Club de Letras UCA (Cádiz, Jerez de la Frontera y Algeciras)
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martes, 14 de octubre de 2025

AQUELLA NOCHE

 

AQUELLA NOCHE

Francisco Herrera López

 

      Quizás no supo lo que hacía, era de noche, o quizás lo llevaba esperando, quería probar si era realmente amor o la llanura del deseo.

     No supo decirse después a ella misma que la mantuvo atada, qué fuerza del destino esperaba, por qué rehuyó acercar su boca a la otra boca que la buscaba para amarla, por qué no humedeció sus labios y los mantuvo quietos, quizás no supo amar.

    Una mano suave, sin apenas rozarla, una débil caricia por toda la cara no sustentaba el amor que deprendía. Trató de sujetarla ella, con tan solo con una palabra. Pero aquella noche no era la noche. Sin saber por qué no era la noche, para calmarse a sí misma tantas veces, se lo dijo, pero la noche no le dejó conciliar el sueño, tal vez esos labios tan cerca la asustaron ¿Era recorrer en la oscuridad sus miedos o desatar una pasión escondida?

       La noche no tuvo piedad con ella, ni con él. La Luna se despidió solitaria, no quiso ser cómplice de su decisión. Él esperaba dormir y no dormía, trató calmar su respiración, pero era como un pequeño volcán donde la lava no aparecía.  Ella tampoco dormía. el sueño no la encontró, sabía que el día siguiente era un misterio como todos los días sin salvación, y que las huellas del día anterior serian un fuego o una  llama sin apagar o peor, una tragedia sin sangre. Tal vez alguna vez se arrepintió, pero aquel deseo jamás volvió a  encontrarlos.

LAS PALABRAS TIENEN CALLES

 LAS PALABRAS TIENEN CALLES

                                             Francisco Herrera López

Ayer no lo creía,

pero sí, tienen las palabras calles,

quizás sin números, como el amor.

Nadie dice te amo en el veintisiete,

pero entiéndeme, sigo sin llamar o clamar…

La palabra es consecuente y rara a la vez

no tiene una guía, a veces labios que engañan

y quieres creer lo que quieres creer

para no irse de vacío y sin consuelo.

 

Leí a Rosales, Luis, y me convencí:

las palabras son calles interminables

que habitamos sin dejar aliento,

vamos pisando lentamente, mascando sonidos,

a veces no le hacemos caso y nos reímos,

quedan perennes y desconsoladas,

se llevan a los incrédulos a pasear en ellas.

Como no tienen nada que decir, las dejan blanqueadas, vírgenes,

ay, de aquellos que se van a las tumbas sin saliva

porque dejaron huérfanos sus labios

y no encontraron la dulzura de la calle del amor

o quizás del desconsuelo o la amargura.

Todo ello va unido a la palabra y sus correspondientes calles,

nos agarramos a cada paso y a cada palabra para remediarnos,

para unir sentimientos y navegar sin destinos.

Así seremos felices y podremos convertir los silencios,

los tristes silencios en recovecos del alma.

Somos perecederos y eso nos importa

sí caemos en la cuenta de que solo vivimos una vez.

 

FHL, mayo 25

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