jueves, 30 de abril de 2015

El homenaje a Manuel Pérez-Casaux


La celebración del Día de las Letras el pasado viernes, ha sido una viva muestra de cariño hacia Manuel Pérez-Casaux. Las emotivas palabras de Adelaida, introdujeron de nuevo la presencia íntegra y honesta de sus límpidas palabras;  la voz poética de “un hombre cabal” como nos lo recordaba Juan Mena. Valorando las palabras del escritor portuense, el profesor Hernández Guerrero las definió como “el reflejo de su insaciable ansia de saber, de sacar a la luz las raíces más profundas, origen de los males que padecemos. Palabras que retornan a su origen primigenio para descubrir los enigmas que remiten al fondo de la vida dándole sentido”. Expresión de “profundas convicciones éticas que en su compromiso con la sociedad, convierten a este autor, en constructor de puentes que unen lejanas orillas”. Palabras “capaces de pronunciar verdad y verdades que, desde su rigor, honestidad y transparencia; desde su ternura y amistad, orientan su mirada hacia lo concreto del amplio mundo”.  El arco de su mirada abarca “desde la inmensidad del cielo, del mar y de su propio espíritu”.Fue un homenaje digno, dedicado por todos sus amigos a un hombre convencido del poder de las palabras “para conducirnos por el mundo” como afirmó Pedro Castilla. Un hombre convencido “del valor de la retórica para llenar aquellos corazones vacíos de calor humano”.En el intento de aproximarme a esta voz poética, he entresacado estos versos del poema titulado “Exilio”, perteneciente a su poemario Odas de Memoria y Rabia:



 
Pena negra                y el óxido en las hoces.


Un caballo sacude solitario   

                                                               
Sus crines amarillas                             

                              Por los mansos
                              

                                           Caminos andaluces.



 
Estos bellos versos de reminiscencias lorquianas, contienen la esencia de la voz de Manuel Pérez-Casaux como hombre del sur, confluyendo en sus palabras su reivindicación de justicia social y su lealtad hacia la tradición del canto popular.
En ellos late su sentimiento compasivo por una Andalucía que se desangra por los surcos de su abandono. Su cuerpo materno es para el poeta un camino manso por el que un caballo sacude sus crines amarilleadas por la polvareda con la que el pasado de la historia, tras su paso, envuelve las verdades de los pueblos. Desposeído de su fuerza fálica, aniquilado liberador en la batalla de su destino trágico, transita solitario con la compaña de su pena negra por esta vereda de servidumbre.  




Aurora Romero.

2 comentarios:

  1. En mi opinión, las reseñas de nuestros actos públicos han de mostrar, como ocurre en este texto, no solo los datos pertinentes, sino también las resonancias literarias. Gracias.

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  2. Hermoso sentir. Gracias por compartir.
    Abrazos, Aurora.

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