sábado, 24 de noviembre de 2018

A Paco Lacave. El héroe que atesoraba silencios





Firme valladar que al tiempo desafía
Erudito silencio cual marca de tu boca
Serena lealtad convicta que provoca
Recelo en lo banal que el ávido confía.

Ilustre gravedad forjada día tras día
Sigiloso Titán que el ansia no trastoca
Grandeza en tu mirar si el viento adverso toca
Sensible corazón. Sutil melancolía

Batallador al fin de una filosofía
Profunda como el mar, tenaz como una roca
Cuajada con anhelos de una filantropía.

Mirándonos en ti, tal vez se alcanzaría
El honesto vivir que tú recuerdo invoca
Pues indeleble al fin, varémonos un día.




La honestidad llegó un día de tu mano cuando marineabas al timón de la vida. Aquella, se quedó contigo al venir como tú, cargada de silencios, silencios de buen navegante capitán de una goleta capaz de ceñir vientos borrascosos, de atravesar nieblas traicioneras que escondieran mortíferos escollos y disfrutar de inmensas empopadas con el viento fresco. Más llegada la hora de meter el ancla a bordo en ésta tu postrera travesía, acudirás el primero a proa sin rehuir la maniobra, como tantas veces antaño en la bahía.

¡Siempre navegaremos juntos!
Manuel Bellido.

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