lunes, 6 de julio de 2020

Afortunados labradores. Vigilio


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Afortunados labradores

Geórgicas, 2, 458-474


¡Qué dichosos serían
los labradores si saber pudieran
todo lo que poseen!

Lejos de la discordia de las armas,
con justicia reciben
fácil sustento de la tierra misma.

No tienen casas de soberbias puertas,
que derramen ingentes
olas de visitantes matinales
por todos los rincones.

Ni codician las jambas irisadas
de precioso carey,
ni los vestidos recamados de oro,
ni los bronces de Éfira.

Ni tiñen sus tejidos de alba lana
con el pigmento asirio,
ni usan el claro aceite
desvirtuándolo con la canela.


Pero la paz tranquila,
y una vida que no sabe de engaños,
rica en obras diversas, no les falta;
ni el ocio en sus dominios,
ni las cuevas, los lagos de agua vivas,
la frescura del valle,
el mugir de las vacas
los blandos sueños al amor de un árbol.

Allí se encuentran sotos y guaridas
de animales campestres,
y una paciente juventud, que sabe
de estrecheces y esfuerzos,
sacrificio a los dioses
y respeto a los padres. La Justicia,
al marchar de las tierras,
dejó en ellos sus últimos vestigios.

Traducción de Esteban Torre

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