Club de Letras UCA (Cádiz, Jerez de la Frontera y Algeciras)
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sábado, 4 de enero de 2020

Café de Redacción, diciembre 2019


Debido a un error de coordinación en la convocatoria de nuestro Café de Redacción, por el que os pedimos sinceras disculpas, se han realizado dos encuentros en vez de uno: el pasado día 13 de diciembre y el 18 del mismo mes. Felizmente, y no hay contratiempo que no aproveche en su favor la buena gente del Club de Letras, se disfrutaron ambas en un ambiente cordial y enriquecedor. Aquí van sus crónicas, por Fernando Vázquez y Luisa Niebla:



CAFÉ DE REDACCIÓN

Reseña del encuentro del 13 de Diciembre de 2019 en el Parador Atlántico de Cádiz


          El viernes por la mañana, mi cabeza andaba llena de ruidos (pensamientos, preocupaciones, inquietudes y anhelos) sin poder prever, que iba encontrarme en plena Avenida Andalucía, con un compañero de la UCA que me recordaría de que, por la tarde teníamos una reunión en el Hotel Atlántico.
        
Mi primera impresión nada más llegar al Hotel fue de sorpresa y estupor, ya que esperaba que allí nos encontrásemos un nutrido grupo de personas, sin embargo, a medida que me iba acercando a la puerta, comprobé que solo se encontraba el ponente y un par de compañeros de clase.     

Y, aunque en principio, una voz interior me invitaba a juzgar al resto por su ausencia, a medida que iban pasando los minutos, otra voz me decía; que lo importante en esos momentos residía, en que, "los que estaban, estuviesen". ¡Y qué verdad es!, aunque suene a tópico, que en ocasiones lo accidental, lo espontáneo, lo que no obedece a una regla fija, suele dar mejor resultado, que lo preparado con antelación.
        
Se inició la reunión con una charla informal sobre aspectos cotidianos del día y de nuestros quehaceres diarios, que abrieron el camino hacía temas más concretos y específicos orientados hacia el ámbito de la Escritura Narrativa y sus procedimientos y del espacio de las percepciones, de la estética y del tiempo.

         A partir de ese momento, emergió de forma espontánea una escena quizás muy parecida a la que se producía entre los filósofos griegos y sus discípulos, en ese maravilloso experimento promovido por Sócrates la "mayéutica", en el cual, discípulos y maestro se funden, para generar una constructiva sinergia cognitiva y emocional en la interpretación critica de los relatos. 

         Desde mi punto de vista personal, creo que este es el método más acertado, porque genera entre el orador y los contertulios, un espacio sináptico y vibrante que multiplica las posibilidades de crecimiento de nuevos interrogantes, sobre: porque quien, porque y para que deseo escribir, que es la vida, porque, por quién y para quien vivo. Donde estoy, y hacia donde me quiero dirigir, en esta representación que llamamos "vida".        

         Fue revelador e interesante la preocupación del ponente sobre los enfermos con trastornos mentales, al desvelarnos mediante procedimientos técnicos y vívidos, como la psicología nos muestra que ninguno estamos exentos de pequeños rasgos a veces imperceptibles de neurosis bien camufladas, depresiones, manías persecutorias, histrionismo, etc. Que como suelen decirse; dejan en pañales a los verdaderos trastornos estudiados en la psiquiatría moderna, como pueden ser la esquizofrenia, la psicosis maniacodepresiva, las anorexias nerviosas, trastornos de personalidad múltiples, etc.

         Todo esto reforzó mi convicción, de la urgente necesidad en el momento actual, que cada uno de nosotros, tal como nos muestra los evangelios, invirtamos los talentos con los que hemos sido agraciados, en el desarrollo de una sociedad más justa, más libre y más humana. Y eso solo podemos hacerlo, desde la humildad y la determinación, todo lo demás, podría sonar a ruidos innecesarios para crecer como seres libres e independientes.


                Por Fernando Vázquez




 Café de Redacción. Hotel Atlántico, Cádiz. 18-12-2019.


Convocados por el Club de Letras de la UCA, nos dimos cita en la cafetería del Hotel Atlántico a las 18.00 horas, atraídos por las ganas de compartir nuestras vivencias e inquietudes en torno al tema propuesto para esta tertulia literaria: “El libro que cambió mi vida”.

El primero en tomar la palabra fue José Antonio porque no podía quedarse hasta el final dado que tenía que asistir a la presentación de un libro en la Diputación de Cádiz. Nos decía que hay libros que le han influido como lector, como escritor y como ser humano. Destacó dos títulos que se hayan en la bibliografía de su libro La escritura narrativa, del cual repartió ejemplares entre los miembros del Club que aún no lo tenían. Estos libros son: “El lobo estepario” de H. Hesse y “La insoportable levedad del ser” de M. Kundera.

Aprovechó para recordarnos que está próxima la publicación de su libro “La soledad de los ancianos”, que tendremos una reunión en enero que se podrá celebrar en Cádiz o en Jerez y para sugerirnos un tema para nuestro segundo café de redacción “El trastorno mental en la Literatura”, al hilo de su próximo libro “Cómo luchar contra el estigma de la enfermedad mental”.

El resto de participantes no se hizo de rogar para participar con entusiasmo e interés, saliendo a la palestra la obra poética  de Luis Cernuda como el despertar a la palabra bella y precisa que suscitó el interés y el gusto por la Literatura del primer tertuliano que intervino.

”La edad prohibida” de Torcuato Luca de Tena, “El coronel no tiene quien le escriba” de Gabriel García Márquez y “El corazón tardío” de Antonio Gala, sirvieron al segundo participante para acompañar etapas cruciales en su vida.

Coincidiendo con este tertuliano, otro lector aseguraba que otras obras fueron también compañeras de viaje en momentos vitales grabados en su memoria: “La realidad y el deseo” de Luis Cernuda, el libro de poemas “Los heraldos negros” de César Vallejo y la dramaturgia de Jardiel Poncela como antídoto contra el dolor de cualquier etiología.

Otra sentida tertuliana, nos contaba cómo el libro “El Kempis del enfermo” de Juan Manuel Fernández Piera, le sirvió como una guía de meditación que despertó su espiritualidad dando sentido a su experiencia infantil de la enfermedad.

Para otro tertuliano, “Zalacaín el aventurero” de Pío Baroja, le ayudó a vivir el pueblo, a revivirlo, una vez abandonadas sus raíces cántabras con el traslado geográfico al sur de la Península.

La lectura de “Oliver Twist” de Charles Dickens provocó la escritura de una lectora sensible que apuntó también el beneficio personal que le supuso la lectura del libro “Cuando sea feliz” de Mónica Esgueva.

El mundo femenino en “Cumbres borrascosas” de Emily Brönte y en “Sueños en el umbral. Memorias de una niña del Harén” de Fátima Mernissi, inspiran profundamente a otra lectora, impresionada por la diversidad perceptiva que aporta puntos de vista tan diferentes.

Para otra tertuliana, interesada en el mundo de la locura, sus títulos señeros son: “Los renglones torcidos de Dios” de Torcuato Luca de Tena y “Alguien voló sobre el nido del cuco” de Ken Kesey. Añade otro título: “El último encuentro” de Sándor Márai, donde queda constancia de las heridas imborrables del pasado.

Autodenominada como devoradora de libros, una compañera asegura que los libros le han acompañado toda su vida y, aunque le cueste señalar algunos, se decanta por “Los padres pródigos” de Sinclair Lewis, “El filo de la navaja” de W. Somerset Maugham y “El año de Malandar” de Juan Villa Díaz.

Para otra tertuliana, los libros han guiado sus pasos desde la infancia. Despertaron su sensibilidad literaria aquellos fragmentos de “Platero y yo” que leía en la escuela, su conciencia social los relatos de Charles Dickens, y su vocación escritora la primera novela que cayó en sus manos: “Las cárceles del alma” de Lajos Zilahy.

Otra lectora voraz, coincide en la dificultad de elegir un solo libro determinante, afirmando que su impacto depende del momento en el que lo lees. Pese a esta dificultad, se decanta por “El lobo estepario”, ya mencionado al principio y por “1984” de George Orwell, curiosamente premonitorio de los tiempos actuales en muchos aspectos.

Para uno de los tertulianos, lo que marcó su vida no fue un libro, sino un autor: Gabriel García Márquez; aunque también manifestó su decepción por las versiones cinematográficas que no muestran fidelidad al libro.

Otro participante afirma ser un mal lector y recuerda “El Catecismo” como inoculador del sentimiento de culpa.

Como contrapartida, leemos las preferencias de otro compañero que no ha podido asistir y que asegura que el libro que más ha cambiado su vida es “el Nuevo Testamento” con sus cuatro Evangelios llenos de poesía y de espiritualidad.

“Las Selecciones del Reader´s Digest”, junto a “Narraciones extraordinarias” de Edgar Allan Poe y “Las mil noches de Hortensia Romero” de Fernando Quiñones, han marcado la trayectoria vital y literaria de otro compañero.

Y, por último, un tertuliano describe la lectura de libros como las capas de cebolla que han ido conformando su personalidad, su vida. Menciona los libros de Agatha Christie y la literatura infantil de Enid Mary Blyton como compañeros de su infancia y destaca “Escribir” de Marguerite Duras y “El arte de callar” de José Antonio Hernández Guerrero, como guías indispensables para conciliarse con la soledad propia.

Como podéis comprobar, la veintena de asistentes no dudó en participar, por lo que no pudimos dejar mucho espacio para hacer comentarios, aunque la mayoría coincidimos en no poder limitar a un solo título la influencia de los libros en nuestras vidas.

Se abrió un pequeño debate en torno a las versiones cinematográficas de obras literarias y a las peculiaridades del cine español, francés o norteamericano que dan lugar a enfoques diversos con ritmos propios. Como no había tiempo para profundizar en estos aspectos, sugerimos esta temática para una próxima tertulia de Café de Redacción.

Con un puntualidad asombrosa, a las 20.00 horas, llegamos al final, sorprendidos por lo que había dado de sí este encuentro, encantados por el buen sabor de boca que nos había dejado y agradecidos por la buena voluntad de todo el mundo para compartir un poco de literatura y un mucho de nuestras vidas.

Gracias.

         Luisa Niebla


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