Club de Letras UCA (Cádiz, Jerez de la Frontera y Algeciras)
Director: Profesor de la UCA Dr. José Antonio Hernández Guerrero
Coordinación del blog:
Antonio Díaz González
Ramón Luque Sánchez

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viernes, 29 de diciembre de 2023

Lucha

 

Unos treinta años me contaba su físico.

Raiza soporta una rutina agotadora. Su aspecto y su rostro nos muestra unos ojos de color turquesa rasgados con una suave línea de color negro alrededor de ellos, y una expresión de profunda tristeza en su más amplia definición del sentimiento; las arrugas en la piel de su cara ayudan a conocer que parte de su vida pasada ha sido incluso mucho más dura que la presente además de mostrar en ella los estragos de los elementos vivos de la naturaleza que la azotan diariamente como nómada en las montañas, el sol, el agua, el viento... 

Cuida de su hija de un año y meses bajo una tienda desplegable con una manta por suelo sobre el terreno más pedregoso e inestable.

Con la niña en brazos, una mochila artesanal sobre la espalda y una cuerda en la mano, suben entre rocas y tierra resbaladiza por las últimas lluvias para luego bajar con la espalda cargada de leña.

Un roble les da frutos que cocinar con un poco de arroz que junto a varias tazas de té que le calientan el estómago y el alma, son el único alimento del día para ella, su hija aún se puede nutrir de las propiedades de la lactancia materna.

El entorno, cálido por los colores del paisaje que brota de la piedra caliza amarillenta, de la tierra cobriza como el fuego, de los muchos árboles y de un cielo azul que a veces se vuelve oscuro y tenebroso dan pinceladas a un cuadro que ella va completando con las propias experiencias que preferiría olvidar. Hoy me enteré de su edad, La nómada y castigada Raiza aún no ha cumplido los dieciocho años.



          Carmen Franco

martes, 19 de diciembre de 2023

Luz y sombra


Me pregunto si aquella noche habría visto difuminarse la costa del golfo bajo esa lluvia silenciosa y obstinada. Si habría sentido a través de sus guantes el helado pasamano de la borda del barco que, cruzando un espejo de aguas argentinas, se adentrara en la bahía en la que el Daugava desagua sus sueños después de recorrer, como las manos de un amante, el cuerpo sinuoso y enamorado de una Riga intemporal.

Acaso, habría contemplado cómo la tarde se iba degradando en los mil tonos de un gris tan triste como los ojos de Mascha y que inundaba de melancolía un corazón que se iba tornando noche. Una noche que todo lo fuera ensombreciendo: las nubes, la ciudad, las miradas, los abrigos, las sonrisas. Tan sombría que todo lo volviera lamento, como lo era aquel rostro que observaba el mar despejado que se abría liviano por la proa y se cerraba a su paso en un torbellino denso y misterioso. Tal vez, pensara que no estaría mal descansar en aquel lecho de espuma y que lo acogiera amorosa aquella vorágine de hielo y luz de luna.

Y tal vez, a medida que descendiera y lo fueran abrazando las tinieblas, su último pensamiento fuera para su Granada natal, aquella Granada de luz en la que las casas se arrullan hasta besarse con los aleros de sus tejados, y para aquel niño que como un rayo de sol la cruzara corriendo por la Carrera del Genil, desde el Campillo a la Puerta Real.

Y para Mascha. Su bella Mascha.


     Juan Manuel Díaz González







 

 

Juan Manuel Díaz González

La sutil tristeza del paisaje sin figuras

 


En aquél entonces, no estaba yo.

Las calles de esta ciudad milenaria, sus plazas y alameda recogían sus salidas y paseos que les pertenecían a ellos y a nadie más. Sus risas y confidencias se fundían con el tañido de las campanas de la iglesia cercana, con la algarabía del mercado, el vocerío de las criaturas jugando siempre en las calles, los saludos rápidos de las gentes a penas conocidas y las charlas más largas con los vecinos del barrio. El sol fuerte y brillante de la playa abrasando y la cerveza fría refrescándoles en el bar pintoresco y típico de la zona. Los adoquines antiguos recogían sus pasos y los angostos callejones les conducían al hogar.

Luego, me llevaron consigo. Compartí los mismos paseos, los mismos bares, las gentes, la algarabía, el sol, las compras en el mercado, fui criatura jugando en la calle, la alameda y las plazas. Reí y escuché sus confidencias y uní mis pasos a los suyos por la ciudad milenaria.

Ahora, da igual el lugar al que me dirija, los pasos que de, la calle que tome o la esquina que doble: contemplo el paisaje - mío solo ahora - y me asalta la sutil tristeza del paisaje sin figuras.


           Lourdes Torrejón Iglesias

sábado, 16 de diciembre de 2023

ENTREVISTA A JNOSÉ MANUEL CUMPLIDO

 


BREVE Y PROFUNDO


Entrevista a: JOSÉ MANUEL CUMPLIDO GALVÁN


Aparentemente, José Manuel Cumplido Galván es un hombre serio, la expresión de su rostro es adusta y muy expresiva. Pero a poco que habla y se expresa descubrimos a un humanista, interesado por las grandes cuestiones del hombre y de su tiempo. Creo que ese es su rasgo más distintivo.


P.-Naces en Sevilla, como Antonio Machado, imagino que para ti sus versos, esos que dicen; “Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla” deben de tener un significado especial...

R.-La felicidad de mi infancia… sin patio.


P.- ¿Qué hace un empleado de banca escribiendo literatura?

R.-Nunca tuve vocación de bancario. Sí, pasión por la literatura y la música.


P.-Descubro que tienes estudios de los más variados: magisterio, música, filosofía… ¿Qué te han aportado estos estudios en la vida?

R.-Una visión global del mundo y la vida.


P.- Me dices que escribes desde muy joven, ¿poesía eres tú?

R.-Las Rimas de Bécquer me llevan siempre a su glorieta en el parque de María Luisa, que descubrí con mi padre.


P.-Veo que lees y escribes con afición, ¿cuál es la gallina y cuál el huevo?

R.-La lectura siempre es lo primero.


P,. Te tengo por un hombre íntegro y trabajador, ¿quién más habita en la piel de José Manuel Cumplido?

R.-Alguien que aprecia más el ocio que el trabajo. Escribo por ocio.


P.- ¿Por que les da ahora por escribir a todos los jubilados?

R.-Te encuentras con tiempo libre y puedes realizar lo que siempre te ha gustado.


P,- Durante tu juventud publicas un poemario titulado “Vida sonámbula”. Imagino que debes de tenerle un cariño especial. Dedícale unas palabras.

R.-Un cariño especialísimo. Editado por mí con máquina de escribir, imprenta y grapas. Y ofrecido a la venta por mí en el mercadillo de la Alameda de Hércules.


P.- Pasan muchos años hasta que aparece ·Sócrates, Caín y el mar de Cádiz”. ¿De qué va un libro con un título tan sugerente?

R.-Es una colección de textos breves que tratan sobre el mundo, la vida, la mujer y el hombre. Con el título buscaba animar a su lectura. Un escrito se llama “Sócrates”, como mi hijo. Otro “Caín”, que para mí era el bueno, y el mar de Cádiz es mi mar, y aparece en varios relatos.


P.- ¿Por qué puede ser interesante leer este libro?

R.-Mi intención ha sido estimular la reflexión del lector. Quién lo lee puede reflexionar sobre los temas vitales de siempre.


P.-Sin pensarlo dos veces, di el nombre de un poema, un libro y un pensamiento que te acompañen en la vida.

R.-“Elegía” de Miguel Hernández. “Poeta en Nueva York” de García Lorca.

Detrás de tus pensamientos y sentimientos, hermano mío, se encuentra un soberano poderoso, un sabio desconocido: llámase sí-mismo. En tu cuerpo habita, es tu cuerpo.”






lunes, 4 de diciembre de 2023

La Túnica de Neso

 


No te derrumbes.

No sepas lo que pasa

ni lo que ocurre.

Miguel Hernández




La muerte de Hércules por Francisco de Zurbarán (Museo del Prado)



Nos cuenta Sófocles en Las Traquinias que Hércules, llegado un día a la ribera del río Eveno, pidió al centauro Neso que ayudase a su esposa Deyanira a alcanzar la otra orilla. El héroe, que cruza el río nadando, observa desde el otro lado cómo el centauro, aprovechando la ocasión, intenta violar a su mujer. Con una flecha certera, untada con el veneno de la Hidra de Lerna, atraviesa el corazón de Neso, pero éste antes de morir urde su venganza. Regala a Deyanira su túnica -untada previamente con una mezcla de la sangre y el semen del centauro- haciéndole creer que su esposo le será siempre fiel si hace que se envuelva en ella. Cuando así lo hace, la tela se adhiere a él de tal modo que su cuerpo comienza a arder lenta y dolorosamente, siendo imposible separarla del cuerpo sin desprender la piel y dejar los huesos al descubierto. Llegada la muerte, Hércules pide a su hijo que prenda una pira y se arroja sobre ella. Deyanira, desesperada al saber que había provocado su muerte sin desearlo, se suicida ahorcándose.

         En la actualidad, utilizamos la expresión “la Túnica de Neso” para referirnos a un dolor moral que nos devora y del que vanamente podemos huir.

 

En la última década, el número estimado de niños muertos como resultado de la guerra es de unos 10 millones.

En las más de 30 guerras que se desarrollan en la actualidad en los cinco continentes, niños y niñas están siendo asesinados, mutilados, reclutados como soldados, violados, casados a la fuerza y explotados sexualmente.

Un informe reciente de Unicef recoge datos escalofriantes. En estos últimos años, se han producido 266.000 violaciones graves contra la infancia, más de 104.000 niños muertos o mutilados en conflictos armados, 93.000 niños y niñas reclutados y utilizados por partes en conflicto y 13.900 ataques contra escuelas y hospitales.

Save de Children estima que 230 millones de niños sufren actualmente las consecuencias de una contienda bélica y según Amnistía Internacional, 300.000 menores de edad están participando actualmente en ellas, en más de 30 países –el 40% de los combatientes son niñas desde los siete años de edad-, haciendo de mensajeros, porteadores, espías, desminando campos, siendo explotados sexualmente o manejando armamento y explosivos.

Alrededor de 25 artículos de la Convención de Ginebra y sus protocolos adicionales hacen referencia a los niños que sufren las consecuencias de conflictos armados. En ellos se incluyen normas sobre el acceso a la educación, a la alimentación y a la atención médica, y se establecen medidas contra la pena de muerte, la detención, la separación de sus familias y la participación en hostilidades.

Los Derechos del Niño, recogidos por todas las organizaciones internacionales y ratificados en todo el mundo, son plenamente aplicables durante los enfrentamientos armados. Sin embargo, se producen 45 violaciones de sus derechos al día.

En Ucrania, según fuentes de Unicef, más de 1000 niños y niñas han muerto o han resultado heridos desde el comienzo de la guerra.

Save The Children estima que en el conflicto Israel-Hamas un niño muere cada 15 minutos en Gaza, una región que sufre 17 años de bloqueo y violencia extrema y en la que alrededor del 40 % de su población –aproximadamente un millón de personas- son niños y niñas menores de 14 años. De las más de 4.500 víctimas que contabiliza esta organización en la franja de Gaza -alrededor de 7.000 según el Ministerio de Salud de Gaza- el 70 % son menores.

Israel no ha confirmado aún las cifras de víctimas infantiles, aunque las informaciones sugieren que existe un número importante de niños israelíes muertos o secuestrados y llevados a Gaza como rehenes.

Nos horroriza comprobar cómo se producen, desde todas las partes en conflicto, ataques contra civiles y contra instalaciones sanitarias y religiosas que no hacen sino incrementar diariamente estas cifras hasta niveles insoportables.

Una guerra ayer, otra hoy, otra mañana. Y así hasta el final de los tiempos, porque la guerra está en la naturaleza del hombre, y en la del niño la de sufrir sus consecuencias.

 

¿Podrá desprenderse algún día el ser humano de esta “Túnica de Neso” que le devora?

 

 

    Juan Manuel Díaz González

 

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