BREVE
Y PROFUNDO
Entrevista
con: ADELAIDA BORDÉS BENÍTEZ
Pasaron las navidades, dejándonos a muchos un regusto
a pregón, a palabras y recuerdos que emocionaron a todos aquellos que nos dimos
cita en la Capilla de la Compañía de María. Era Adelaida Bordés, que, invitada
por la Asociación Histórica Cultural 24
de Septiembre de 1810 de San Fernando (Cádiz), recreaba su Navidad más
entrañable. Al final resultó que esa Navidad, la suya, era la de todos.
¿Qué debe de tener un pregón para
llegar y emocionar a los oyentes?
R.-
Un pregón es una exaltación y, en este caso más que en ningún otro, se echan
mano a los recuerdos. La Navidad se presta a ello, por la ternura que despierta.
Es frecuente que en las reuniones familiares de esta época, el recorrido
empiece hacia atrás, desde el año anterior hasta que el abuelo acapara la
atención mientras encadena sus trastadas de juventud con su vida de casado, su
primer hijo, sus nietos. El pregón se nutre de estos detalles con los que el
pregonero tiene que emocionar.
En tu caso, antes de la escritura fue
la lectura, ¿qué magia atesora la Literatura para ser capaz de atrapar a una
niña de muy corta edad?
R.-
La lectura es el alimento de la imaginación. En mí fueron los cuentos que me
contaron y que luego leí, para luego conocer a Enyd Blyton que alternaba con
los tebeos y un montón de títulos que andan todavía por casa. Los del colegio
eran más concretos, Martín Vigil, el padre Coloma, el Quijote para niños,
imposible recordarlos todos, pero vuelven de vez en cuando, sí. Yo leía y
escribía porque no sabía dibujar, como mis hermanos. Creo que esa fue la razón,
el comienzo de una aventura que no ha terminado.
Lectura y escritura, un tándem que a
ti te ha hecho viajar por el mundo, alojándote en los mejores hoteles. ¿De
verdad se viaja tanto cuando leemos y escribimos?
R.-
Y sin abandonar el abrazo del sillón. Es un rato en el que estás viviendo una
vida paralela que se interrumpe para continuar más tarde. Es como un
desdoblamiento, lo más parecido a una bilocación, sólo que en ese otro mundo
eres tan invisible para los personajes como invisible es la historia para quien
te ve con ella entre las manos, que sólo tiene tu referencia física, el lugar
que ocupas, le silencio roto de forma suave por el paso de las hojas.
¿Por qué escribes?
R.-
Porque me permite vivir intensamente, sin límite de tiempo, porque puedo ser
quien quiera o lo que quiera. Lo hago desde pequeña, cuando en los cuentos que
leía había un personaje al que yo creía merecedor de su propia historia. Se la
escribía y ponía la hoja sobre la página donde aparecía.
Tu primera novela fue La última lágrima. Su lectura te deja
con el corazón metido en el puño Los temas más duros, como la pederastia y la
prostitución, están presentes en sus páginas. ¿Qué pretendiste al escribir una
obra tan intensa y bella?
R.-
Nació como un relato pero vi que pedía más, por eso seguí trabajando. Me
entusiasmé con la documentación, la trama se fue enriqueciendo hasta que tomó
forma de novela. Fue un paso muy importante, porque me permitió vivir con los
personajes mientras duró el trabajo y sufrir cuando el punto final indicó que
ya no eran míos aunque sigan conmigo.
Tu segunda novela fue Fideos con caballa, el nombre de un
plato muy gaditano. ¿Qué representó para ti esta obra?
R.-
Un sueño hecho realidad. Desde que empecé a escribir, quería hacer una novela
sobre La Isla. De hecho había bastantes libros de autores locales muy documentados sobre el
tema, por lo que el planteamiento lo tenía difícil. Tras darle muchas vueltas
creí que lo mejor sería que no hubiera protagonistas, antagonistas ni
secundarios, que los personajes tuvieran las misma importancia. Así nació
Fideos con caballa.
¿Qué queda en San Fernando de la
sociedad del XIX que tú retratas?
R.-
Queda el sentido del humor en forma de retranca, la cultura de la calle, el día
a día, el olor de los churros calientes y el café del 44 que parece correr cuestecilla
arriba, pegándose al paladar, dejando un sabor a frito dulce inigualable. Quedan
la observación, el comentario y la conclusión bajo los árboles de la Plaza del
Rey, el olor a marisma al anochecer y a naranjas en Navidad.
¿Cuáles son los autores de los que te
muestras deudora?
R.-
Son tantos que la lista no podría acabarla. Valle-Inclán, Pío Baroja, Juan
Ramón Jiménez, Gabriel Miró, Miguel de Unamuno, Ana Mª Matute, Carmen Laforet, Leopoldo
Alas Clarín, Carmen Martín Gaite, Viginia Woolf, Clarice Lispector, Eudora
Welty y muchos más, a los que siempre vuelvo.
¿Cuál es la fórmula mágica para
escribir una buena novela?
R.-
La lectura, profundizar, comentar, anotar, releer, un proceso que no acaba.
Cuando nos decidimos a escribir, la observación y la documentación tejen la
urdimbre en que se cimentará la historia. Tras las correcciones viene la
autocrítica y más correcciones. El escritor ha terminado, sabe cómo está hecho
su trabajo. El lector es quien dice si su obra es buena o no.
Naranja
y botella
es una biografía del pintor local Ángel Torres Aleu. ¿Qué debe tener un artista
para ser merecedor de de que se escriba y publique su biografía?
R.-
Era la ilusión de Ángel Torres. Fue un intercambio entrañable: él hizo la
portada de Fideos con caballa y yo trabajé en su biografía. Fue un tandem muy
entrañable. Las conversaciones se iban emparejando con la documentación, la
selección de sus obras, en fin un trabajo muy interesante en el que aprendí
mucho.
Llevas diecisiete años escribiendo
semanalmente un artículo de opinión en el periódico San Fernando Información. ¿Qué peligros encierra exponer de forma
pública y notoria nuestros propios pensamientos y opiniones?
R.-
Ninguno si se hace desde el respeto. El fin de un artículo es general opinión y
no siempre va a ser a favor, porque hay tantas como lectores. Lo importante es
no olvidarlos, que tres minutos de su tiempo se los está regalando a tu texto
aunque sea para concluir en que no le gusta, y esto merece todo el respeto.
Sin pensarlo dos veces, di el nombre
de un libro, un poema y un pensamiento que te
acompañen en la vida
R.-
Es difícil pero haré un esfuerzo: Sonata de estío, de Valle-Inclán; El viaje
definitivo, de Juan Ramón Jiménez; Hay tres cosas que no se pueden ocultar: el
humo, el amor y un hombre subido en un camello, un proverbio árabe y anónimo,
aunque hay una muy parecida de Buda.
Ramón Luque Sánchez
1 comentario:
Una gran escritora, entrevistada por un gran poeta...¡Perfecta ¡Un abrazo a los dos! Marisú
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