LA SOLEDAD DE LOS LIBROS
Francisco Herrera López
Aquellos libros que duermen en estantes
quietos, callados, contienen sabiduría, tanta, que solo conseguimos asimilar una
mínima parte, por mucho que leamos.
Me
emocionan las palabras desconocidas y necesarias, y me pregunto: ¿Cuánto han
debido de leer y cuántas horas le han dedicado a la lectura?
Así que cada vez que abro o leo un libro de
mis admirados poetas y escritores, recibo de ellos dones de sabiduría que me
envuelven como una espuma invisible de gozo inimaginable.
Casi todos se marcharon sin decir adiós, y pocos
disfrutaron las mieles de su creatividad, y salvo contadas excepciones caen en
el olvido a pesar de una reconocida e importante calidad expresiva. Pienso que tal
vez pueden ser “resucitados” ocasionalmente, cuando algún medio o estamento los
rescate en determinados aniversarios, como el de sus nacimientos o muertes.
Sus herencias, como un legado, han llegado
hasta mi y a miles de personas que cultivan y leen libros editados décadas pasadas.
Hoy son los libros actuales y nueva aparición los que acaparan a bienvenidos
lectores.
Esos “olvidados” libros son para mí como
admirados amigos o conocidos y plasmo mi humilde agradecimiento a tantos
intelectuales literarios, que cada día visito en mi biblioteca y les doy los “buenos
días” y no es para menos ¿No creen?
23
abril, Día del libro
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