Club de Letras UCA (Cádiz, Jerez de la Frontera y Algeciras)
Director: Profesor de la UCA Dr. José Antonio Hernández Guerrero
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Antonio Díaz González
Ramón Luque Sánchez

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martes, 18 de febrero de 2025

A RAFAEL ALBERTI

 


 

Naciste en el corazón del Puerto

Eras el quinto vástago acunado

Tus ojos almendrados

Descubrían el mundo lentamente

Despertabas precoz, inteligente y rebelde.

 

Vivías muy cerca de la porteña ribera

Tus paseos dabas, junto al río bullicioso

Afanado mirabas, desde el final del espigón

A punto de fundirse con el mar en cabecera

Veías la Punta de San Felipe, la ciudad, el puerto,

Su bocana, los barcos de la rada en formación

Iban a las islas y a otras partes del mundo.

 

A quince años, un traslado familiar repentino

Te cambió lo inmediato, el habla, sus gentes

La capital os acogió, se daban otras costumbres

En su parte del cielo surgían colores nuevos

Tierra, ocres, amarillos, azules, violetas

Plasmaste obra con tu paleta y se admiró.

 

La pérdida paterna y una afección pulmonar

Te llevó a la sierra madrileña a reposar

Allí compusiste tu obra cumbre a la ocasión

En un momento de profunda conexión

Ahora celebramos su primer centenario.

 

Sin saber lo que sucedería en esa zona después

Donde la libertad con sangre se defendería

Entre colactáneos y camaradas, surgieron

Noches negras, mortíferas, atronados bombardeos

Iluminaron el cielo del Alto del león.

 

 

En tu tierra fuiste perseguido y vigilado

Por la ideología que siempre te acompaño

Compartida por amigos, intelectuales, escultores y pintores

De tu creativa e ilustrada generación

Dispuestos a dar al mundo otra significación.

 

Marinero, tú naciste, y fuiste sin viento trasladado

Tu viaje en barco, tantas veces añorado, surgió

El conjuro a la sirena, fue escuchado, sopló velas,

Roló el viento, escoraste lentamente, hasta mar abierto

Te fuiste a los confines, en crucero inesperado

Sin gorra de capitán surcaste mares

Navegaste de proa, para no ser abordado

Defendiendo por el mundo derechos y libertades

Allí te cupo por suerte, la esperanza por los lados.

 

El dragón se reabsorbió, surgió la nostalgia

La luz del horizonte se abría, era visible

El olor a mar, del mar, se quedó en tú pituitaria

Era momento de volver, de iniciar el regreso deseado

Tu casa de la ribera de nuevo, tu llegada espera

Para entregar aquello que sembraste y propugnaste

Y así, descansar en polvo, en tu amada tierra

Donde tu mar recogió tu cuerpo.

 

© Isabel Canales


martes, 4 de febrero de 2025

La sombra de Baudelaire


Aquel que se distingue en la estructura socialmente convenida, dominada y permitida, hasta reglada, dispuesta al servicio meritorio, evitando que brille aquel que sobresale, hasta dejarlo sin luz, más cruel aún, cegarlo, fue llegando lentamente al oírlo crecer.

 

Temas en rojo punteados y significados con la esencia de la vida, vinculados directamente con la parte humana, de la satisfacción de sus necesidades básicas de intimidad, del deseo de contacto, su expresión emocional, las señales de placer del amor, de los que no puede revelar, ni compartir, por estar reprobados.

 

Sucediéndole, agitándole y sumergiéndose en el fango del delirio hasta su foco, viendo y sintiendo el marasmo ininteligible de la penumbra humana, observando sus álgidos momentos, la reverberación de sus ondas, en la estela nebulosa de los turbios sentidos, en concatenación secuencial de lo experimentado, vivido a su vez, de lo observado y sentido, necesita plasmarlo para ser recordado.

 

Ahí es, donde las hordas pétreas, padres espurios de la obligación ético-moral sin ser otorgada, la manifiestan, ponderándose, surgiendo de la mediocridad consentida, con peso y socialmente sublimada, enjuician y frenan.

 


©Isabel Canales

 

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