Club de Letras UCA (Cádiz, Jerez de la Frontera y Algeciras)
Director: Profesor de la UCA Dr. José Antonio Hernández Guerrero
Coordinación del blog:
Antonio Díaz González
Ramón Luque Sánchez

Contacto y envío de textos:
clubdeletras.uca@gmail.com


jueves, 21 de diciembre de 2017

Presentación de 'Cuentos sin límites de edades'






El poemario “Cuentos sin límites de edades”, de la escritora Mercedes del Pilar Gil Sánchez se presentó el martes 7 de noviembre de 2017 dentro del programa Se ha escrito un libro por… El acto tuvo lugar en la Sala de los Libros del Edificio Andrés Segovia de la Universidad de Cádiz.


La obra fue presentada por el profesor Manuel Cubero, quien sentenció que “la profesión más bonita del mundo es la de abuelo, esa abuela, en el caso de Mercedes Gil, que se inventa algo para que su nieta se divierta”. Lo que recibe esa niña, según Cubero, “es algo único porque los cuentos son ensueños únicos”.

Mercedes del Pilar Gil Sánchez, visiblemente emocionada por las palabras de Manuel Cubero “y por presentar mi libro en la Universidad de Cádiz”, confesó que se había decidido “a convertirme en abuela de todos los niños porque les hablo desde la imaginación y el cariño”.

Gil Sánchez contó la génesis de sus cuentos y de dónde surgieron las ilustraciones del libro. A continuación leyó cuatro piezas de “Cuentos sin límites de edades”.



La escritora María José Solano leyó uno de los cuentos de la autora y el cantautor Pablo Bernal, alumno de la Universidad de Cádiz e invitado por Gil Sánchez, interpretó dos canciones de su repertorio.



El director del Área de Biblioteca, Archivo y Publicaciones de la Universidad de Cádiz, Ricardo Chamorro, cerró el acto e hizo entrega de los cinco ejemplares de la colección del Libro de Bienvenida de la UCA a la autora y de dos libros del Servicio de Publicaciones al profesor Manuel Cubero.


Mercedes del Pilar Gil le entregó a su vez dos ejemplares de su poemario, uno de ellos autografiado, que pasarán a formar parte de la colección Se ha escrito un libro por… y del patrimonio bibliográfico de la UCA, donde quedará custodiado para su consulta e investigación.





¿Podrías decirme abuela, qué es, o qué son los cuentos?


Abuela ¿Qué son los cuentos?...
Los cuentos no son historias…
Son principalmente ensueños...
Los cuentos, son enseñanzas,
para los niños pequeños.
Los cuentos, son alegría…
Son partes de vida y sueño.
Los cuentos, son fantasías,
que viven los pensamientos.
Los cuentos nos enseñaron…
A reconocer pasiones.
A sentir, los sentimientos.
A saber, lo que es el frío.
A palpar, qué son los miedos…
A soltar, nuevos suspiros…
A querer, y dar aliento.
Nuestros primeros amores,
nos los mostraron, los cuentos.
Ay, mi querida niñita…
¡Todo eso, son los cuentos!

domingo, 17 de diciembre de 2017

Presentación de 'El juego inevitable', de M. Carmen Rubio Bethancourt






La novela de la escritora Mari Carmen Rubio Bethancourt, El juego inevitable, se presentó el martes 12 de diciembre de 2017 dentro del programa Se ha escrito un libro por… El acto tuvo lugar en la Sala de los Libros del Edificio Andrés Segovia.

El juego inevitable, “una novela romántica enmarcada en el género chick-lit”, según su autora, fue presentado por el escritor Manuel Domínguez Marín, quien glosó la figura de Rubio Bethancourt.

Mari Carmen Rubio Bethancourt, que reconoció que su objetivo al escribirla ha sido “hacer sentir bien a los lectores para que se entretengan con esta novela desenfadada”, pensó en sus hijas a la hora de desarrollar esta ficción romántica ambientada en Cádiz y San Fernando. Para la autora, “las mujeres no tenemos tantos tabúes a la hora de demostrar el amor”. A continuación se abrió un turno de preguntas del público.

El director del Área de Biblioteca, Archivos y Publicaciones de la Universidad de Cádiz, Ricardo Chamorro, cerró el acto e hizo entrega de los cinco ejemplares de la colección del Libro de Bienvenida de la UCA a la escritora, así como un libro sobre mujeres gaditanas emprendedoras en el siglo XX.

Mari Carmen Rubio Bethancourt le entregó a su vez dos ejemplares de su novela, uno de ellos autografiado, que pasarán a formar parte de la colección Se ha escrito un libro por… y del patrimonio bibliográfico de la UCA, donde quedará custodiado para su consulta e investigación.








 El acto fue presentado por Daniel Heredia y Manuel Dominguez Marín.






Sinopsis de “El juego inevitable”, novela romántica.

Dos jóvenes, Eva y Óscar, creen tener controlada su situación sentimental. Eva, porque junto a su novio, un tipo imponente llamado Marcos, imagina tener satisfecho su corazón, Óscar, porque una mala experiencia le hacer desdeñar el amor. Sin embargo, no todo dependerá de sus propósitos, pues conocer a Eva supondrá para Óscar, inevitablemente, enamorarse y, con ello, entrar en un nuevo juego de conquista que no estará exento de estrategias para desbancar a su rival y lograr su meta, el amor de Eva. ¿Será posible?

Reseña biográfica literaria de M. Carmen Rubio Bethancourt, autora de “El juego inevitable”.


Mi nombre es M. Carmen Rubio Bethancourt, soy natural de Cádiz y residente en San Fernando, Cádiz. Mi entusiasmo por las letras me viene desde niña, no solo por mi gusto hacia la lectura, sino porque escribir era uno de mis pasatiempos preferidos. Esta afición por las letras hace que mis estudios universitarios se inclinen hacia éstas, soy Licenciada en Historia por la Universidad de Cádiz. Mi vida laboral y familiar provocan que cuanto escribo en mis años de juventud no sea demasiado, no obstante, persiste mi vocación. Escribir “Futuro bajo sospecha”, mi primera novela, provoca en mí, alentada por los míos, el deseo de mostrar al público cuanto escribo, así que expongo la misma en Amazon y abro un blog: “Relatos en la red”, donde se pueden ver relatos y artículos de mi autoría. A partir de este momento mi actividad creativa es mayor, tanto es así que escribo una nueva novela: “Lo que calla el alma”, también expuesta en Amazon, y comienzo a participar junto a otros autores en revistas on-line, grupos literarios en redes sociales, publicaciones impresas colectivas, tertulias literarias de mi entorno local como son “Rayuela”, en San Fernando, y “Puerta abierta a la imaginación”, Cádiz, y soy miembro del “Club de Letras” de la Universidad de Cádiz. Hoy día sigo en la misma línea, imparable, tanto es así que “El juego inevitable” se ha convertido en mi tercera novela. Reconozco que mi mundo no es solo literario, pues lo llenan, por supuesto, mi familia y amigos, pero que gran parte pertenece a las letras os lo puedo asegurar. 


Ricardo Chamorro,  Director del Área de Biblioteca y Archivo de la UCA
y la autora, M. Carmen Rubio.

La importancia de los modos


                                                                      


El Papa Francisco lo acaba de formular de manera clara, aguda y precisa: “Si queremos celebrar la verdadera Navidad, contemplemos este signo: la sencillez frágil de un niño recién nacido, la dulzura al verlo recostado, la ternura de los pañales que lo cubren. Allí está Dios”. Y es que, efectivamente, las formas poseen mayor fuerza persuasiva que los argumentos racionales por muy cartesianos que éstos sean. Este principio explicado durante más de veintiséis siglos en los tratados de comunicación solemos olvidarlo los profesionales de la enseñanza, los periodistas y, sobre todo, los líderes políticos. Nuestras maneras de transmitir los mensajes ponen de manifiesto que, sobre todo, con la expresión del rostro, con los gestos de las manos y con los movimientos de los brazos decimos mucho más que con nuestras palabras, No tenemos en cuenta que, por ejemplo, cuando calificamos a alguien de “gordo”, de “bonito”, de “abuelo”, de “parienta” o, incluso, de “hijo puta”, estas palabras pueden sonar a piropos o a injurias, dependiendo del tono con el que las pronunciemos.

El lenguaje corporal -el más sincero y directo- es la clave con la que, de manera inconsciente, interpretamos los significados de las palabras. Por muy buenos discursos que preparemos, si en la “pronunciación” empleamos un tono irritado, si dirigimos a los oyentes unas miradas violentas y si hacemos muecas crispadas, las palabras suaves y las razones convincentes producirán el mismo efecto que, por ejemplo, el impacto de unas piedras que nos golpean en lo más íntimo de nuestra sensibilidad.

Es una pena que no caigamos en la cuenta de que, a veces, nuestros discursos suenan como ladridos de perros asilvestrados que pretenden asustar o, por el contrario, transmiten la impresión de que somos gatos acobardados que temen ser capturados e, incluso, parecemos unos lobos que, disfrazados de oveja, pretendemos seducir. Es cierto que cada uno tiene su voz peculiar, pero también es verdad que, igual que nos ocurre con la imagen corporal, si aplicamos los cuidados adecuados, podremos mejorarla y sacarle un asombroso partido. No podemos olvidar que la voz, igual que la piel, exige que la aseemos, la tonifiquemos y la mimemos, pero sin olvidar que, como ocurre con la piel, la voz es -más que una envoltura- un cristal transparente que descubre el fondo íntimo de nuestras conciencias donde palpitan las emociones, las esperanzas y los temores.

Los profesionales de la comunicación oral hemos de esforzarnos para lograr que la tesitura de nuestra voz sea la adecuada y para que el tono corresponda a las características de nuestras respectivas laringes; pero insisto en que, sobre todo, hemos de acomodar la modulación de nuestras voces a nuestra personalidad y, de manera más concreta, a los mensajes que, en un momento determinado, pretendemos transmitir. En consecuencia, deberíamos estar vigilantes para que el estrés, las sobrecargas emocionales, los conflictos profesionales o las crisis personales no nos traicionen; mucho me temo, sin embargo, que, aunque tratemos de controlarnos, no podremos evitar que se trasluzcan la acidez del odio reconcentrado, la acritud del resentimiento -quizás, durante mucho tiempo alimentado-, el veneno de un rencor rancio inútilmente disimulado, la punzada aguda del orgullo, el frío de la soledad vacía, el temblor del miedo o la blandura de la hipocresía.

Las emociones y las pasiones se reflejan de manera directa por la mirada, pero hemos de tener muy presente que hablamos con todos nuestros sentidos -con los cinco sentidos- y escuchamos, también, con los sentidos –con los cinco sentidos- y con todas las facultades, con la memoria, con el entendimiento y con la voluntad; con la mente y con el corazón. Para pensar, para amar y para hablar necesitamos ver, oír, oler, gustar y tocar. Escuchar es abrirnos de par en par; es poner en tensión todas nuestras facultades y poner en funcionamiento todos nuestros sentidos.

La indignación, efectivamente, en vez de reforzar los argumentos racionales disminuye el vigor de las razones y, en resumen, quita la razón.


José Antonio Hernández Guerrero 


miércoles, 13 de diciembre de 2017

Encuentro Club de Letras 15-12-17


Estimados amigos y amigas del Club: Pedro Castilla, como coordinador del grupo de Cádiz, nos convoca el próximo viernes 15, a las 6 de la tarde 
en el aulario 1812 (La Bomba) para celebrar un nuevo encuentro con las 
Letras.  El orden del día será:

1. Introducción y minuto de silencio.

2. Presentación de libros por parte de nuestras compañeras Mercedes del 
Pilar Gil y María Chamorro. Se expondrá un breve resumen por parte de 
las autoras y a continuación algunos comentarios por parte de José  
Antonio Hernández.


3. Clase teórica por parte de nuestro Director, José Antonio Hernández.

4. Lectura y comentario de textos breves presentados por otros miembros 
del Club.

5. Debate sobre el formato de nuestras reuniones y propuesta de fecha 
fija para nuestras reuniones.

6. Información sobre la actividad de otros grupos del Club de Letras y 
otras informaciones literarias de interés.

¡Un fuerte abrazo y hasta el viernes!

Agustín Fernández.

domingo, 10 de diciembre de 2017

Amor y vida


                                              
Resulta una obviedad afirmar que, si cuidamos el cuerpo y cultivamos el espíritu, mejoramos la calidad de la vida y, en cierta medida, aumentamos su cantidad. Aunque es cierto que todos los seres vivos -como los demás productos perecederos- tenemos marcada desde nuestro nacimiento la fecha de caducidad, también es verdad que la “mala vida” reduce su duración y la “buena vida” la prolonga. Pero hemos de tener en cuenta que, en los dos casos, nos referimos no sólo al trato que le damos a nuestro cuerpo sino también a los cuidados que le dispensamos a nuestro espíritu. Hace una semana el psiquiatra Luis Rojas Marcos afirmaba en estas mismas páginas que “una persona que recibe estímulos positivos tiene mayor esperanza de vida”, y nos aconsejaba que charláramos, que nos riéramos hasta de nosotros mismos y que hiciéramos un poco de deporte.  

Podríamos completar estas recomendaciones con las conclusiones a las que han llegado unos científicos australianos tras el análisis minucioso de una amplia serie de encuestas: “quien ama vive más y mejor”. Según sus minuciosas explicaciones, este hecho cuantificado con precisión y analizado concienzudamente explica, en parte al menos, que las mujeres sean más longevas que los hombres. El profesor de Medicina, doctor Marc Cohen, de la Universidad de Melbourne, ha explicado en una conferencia sobre la salud y sobre la longevidad que tenemos evidencias múltiples para afirmar que el amor, especialmente si es abundante e intenso, es un factor primario para lograr una vida más larga y para alcanzar una elevada calidad. Ha subrayado, sin embargo, que no se refiere sólo al amor romántico y carnal sino también a todas las actividades que nos transmiten la sensación placentera de que perdemos la noción del tiempo, aquellas tareas en las que sentimos que el reloj se detiene y se borran esos límites que tanto nos bloquean e inquietan.

Este estudioso, tras una detenida investigación con conejos, ha llegado a la conclusión de que un   -aunque todos seguían el mismo régimen de vida y la misma dieta de alimentos- los que eran acariciados y mimados vivían el sesenta por ciento más que los otros que permanecían aislados en sus respectivas madrigueras. En otro estudio realizado con mil israelíes que sufrían del corazón, ha concluido que los que amaban y se sentían amados por la mujer y por los hijos acusaban el cincuenta por ciento menos de anginas de pecho y de ataques cardiacos que los pacientes que habían revelado algunos problemas en sus relaciones familiares.

Un tercer estudio de la Fundación australiana para el corazón indica que el aislamiento social y la falta de un grupo de apoyo son factores tan significativos en las enfermedades cardiacas como, por ejemplo, el colesterol alto, la excesiva presión sanguínea  y el abuso del tabaco. Ha demostrado que una de las terapias más potentes en las enfermedades, no sólo de la mente sino también del organismo, es el amor que, expresado con palabras, con gestos, con caricias y con besos, se siente correspondido: amor -detallan- que es deseo, voluntad, sentimiento y sensación; amor que es comprensión generosa, diálogo respetuoso, colaboración eficaz y unión física.

Estos estudios, sin embargo, nada nos dicen de un procedimiento que, a mi juicio, es el más eficaz para lograr ser amados: tomar la iniciativa y empezar amando y demostrando el amor con hechos convincentes, con gestos elocuentes y con palabras claras. Sí: compartiendo nuestras cosas, entregando nuestro tiempo y regalando nuestras palabras. Ésta es -aunque suene a tópico piadoso- la mejor manera de vivir más y mejor.



              José Antonio Hernández Guerrero  


Libertad


                                       
“Libertad” es una de esas palabras fetiches que, repetidas hasta la saciedad en nuestra sociedad y prodigadas permanentemente en nuestra cultura, despiertan en nosotros profundas resonancias emotivas y suscita complejas energías vitales. Es, también, uno de esos términos tópicos que, a veces cargados de vulgaridad, de imprecisión y de codicia, enarbolan como bandera de enganche los regímenes ideológicamente más opuestos: todos están convencidos de su singular capacidad para seducir a amplias masas de población. Esta es, en consecuencia, una de las expresiones que, cuando las contrastamos con la realidad, nos suelen desilusionar profundamente. Le ocurre como al aire que, aunque es necesario para sobrevivir, sin embargo, no es suficiente para alimentarnos.

Estoy de acuerdo en que la libertad es un derecho natural de todos los seres humanos, una aspiración permanente tanto de los que carecen de ella como de los que pretenden aumentarla, pero también hemos de reconocer que por sí sola no garantiza la obtención de los demás bienes ni la consecución del resto de los derechos humanos: libertad no es sinónimo de bienestar. En la práctica solemos olvidar que no es un objetivo final sino una condición indispensable para lograr otros fines más valiosos y más necesarios: todos conocemos a seres que, a pesar de ser libres, carecen de los medios indispensables para vivir de una manera plenamente humana de acuerdo con esa dignidad que, a veces, sólo es una mera declaración teórica.

Hemos de reconocer también que la libertad plena es utópica porque está frenada no sólo por las barreras políticas y por las convenciones sociales sino, también, por las represiones personales: por la censura institucional y por la autocensura ideológica. Este valor tan apreciado por todos nosotros, a menudo está oscurecido por los abusos de los poderosos y por el salvajismo de los políticos que, en reiteradas ocasiones, han desembocado en catástrofes sangrientas, en manipulaciones caprichosas y en propuestas sádicas que han conducido a la barbarie, a la brutalidad, al caos y a la destrucción.

Nuestra sociedad -aparentemente tan permisiva- también tiende a reducir el espacio de libertad de las personas, porque nos llena de exigencias que debemos cumplir para que encajemos en este mundo a veces tan injusto y tan irracional. El individuo, por estar inmerso en una sociedad que no admite diferencias, se siente obligado a reprimir sus propias ideas para evitar desentonar y ser rechazado por anacrónico, exótico, raro, extraño o, incluso, antisocial.

Estoy convencido de que la autocensura es aún más fuerte que la presión social; como todos sabemos, nos bloquea los pensamientos y las aspiraciones, la parte más auténtica de nuestro ser. Si es cierto que el ambiente nos impide sacar a flote nuestra personalidad, también es verdad que, aún más difícil que romper le barrera social, nos resulta saltar por encima de algunos hábitos gratuitos o de convicciones injustificadas. Hemos de reconocer, sin embargo, que, en ocasiones, desligarnos de algunos vínculos que nos constriñen, implica atarnos con otras ataduras más estrechas que las primeras, amarrarnos con unas correas que nos alienan y nos enajenan.


Recordemos que la libertad consiste en librarnos de la esclavitud, en romper unas ataduras físicas, jurídicas o emocionales que nos convierten en propiedad de otra persona o de una institución, de un objeto o de un hábito. Hemos de reconocer que, a pesar de todos los progresos, la esclavitud aún no ha sido totalmente abolida ni en la sociedad ni en la familia ni, sobre todo, en el fondo de nuestra conciencia.


José Antonio Hernández Guerrero    

Las opiniones vertidas en las publicaciones de este blog son responsabilidad exclusiva de cada firmante.