Club de Letras UCA (Cádiz, Jerez de la Frontera y Algeciras)
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jueves, 2 de abril de 2020

Ulises confinado (3)




Herbert James Draper, Ulysses and the Sirens



Apenas si tengo algo en común conmi­go mismo, y debería meterme en un rin­cón, en completo silencio, contento de poder respirar.

Franz Kafka


Hace unos días escuché y vi con interés una entrevista de 1976 a Miguel Delibes en el programa de TVE A fondo, cosas del confinamiento. Me llamó la atención, entre otros muchos asuntos, su interés por retraerse, por apartarse del mundo bullicioso de las multitudes. Y no es el único. Grandes pensadores consiguieron su estado de máxima concentración y rendimiento intelectual gracias al silencio, como Montaigne en la biblioteca de su castillo.

Los grandes progresos tecnológicos en comunicación nos dan la posibilidad de hablar, conectarnos, comunicar, y nuestros mensajes llegan a miles, millones con un poco de habilidad, de receptores. Tenemos a mano tantas herramientas que nos da la impresión de necesitarlas. También disponemos de miles de productos alimentarios y no se nos ocurre atiborrarnos con todos ellos, sin embargo, caemos constantemente en la trampa de la comunicación. Esto solo consigue que el runrún del sonidos y mensajes que nos rodean no nos dejen percibir los verdaderamente interesantes.

Recuerdo que, en mis tiempos de técnico de telecomunicaciones, reparaba con frecuencia un dispositivo electrónico de los radiotransmisores, el Squelch. No era otra cosa que un recortador de señal de entrada que evitaba ruidos innecesarios en el receptor mientras no llegaba la señal deseada. Creo sinceramente, y más en estas fechas de incertidumbre, que tenemos que aprender a que nuestras mentes hagan esa misma función, eliminando opiniones, soflamas, bulos, mentiras y demás sonidos espurios e interesados que solo nos desazonan y confunden. No se trata de atarse a un mástil como Ulises ni de taparse los oídos con cera como sus marinos, no es eso. Es, simplemente, buscar ocasiones de sosiego, encontrar largos espacios de tranquilidad para la reflexión en silencio, como acertadamente nos recomienda nuestro querido José Antonio Hernández Guerrero en su libro El arte de callar.

Jorge Drexler nos mostró con una canción el valor del silencio con un ejemplo muy gráfico con su canción sobre los faros Doce segundos de oscuridad.  




Los marinos saben muy bien que, cuando navegan en la oscuridad, lo que en realidad les ubica no es la luz de un faro, sino el silencio, los segundos de oscuridad que hay entre destello y destello.

Tenemos constantemente en nuestros oídos, ante nuestros ojos, infinidad de mensajes que nos intentan indicar el sendero por el que debemos transitar. Pero resulta que, en los senderos actuales, los de nuestros campos y montañas, está ahora mismo creciendo la hierba y pronto se mimetizarán en la naturaleza. Quizá sea una señal para que, cuando todo esto pase, decidamos si elegir libremente otros caminos por los que transitar.


           Antonio Díaz González

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