I
El Ángel
Caminábamos tranquilamente entre jaras y
matojos; la resina se pegaba a nuestras perneras, mientras los caballos
descansaban, aliviados de nuestro peso. Llegamos a un arroyo de montaña, un
lugar perfecto para que los animales bebieran; junto a una explanada que salía
del pinar, nos sentamos a reponer fuerzas. Fue entonces cuando escuchamos un
relámpago y vimos emerger una figura esbelta, rodeada de luz, sobre un fuego de
tono anacarado con olor a azufre. Era un ángel. Salió batiendo sus alas y, en
un instante, nos aplastó a todos. Los caballos relinchaban y trataban de huir.
II
El Baño
Cuando llegamos al hotel, nos dirigimos a
la ducha. Curiosamente, estaba alicatada con azulejos blancos y, entre ellos,
surgían moldes de mampostería que formaban espejos de cuerpo entero. Nos dimos
cuenta de que los espejos no solo reflejaban nuestra imagen, sino que nos
imitaban y nos corregían, tanto en nuestra postura como en lo que decíamos. Fue
un momento insólito y algo aterrador estar a solas con ellos. Por precaución,
decidimos dejar la puerta del cuarto de baño abierta, ya que la situación nos
producía cierta inseguridad. Y no éramos los únicos que se sentían así
III
El Cambio
¡Qué fácil es cambiar nuestro bordado, sin
cambiar de bastidor, solo la tela! Así es en nuestra huella mnésica.
IV
El Agua
"Todos venimos del líquido amniótico,
del agua del embarazo". El agua es nuestro medio; fuimos anfibios, de la
mórula (huevo), a la larva (renacuajo), esta es nuestra etapa acuática en
donde más nos desarrollamos, las branquias y la cola serán nuestras patas y
pulmones.
©
Isabel Canales