Club de Letras UCA (Cádiz, Jerez de la Frontera y Algeciras)
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martes, 14 de enero de 2020

El agua que empapa el trapo. Sobre la fuente de inspiración externa.



El caudal de información y otros estímulos de las ociopantallas, arrasan los cauces del saber que cada uno tiene anclados. Tanta información desmemoria lo sabido, y desvía la mayoría de veces el plan establecido en el escritor. Por ello, para poder desarrollar lo que se ha establecido previamente, requiere especialmente una buena organización y priorización del tiempo que tenemos, concentración y voluntad.

A la inspiración hay que entrenarla con la abertura de la observación selectiva y el recogimiento del diálogo interior. Eso es lo que hace el escritor en su acto creativo, seleccionar entre el cúmulo de gotas de agua que ha ido recogiendo en un barreño abierto a inclusiones. Unas han brotado del interior y otras, del exterior, incluso la práctica rutinaria de una técnica nos puede llevar a un inicio de creación escritora. Las fuentes de inspiración provienen de sendos caminos tópicos pero eficaces. Al combinarlas somos capaces de engendrar desde un párrafo coherente hasta una novela de mil o más páginas. Escribir es un oficio también, no exento de quebraderos de cabeza –adquirir competencias- y de abandonar otros disfrutes mientras se hace –la vida misma-detrás de la puerta cerrada.

La escritura no se genera sola. En la formación de los rasgos de personalidad de un personaje, por ejemplo, basta con observar una vida cotidiana de un vecino o un personaje de una película, para ir introduciendo ficciones o autenticidades de la persona que escribe. Ese inicio de encuentros, formales o informales, de escuchas o colaboraciones, con esa vida optada, contendrán la posibilidad de que sean transformados en personaje redondo o secundario en ese diálogo interno del escritor o escritora.

Al conocer estas vidas tangenciales a la nuestra, nos revelan vetas inconclusas de su saber vivir, su saber ser, lo que conocen y cómo aprenden, tremendamente estimulantes para esta actividad de creación. Estimulantes para hacernos muchas preguntas, estimulantes para generar hipótesis de vidas con sus consecuencias. Estimulantes como para poder comenzar, complementar o inventar una trayectoria o una estructura narrativa. La escritura favorece que cada uno proyecte en el otro su propio deseo, rellene los huecos.

En la película “El buen maestro”, de Olivier Ayache-Vidal, el protagonista le sugiere a un alumno que rechaza la lectura, que lea el libro de seis palabras de Hemingway “el mejor de sus libros”, según él. Porque realmente esas seis palabras abren al lector a su ampliación y justificación. Sucedió que era tan abarcable esta lectura para el alumno que al conseguir el reto, y haber podido disfrutar de su imaginación por primera vez que, deseó leer más, deseó hablar de ello, deseó darle coherencia desde su perspectiva, y pudo defender su postura ante los otros compañeros de clase. Su pensamiento se estiró como un chicle.


Con este ejemplo llego a la conclusión de la relevancia de la lectura como fuente externa de inspiración de cualquier escritor, en su nivel, con su tema preferido, con los personajes seleccionados, con sus descripciones, etc., en conexión con la vida misma1.

            
                Josefina Núñez Montoya.
                Coordinadora de Reseñas bibliográficas.



1 José Antonio Hernández, “La escritura narrativa”. Club de Letras de la UCA. Curso 2019/2020
            

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