Andamos en horas, inseguras horas
dentro de una vasija de cristal opaco
nada se detiene en arrollar vidas
somos equilibristas sin redes
ignoramos el viento que nos llega.
No sabemos decir adiós
nadar contra corriente
porque de salmón, el humano no tiene nada.
Llevamos la mirada de frente
no tenemos retrovisores
a veces ni miramos a ambos lados.
Somos estatuas movibles
sale el sol o llueve, que más nos da
salvo que no estemos protegidos.
Pecamos de indiferentes
como causa de los excesos
nada nos parece relevante, incluso la muerte.
Obviamos hablar del aroma de una rosa
o de las lágrimas de un niño dolorido,
de la calidez de unas manos amigas,
del sueño que nos acompañó en los sueños
y en esto está la vida, en soñar,
que nada ni nadie, nos lo estropee.
Francisco Herrera López
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