Club de Letras UCA (Cádiz, Jerez de la Frontera y Algeciras)
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viernes, 30 de marzo de 2018

Un día junto a la bahía.

Foto obtenida del blog de Jesus Gargallo.
Historia de Astilleros de Cádiz, 1891-2005.
http://astilleroscadiz.buques.org/


La imagen, muestra una pequeña parte de las antiguas instalaciones de Astilleros de Cádiz, en lo que hoy sería el espacio ocupado por el parque Celestino Mutis, en el centro, y la zona de la llamada piscina de Astilleros un poco más a la izquierda del pórtico.

En la foto, se observa en primer plano, un buque petrolero no identificado reparando o en espera de dique, atracado al muelle que aún existe haciendo las veces de paseo lateral al mencionado parque, también se ve la antigua Escuela de Aprendices, y la doble maniobra del pórtico: que tiene suspendidos dos bloques laterales de costado durante su montaje en un petrolero en construcción. Al fondo, los astilleros de Matagorda, al otro lado de la bahía, también plenos de actividad con un buque en su grada.

Época de trabajo, esfuerzo, y lucha por salir adelante, lo que consiguieron con dignidad muchos miles de gaditanos y la ciudad de Cádiz entera que, arropando a sus astilleros, les ofrecía otros miles más de puestos de trabajo entre proveedores, empresas auxiliares y empresas de servicios afianzadas en ella.

Era y es la industria naval, la misma que políticamente fue expulsada de Cádiz y sigue presente en países del norte y centro de Europa, lo que fue posible “gracias” al engaño, la ignorancia, el depósito traicionado de la confianza de la mayoría y, del silencio de otros.


Junto aquella  puerta
que atravesé un día
había un muro blanco
que la defendía.

Aquel alto muro
un mundo escondía
que mis ojos niños
no bien comprendían.

Un mundo de gentes
cargado de vida
gente tempranera
que al tajo acudía.

Preguntas constantes
mi mente se hacía.
Para mi sorpresa
pocos respondían.

Verdades, mentiras
valores y vicios
como en un desfile
hasta mí acudían

Mis ojos de niño
crecían y crecían
y se hacían maduros
mientras comprendía.

Un día caluroso
que en levante ardía
junto a pardos hierros
me cambió la vida.

No fue la fortuna
de sedas vestida
con rostro de ángel
que a verme venía.

Fueron mis preguntas
que me socorrían,
que me dieron fuerza
mientras comprendía.


Aquellas vivencias
siguen siendo mías
y no puedo dártelas:
no te servirían

Solo tus preguntas
calmadas, tranquilas
harán que tus ojos
la señal perciban.

Ese es el momento
que cambia la vida.
Mantente despierto
pues llega ese día.

La señal que un día
entre tantos cruces
truenos y neblinas,
te indique el camino.
¡El que tú decidas!


                 Manuel Bellido Milla

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