Cuando todo nos parece caro y que ha subido una
barbaridad cualquier articulo o servicio, llegan a nuestros oídos, la emoción,
los sentimientos, lágrimas a veces y deleite de la trayectoria de un hombre
único, que durante más de cincuenta años nos ha llevado de la mano a generación
tras generación, podíamos decir que cinco o seis en un espacio de poesías e
historias en sus canciones compartidas por millones de seguidores en todo el
universo latinoamericano.
Son tantas
canciones y de tan variados contenidos sus letras, arraigadas en el amor y los personajes
enternecedores que no deja lugar a concienciarnos de los desarreglos
universales o el egoísmo. Cuando comienza cualquier canción, esperamos esos
cinco o seis mil personas que llenamos la Plaza de toros de Granada si será esa
que tanto amamos y tenemos metidas
nuestros corazones en su buen estudiado repertorio y que no dejó a nadie
con la miel en los labios, van apareciendo sorpresivamente unas lejanas en el tiempo, que casi quedaron en
el olvido porque no regreso a nuestros oídos,
como “tú nombre me sabe a yerba”, aquella que versionó Marisol; llegó el
desamor con “Lucía” tantas veces cantadas por otros tantos artistas, como la
dulce Pasión Vega, la inmensa “ Paré” versión en catalán y subtitulada en
castellano, una poesía declarando la pérdida
de calidad vida y los recuerdos de aquella posguerra tan dura y negra para
millones de españoles. La historia de un personaje posible -como todos los de
Joan Manuel- Curro el palmo, aquel hombrecillo enamorado de un imposible, “donde
su cama era ancha y al despertar un manojillo de escarcha” ¡Sublime!
Serrat,
dice que aprendió a contar sus historias basados en las letras de las coplas de
los años cuarenta y cincuenta de los poetas Rafael de León y la música del
maestro Quiroga, entre otros inolvidables, así que, el cordón umbilical de sus grandes
canciones, nacieron de esa fuente que nunca le dimos la importancia que tenían
llenas de desamor, amor, y lugares donde una mujer era herida íntimamente sin
poder declarar a los cuatro vientos su tragedia.
Esas
más de dos horas de conciertos y más veinte canciones fueron un repaso a las más
conocidas, tarareadas por gran parte de los asistentes en una bella comunión
con él, innumerables títulos que se acumulan en los sentidos como una enciclopedia
musical imposible de definir.
Por otra parte y siempre Serrat, mantiene
unos monólogos con su auditorio, que maneja con sutilezas, metáforas y humor
socorrante, que no se podrá vivir con ningún otro artista, él maneja los
tiempos y sabe que tiene una complicidad asegurada, forma parte de su dilatada experiencia,
gozamos de palabras muy suyas como si formarán una canción más en diferentes
tiempos.
Hubo un momento especial un recuerdo a
Miguel Hernández, con su “Nanas de las cebollas” y el reconocimiento al gran
cantautor recientemente fallecido Alberto Cortés, autor de la música y “Para la
Libertad”, fue muy emocionante. Mediterráneo, canción premiada como la mejor en
español de siempre hace un par de años, nos trajo desde Algeciras a Estambul,
la imagen de Paco de Lucía, detalle inmenso de catalán universal que es Serrat,
muy arropada por el público.
A mí me faltó una canción “ Balada de
otoño” pero es la anécdota, no creo que nadie saliera mínimamente insatisfecho del
“Nano” sus casi ochenta años no le pasaron factura en ningún momento, su voz fresca
y recurrente y en sus tres últimas como
siempre en sus concierto no podía olvidar a Antonio Machado, “golpe a golpe verso a verso” cantada por todo
el público, qué gran homenaje a tan poeta
y filósofo , ese era el fin “teórico” del concierto y añadió su “fiesta” como
previa despedida, pero faltaba una que el público reclamó reiteradamente nuestra
“ Penélope” también coreada y nos llenó el corazón de nostalgia “no eres quien
yo esperaba”.
El grupo
de músicos le acompañaban magníficamente y el maestro Ricard Miralles, compañero
eterno de arreglos de innumerables canciones del cantautor español, acompañó a
Joan Manuel y una joven de su grupo con una excelente voz y musicalidad en la
canción “Fue sin querer” sonó muy bien el dueto.
En más
de dos horas, nunca un catalán vendió tan económicamente, la inmensidad de amor,
desamor, sueños, armonía, humor, tragedia, música, recuerdos, salimos flotando
de una noche no solo inolvidable, sino única para los amantes de su música y
poesía eterna, que lleno muchos años de nuestras vidas y corazones.
Paco Herrera 23 de septiembre 2022
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