Reflexiones
en torno a una singladura
Antiguo muelle de los
Astilleros de Cádiz, junto al que había una Escuela de Aprendices. Al fondo, el
taller de Equipo.
Las palabras.
Puede resultar atrevido, y en cualquier caso
insuficiente, sustanciar en palabras un tramo de vida, mucho más, si ese
fragmento resulta tan, rico en extensión e intensidad, como es el caso del
vivido junto a personas con las que pude compartir mucho más que los días o las
horas, con las que tuve la oportunidad de aprender tanto y en tantos sentidos.
Creo, que para compendiar una experiencia así, faltan palabras que hagan
justicia a lo vivido. Luego entonces, por mucha gratitud que se acumule en mi
pecho, gracias y un millón de gracias resultarían, infinitamente insuficientes.
El tránsito.
El periplo comienza soltando las amarras de la vieja
Escuela de Aprendices, junto gaditano cantil de muelle que, ¾se ve en la foto¾ aún hoy sobrevive, acogiendo a un
parque esquinado, frente al taller de Equipo en los extintos Astilleros de Cádiz, desde donde zarpé, hasta
el otro lado, al Astillero de Puerto Real,
y de allí a Sevilla, en la que despegué del mar ¾que
nunca olvidé¾ acariciando las
alturas gracias a las alas de Construcciones
Aeronáuticas S.A. (CASA), mi casa, para muchos referente del hogar vivido y
para otros muchos también, la casa solariega de los ancestros, hoy arbuseros que somos todos los que tenemos
el inmenso honor de pertenecer a una empresa, que trascendiendo al desempeño de
su actividad industrial, actuó y actúa como modelo magistral aplicable en
muchos y amplios sentidos.
El modelo.
Fui desperezado al sumergirme en una conmovedora manera
de actuar, en la que se sacudía sin rubor ni temor las zonas de confort, ¾a veces tan facilonas y deleitantes¾ despertado por una forma de encarar los
retos, de prevenir y adelantarse a las circunstancias, de no dar la espalda ni
mirar para otro lado, de actuar de forma vigilante modificando las estrategias con
sentido dinámico cada vez que era necesario, de abordar los conflictos
enfocándolos hacia su solución, haciendo mía una conducta en la que quedaba
desterrada la palabra “culpa”, acogiendo en su lugar el concepto de
responsabilidad para. De esta forma, en este ambiente, aprendí a combatir los
perjuicios y los prejuicios en la búsqueda implacable de las causas raíces que
generan los problemas y nos impiden mejorar, cada día, a cada paso y, aplicar este
enfoque a lo cotidiano de forma incansable y continua; por tanto, aprendí a trabajar
en equipo, y digo bien: equipo, que es mucho más que el simple manoseo de la
palabra, o la superficialidad con que a veces se banaliza el concepto.
La extensibilidad.
Todo eso, y solo en parte, es el Airbus que conozco desde su creación. Más
allá de una empresa: una Escuela que he sentido como un Ágora, pues en ella, he
podido expresar mi opinión y conocer la de otros colegas, en un clima de
equilibrio y responsabilidad, un lugar donde la convivencia está presidida por
el respeto al otro, y queda orientada a la búsqueda de la excelencia y la consecución
de metas y, donde no se olvida ni se deja en segundo lugar el disfrute de hacer,
de actuar, de cuestionar y de cuestionarse. Continuamente. ¿Os imagináis una
comunidad así? ¿Y una forma de hacer política así? ¿Os parecería irrealizable?
¿Poco tangible? ¿Idealista? ¿Inimaginable? ¿Tal vez incómoda?...
La rama de un Ginkgo
biloba parece señalar las alas de Airbus: Detalle de la planta de Airbus en
Puerto Real.
En cualquier caso, recordad que, no estoy
teorizando, estoy escribiendo una crónica hecha en y desde el Sur, eso sí,
admito que aliñada con algo de pasión, aunque, os preguntaría ¿Qué podría decirse
de una vida en la que faltasen el respeto y la pasión?
El sentido.
La vida en su más puro sentido filosófico. Pues,
principios y actuaciones marcan el rumbo en una escala de valores cuyo
indicador, es la coherencia cuantificada por nuestros propios pasos, impresos
en la estela que aparece a nuestra popa, la estela de nuestra vida.
Los referentes.
Es el medio ambiente que define una sistemática, o
si me permiten, un sistema que en mi caso, estuvo repleto de emociones y
sentimientos, retos, hitos conseguidos, oportunidades de mejora, lecciones
aprendidas, madurez alcanzada ¾aquí
inevitablemente me acuerdo de Kant¾
y, esto en varios planos: el de la familia, sin cuyo apoyo nada hubiese sido
posible, en el ámbito del comportamiento colectivo, en la estrategia de acción
sindical, y en las decisiones y modos de gestión de la dirección en todos sus
estratos. Claro está, también ¿Por qué no decirlo? un escenario no exento de dificultades,
que a veces, no venían consignadas ni en los derroteros, ni en las cartas de
navegación, aunque, ¾bendito
trabajo en equipo¾
en una larga singladura de 33 años, siempre se encuentra algún navegante compañero,
que avisa o que intuye las corrientes y los agazapados escollos.
Es, en definitiva, un sistema que apuesta por la
conquista del futuro con la ventaja de navegar a hombros de gigantes. Ellos, fueron,
son y serán grandes matemáticos, hidrógrafos, prácticos y profesionales, astrónomos,
ingenieros, botánicos y naturalistas; filósofos y, en cualquier caso, amantes
todos de esta tierra nuestra: la bahía de Cádiz.
Es verdad que figuran muchos hombres y menos mujeres
¾afortunadamente,
en eso también Airbus está creando
escuela¾ ilustres por ilustrados,
también liberales ¾en
aquel sentido, naturalmente¾
entre los que podemos nombrar a Rosario Cepeda, José Patiño, Jorge Juan, Antonio
Ulloa, Vicente Tofiño, Alejandro Malaspina, los Valdés: Antonio y Cayetano,
Celestino Mutis, Alcalá Galiano…
Siempre las personas.
Es fácil comprender que no se trata de una mera circunstancia,
ni siquiera un feliz y esporádico acontecimiento, para ello, solo basta repasar
en la historia de nuestra tierra, y encontraremos una constante de vida entorno
a la alta tecnología y la industria puntera en la bahía, por lo tanto, se trata
de un habito, que puede percibirse por algunos como una insolencia, un desplante,
incluso, un atrevimiento y, en todo caso, una felicísima tradición industrial,
que arranca en épocas romanas junto al hoy Parque Natural, y desde allí, junto
al trampolín de la industria naval, ¾políticamente
adormecida¾ las
instituciones científicas de entonces y de ahora y, lo más importante: las
personas que sostienen la vocación de verdadera y venerable tradición
industrial en la bahía de Cádiz, somos los gaditanos pues, ¾a hombros de gigantes, no lo olvidemos¾ los tripulantes que han de navegar y
superar todas las tempestades, todas las singladuras, todos los vientos
racheados y ¾quizás lo más
peligroso¾todas las calmas
y cantos de sirena, pues, nuestra tradición como gaditanos, es la libertad para
navegar con dignidad, que es vivir.
Manuel Bellido Milla
Bahía de Cádiz, a 4 de mayo
de 2018.