Identidad
Mi
vida de escritor me ha enseñado a desconfiar de las palabras. Las que parecen
más claras suelen ser las más traicioneras. Uno de esos falsos amigos es
precisamente "identidad".
Amin
Maalouf
¿Cómo
saber quién soy sin tener en cuenta todos mis avatares? No puedo disgregarme.
El camino que sigo depende de mi carácter, porque tiendo a ver la parte buena
de todo. Alguien me dijo que en el mundo hay mucha maldad. Yo no veo tanta.
Recuerdo que una vez, yendo a la facultad, pensé en la palabra “ignorancia”
como principio de muchos males. Bien es cierto que “la codicia” es otra de las
palabras que nos acechan.
Retomo mi positivismo con respecto a
todo y sigo pensando en cómo soy y, mientras me observo, veo que lo vivido ha
hecho de mí alguien similar (salvando las distancias) al escritor Amin Maalouf.
Nunca olvidé lo que aprendí en mi infancia y mi juventud, pero lo mantuve
escondido durante un tiempo. Afortunadamente, soy intuitiva, sensible y observadora,
lo cual me ha llevado a aprehender muchos aspectos tanto del mundo árabe como
del francés sin abandonar el español. Siento pena ante el odio que propician
las ideologías que pretenden “asesinar” una cultura para implantar otra. Creo en la diversidad como una amalgama de lo
mejor de cada pueblo.
Otro aspecto que me caracteriza es el
interés en fomentar la amistad sincera. Me parece que empatizo fácilmente y
para aliviar algún mal me desprendo de lo que sea, si eso hace feliz a la otra
persona.
Hasta ahora sólo he hablado de mis
certezas, e incluso las he elogiado, pero en aras de la sinceridad no debo
olvidar confesar las inseguridades que me acucian. Necesito de los demás para
reafirmarme, aunque noto cuando me mienten y cuando no les interesa lo mío.
Suelo escuchar algunos vídeos en los que aprendo algo de sicología y procuro
aplicarla para acabar con ellas.
No he hablado aún de ilusiones, porque
a mi edad aún las tengo. Ahora mismo, la literatura ocupa el centro de mis
intereses. Lo de cantar, vamos a dejarlo para la siguiente vida. También me
gusta viajar, a pesar de que, como dice la canción, “Tengo miedo al avión”.
Procuro trabajar para conseguir mis deseos, pero si acaban en fracaso, no me
llegan a obsesionar. Ahora está muy de moda lo de disfrutar, dicho con la boca
pequeña.
En
ocasiones, siento una cierta frustración con respecto a los proyectos
inconclusos. Pienso que soy impaciente. Me cuesta dejar que el tiempo culmine
mis propósitos. Confieso que cuando se trata de afectos soy capaz de sacarme la
impaciencia por mis deseos de agradar. La literatura es una maestra silenciosa
que me desvela la vida en perspectiva, y pone ante mí el camino hacia la
felicidad.
Guadalupe Pereira (10/05/2024)
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