gratos y en las ideas nobles, será útil trazar unas pistas generales que nos orienten en la búsqueda de ese bienestar necesario, posible y obligatorio.

José Antonio Hernández Guerrero



Nota a pie de página: El martes, día 27, del presente mes de octubre, a partir de las siete y media de la tarde, podremos reflexionar y conversar sobre LAS CLAVES DEL BIENESTAR, en la sede del Ateneo gaditano, con un servidor, con la doctora en Medicina, y profesora de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UCA, Mercedes Díaz Rodríguez y con Carmen Campos, Psicóloga y Presidenta de la Asociación de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis. Naturalmente que podrán asistir e intervenir los que dispongan de tiempo y sientan deseos de dialogar con nosotros. Os esperamos.

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viernes, 9 de octubre de 2015

Mango




Mango


Ebria aún del sabor de la piel de su amante, Eva despertó ávida de más texturas. Su pituitaria le requería más y más.

Un mango, sí, esa era la textura que buscaba. Lo tomó de la fuente que conformaba el frutero, lo sostuvo entre sus manos, olió su perfume tropical —como el de su amante latino—, observó su color de verde agua por un lado, de verde hierba por otro –como el de las palabras de Marcelo— y con el filo de la vida y la muerte entre sus manos se dispuso a cortarlo en pedacitos: primero un gajo, después, otro y a cada cachito mondado, era un gotear.

Ella cerró los ojos: esa textura viscosa, aterciopelada, madura, solo era comparada con el magma de su amante... el zumo tan aromático que desprendía: el atravesar su boca jugosa, henchida por ese sabor, penetrarla de aquella manera sustanciosa, masticar de forma suculenta el rico manjar deseado rebosando por sus manos abiertas,  incitadoras, sedosas, mientras por las comisuras de sus labios rezumaba el jugo deslizándose por su mandíbula encendida, llegando hasta el canal de sus pechos colmados de deseo...

Reconoció cada uno de los matices en su boca: el paladar no daba tregua en ese mascullar las palabras que venían a borbotones a su mente, a su cuerpo envarado, enervado tras ese sentir que la llevaba al mismo lugar en el que unas horas antes estuvo con su amado.

Un derroche de sensaciones que culminó con la llegada de su esposo.

-¿Qué saboreas con esos gemidos? Parece que...

Ella lo miró condescendiente:

-... solo estaba haciendo el amor con el mango, ¿continuamos? ¡Con él, ya acabé!

La crudeza de la hora hizo que la magia del instante, solo ella reconociera... una vez más.



Maritxé Abad i Bueno

miércoles, 7 de octubre de 2015

Estaciones



Tengo la primavera en mis ojos
y el verano en mi garganta.

Eso podría compensar
el otoño de mis huesos

Si no fuera
por el invierno de mis venas.



Antonio Díaz González
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