Club de Letras UCA (Cádiz, Jerez de la Frontera y Algeciras)
Director: Profesor de la UCA Dr. José Antonio Hernández Guerrero
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lunes, 21 de diciembre de 2015

El día de la reflexión



La mañana del día de las elecciones estaba cumpliendo con todo lo esperado: un sol joven y radiante se elevaba bajo un impecable cielo azul regalándonos una temperatura agradable a la que acompañaban el verdor de los setos vegetales recortados junto a las aceras y el sonoro gorjeo vitalista, proveniente de la enorme arboleda donde un sinfín de pájaros pugnaban por hacerse un lugar en el espectáculo de la calle, que además de su frescura, hoy también abrazaba un cierto anhelo de dominical esperanza brotada del sentimiento más íntimo llegado desde la ilusión democrática y la sensatez común entre los pocos transeúntes que a esa hora temprana caminaban tranquilos, pasaban veloces y esforzados enfundados en sus atuendos deportivos o desayunaban privadamente bajo los soportales de sus casas junto a sus hijos.

No se trataba del Edén. Era sencillamente el día elegido por el calendario electoral, ese día en el que junto el resurgimiento de las esperanzas ciudadanas, se acallaron las soflamas, arengas y lindezas vertidas con naturalidad desde las tribunas televisivas, donde figuraron como actores todos los pretendientes que hasta ayer nos castigaron por los flancos con sus habituales discursos cargados la mayor de las veces de banalidades, requiebros dialécticos o teatrales agresiones entre postulantes.

Discursos con los que distraer al personal con minucias y miserias y no dar así a los votantes la oportunidad de reflexionar sobre el estado del acerado al que llegaban las fragancias de los setos, el cuidado de los parques y arboledas desde el que trinaban los pájaros, la acallada contaminación urbana, el no siempre transparente destino de los impuestos o las obligaciones sociales del nuevo gobierno para con aquellos que con extrema dificultad, se bañan todo el año en la realidad de no llegar a fin de mes, y ya en España -Otra vez como antaño- situados frente a la ignominia de verse obligados a enviar a sus hijos mal nutridos o directamente sin desayunar a unos colegios cada vez más carentes de dotaciones y cada vez más tristes y más grises, ante la falta de esperanza de sus alumnos por alcanzar en el día de mañana, una oportunidad con la que poder vivir con dignidad, muy lejos de la cacareada recuperación económica perfectamente camuflada entre el batallón de los índices e indicadores de la injusticia, que amenaza con convertirse en endémica como antaño, capaz solo de repartir sus mieses entre los pocos elegidos entre los que no se encontraran la mayoría de españoles que pretendan ganarse la vida, -ilusos ellos- de forma honesta y digna solo con el solo esfuerzo de su trabajo.

Sin embargo, un sucedáneo del Edén sí que se encontraba no muy lejos de la ciudad. Tras haber concurrido esa misma mañana a las urnas, rodeado de una nube de cámaras y fotógrafos, uno de los machacones oradores de la campaña, desde su atalaya del Olimpo hablaba con su rival en tono reflexivo en la seguridad de su encumbrada y exquisita discreción.

-      Nada. De eso nada, que si tras las elecciones hablamos de esa forma a los votantes -Se refería a los ciudadanos- se nos despabilan y lo mismo en poco tiempo deciden pedirnos que discutamos sobre programas electorales libres de locuacidades y chácharas y nos exigen otros repletos de contenidos serios. ¿Se imagina una campaña así con el esfuerzo que requeriría todo eso?

Sin embargo hoy su clásico interlocutor de la otra cara de la moneda no actuaba como de costumbre, y además de guardar silencio y escuchar atentamente al súper político encumbrado de la soledad, esta vez tenía levantado el mentón sin dejar de abandonar su acostumbrada cara de póquer profesional. El otro seguía.

-      ¿No te das cuenta? ¿Cómo se te ocurre que hablemos de actuaciones concretas y específicas sobre las ciudades? Es una insensatez hablar de partidas presupuestarias cuantificadas donde se señale con transparencia el origen y el destino del dinero que hará posible cualquier ejecución en una fecha del calendario. ¡Qué horror! Al votante -Se refería al ciudadano- le puede sobrevenir la ocurrencia de actuar como soberano depositante de la confianza sobre sus gobernantes, incluso medirnos por el grado de coherencia de los dichos y los hechos como representados suyos. ¿No se da cuenta mi querido amigo del peligro al que nos enfrentamos si no evitamos como es debido tamaña osadía?

La mañana que a ambos lados de la ciudad discurría como había empezado, -Entre esperanzas y reflexiones- a este lado aconsejaba con tomar el refugio del sol y sombra otoñal bajo la Jacarandá que presidía al fondo la inmensa explanada tapizada con aquel impoluto césped perfectamente regado y mejor cortado. ¡Ah si de verdad dejara de llover, el magnífico negocio que podríamos hacer entonces con la privatización de nuestra abandonada red hidráulica! Reflexión que al amparo de los diminutos arcoíris surgidos a contraluz desde los lejanos aspersores, solo se atrevió a pasar por las cabezas de ambos interlocutores, esperanzados a la postre, con que la cíclica sequía climática, nos alcanzara finalmente y de una vez por todas, tal y como había ocurrido toda la vida. ¿Se deberá su tardanza al cambio climático ese de París?

-      A cambio, mi querido amigo, le voy a proponer a usted una alternativa. Lejos de hablar de impuestos ni de nada que pueda despabilar al personal, echaremos mano de nuevo de nuestros dos fieles aliados, ya sabe a que me refiero: la crispación y el miedo, que a lo sumo, erosionaran un poco a la marca España y como este país parece resistirlo todo, pues no pasará nada y al final nosotros mandando como es debido.

Un suspiro conjunto y una suave afirmación de asentimiento parecieron sellar una especie de acuerdo en relación con la marca referida. Y es que en el mundo del mercado, todo lo que se menea aparece en venta. Los negocios son los negocios y lo demás, bagatelas antiguas sin importancia.

-      Ya sabe. Lo de siempre: que si la extrema izquierda, que si eliminaran la propiedad privada, lo de la desconfianza de los mercados, que si nuestros socios europeos, y si hiciera falta, hasta que la ira del mismísimo Zeus se cernerá sobre nuestras cabezas aplastándonos con su catastrófico rayo.
-      ¿Zeus?
-      Lo ve mi querido amigo, al igual que usted, todos creerán que se trata de un condenado bolchevique enviado desde Venezuela financiado por el propio diablo. Funcionará, se lo digo yo.

Después; llegó el aperitivo y el paseo familiar entre los setos de la alomada explanada con vistas a la sierra junto al repaso acostumbrado de los temas de siempre sobre los que ambos poco tenían que decir, a saber: el modelo de estructura económica del país para resistir mejor las crisis venideras, el programa de inversiones públicas, el impulso a la investigación, el desarrollo de un sistema energético autóctono que nos independice de la especulación ajena, la reindustrialización del país, el pacto nacional de la educación en el que se empeñan algunos ilusos, la racionalización de horarios laborales y la competitividad de las empresas, la formación de los futuros profesionales, el apoyo económico a las familias hundidas tras la crisis, la soberanía y la independencia política y en fin, todas esas cosas de las que hablan dos amigos durante el aperitivo en la confianza que quedarán a buen resguardo de la discreción y en la tranquilidad que solo quedarán en palabras, pues sobre ellas, los hechos, ya llegarán a su debido tiempo cuando otros hagan ese esfuerzo por nosotros. Que ya se sabe, siempre nos quedará el consuelo clásico de decir: ¡Que inventen ellos!


Manuel Bellido Milla.



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