viernes, 23 de febrero de 2018

El navegante




Navegante que has zarpado
y arrecifes adivinas,
mantén tu ojo avizor
a la corriente y deriva.

Determina bien tu rumbo,
él, marca la estela en tu vida...
y, no tengas miedo a la bruma
ni a la calma o ventolita.

Cuidado con las sirenas
cuyos cantos te desvían.
¡Atención a la arribada!
Muchos puertos son: mentira.

Recuerda cuando navegues
que no hay tesoros en islas,
la fortuna está en ti mismo
y en el tiempo, que no tiras.


Cada navegante necesita un faro en las noches de tormenta...
Navegante, no dejes nunca de otear el horizonte, hasta encontrar tu faro.



         Manuel Bellido Milla

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