Sé,
que, es a veces el rumor del agua
y
la ignoro, casi sin querer
porque
mis pensamientos están en otro espacio
quizás
desafortunadamente llenos de claroscuros.
Y
sé también que la edad nos convierte en mezquinos
en
pequeños gnomos de un egoísmo insensible
ante
el dolor y las necesidades de nuestro alrededor
porque
nuestros oídos solo oyen a nosotros mismos.
Sé
también que las personas somos pequeñas catedrales
donde
las piedras son cada vez más necias y engreídas
vidrieras
presumidas de sus bienes materiales
y
olvidamos el tesoro de nuestro corazón.
Sé
igualmente porque lo he sufrido, la indiferencia
de
unas miradas silenciosas que no creen en las palabras
aunque
estas salgan de corazón
y
vengan borrachas y llenas de verdad y música.
Sé
seguramente que el reloj de la vida
no
nos avisa del final
nos
creemos eternos y ricos en sabiduría
y
solo somos pobres conejos de indias andando sobre nosotros mismos.
Sé
que también estoy equivocado
y
que el dardo de la palabra me llega a diario
unas
veces capto su mensaje y otras, las más, no
y
quedan en el aire como la arena que lleva el viento.
También
cuando llenos de vanidad
nos
creemos fuertes y seguros
y
no abrimos nuestro corazón a nadie
solo
somos una pequeña gacela muerta de miedos.
Sé
seguramente que a veces alguien nos llega
para
preguntar el porqué de tu vida
porque
ríes o estás triste o estás alegre o lloras
y
prefieres ignorarle antes que dar explicaciones.
Y
sé que llegará el mañana, esa triste mañana
que
esa voz, esa mano amiga no esté y llegue el cruel dolor de su vacio
entonces
lloráremos y buscaremos inútilmente
el
rumor de su fuente, de sus aguas y no estará.
Francisco
Herrera López
2 comentarios:
Precioso poema Francisco.
Leer y releer como nos aconseja nuestro profesor...
Al releer tu poema, en esta mañana preludio de otra primavera llena de esperanzas descubro lo afortunado que soy al tener amigos como tu con los que compartir un mensaje dentro de un poema, y percibir la calidez de una mano tibia y amante que ronda por mi piel.
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