Intervención de María Luisa Niebla en el Acto de Clausura del Curso del Club de Letras 2015-2016 en Algeciras el pasado día 13 de mayo:
Specvlvm,
un espejo y una pantalla
Aunque uno de los objetivos
principales de nuestra revista Specvlvm sigue
siendo el de hacer público nuestros textos, también lo es el mejorar nuestra
calidad literaria mediante la crítica de los lectores y, sobre todo, a través
de nuestra autocrítica. Al mismo tiempo, Speculum nos ofrece la
oportunidad de alimentar el crecimiento de nuestra sensibilidad estética mediante
el conocimiento de las obras más importantes de la literatura universal e,
incluso, la de evitar el olvido de los escritores de nuestras tierras.
Sólo a manera de ejemplo, podemos recordar cómo los
versos de Virgilio nos animan a trascender los quehaceres cotidianos
para descubrir el tesoro espiritual encerrado en la vida ordinaria.
Y si Ovidio nos ofrecía herramientas potentes
para lograr el amor, para expresarlo y para conservarlo, además de un nutrido
repertorio de recursos literarios para elaborar textos poéticos sugerentes y
divertidos, también tuvimos la oportunidad de escuchar a Dante cuando canta
al amor ideal -divino y humano- que, cuando se hace concreto en una persona, es
concebido como sentimiento, como clave y como meta de la vida.
Rabelais, con su crítica
despiadada a los hábitos trasnochados, con su burla hiperbólica a las
costumbres inhumanas y, sobre todo, con su incansable tarea de desarrollar las
posibilidades expresivas del lenguaje, nos invitó para que revisemos nuestras
maneras convencionales de estar en el mundo, y para que renovemos nuestros
estilos literarios.
Miguel de Cervantes, ese maestro
cercano que representa la cima y la síntesis de nuestra literatura española,
nos estimuló para que miremos la complejidad de la vida a través de las luces y
de las sombras que animan la existencia humana y para que, de esta manera,
seamos capaces de admirar la integridad del mundo en el que, ansiosos, nos
movemos.
Y si Gustavo Adolfo Bécquer, con su voz
suave y firme, nos muestra el poder transformador de la imaginación cuando es
fecundada por la sensibilidad andaluza, Juan Ramón Jiménez -poeta
esencial- nos dibujó los caminos convergentes del silencio comunicativo, de la
interiorización espiritual y de la sensibilidad corporal.
De José Luis Tejada, tomamos la intensidad
expresiva de su palabra cálida, colorista y popular y, mientras Carlos Murciano
nos anima con su audacia inventiva, Caballero Bonald nos ofrece un
equilibrio armónico entre la literatura clásica y la actual.
Schiller nos explicó cómo “La
construcción de la auténtica libertad es la más completa de todas las obras de
arte”, y el humanismo de José Luis Sampedro, nos incitó a colaborar,
desde nuestra responsabilidad como escritores, en la consecución de un mundo
mejor.
De Franz Kafka aprendimos la fuerza expresiva
de las paradojas, de las hipérboles y de los juegos de palabras, y con Edgar
Allan Poe, nos hemos sumergido en otros mundos para encontrar un sentido a
esa obscuridad que está latente en nuestras vidas.
Gracias a los heterónimos de Fernando Pessoa,
ya sabemos que los personajes literarios son esas personas con las que nos
cruzamos en nuestras calles y que hacen que enriquezcamos nuestra capacidad de
crear personalidades nuevas.
A Miguel Hernández, además de mostrar nuestra
admiración por su testimonio de coherencia, le expresamos nuestra gratitud por
el rico legado que nos ha dejado y formulamos nuestro compromiso de colaborar
en esa revolución espiritual que sitúe al ser humano en la cumbre de nuestros
mejores anhelos y como eje de nuestros trabajos.
Hermann Hesse nos sirve de modelo para
que nos esforcemos por explicarnos a nosotros mismos y por encontrar el camino
que nos permita reconciliar el pensamiento con el sentimiento, la ciencia con
el arte y la vida con la literatura.
Carlos Edmundo de Ory
nos hizo comprender cómo la paradoja -esa contradicción siempre aparente-
constituye la clave de la literatura y de la vida, y gracias a la fina
sensibilidad de Pilar Paz Pasamar, estamos dispuestos a concebir y a
vivir la poesía como la vía directa para penetrar en el fondo de las emociones
y para sintonizar con todos los seres creados.
Y, finalmente, Manuel Fernández Mota nos
convenció de que el arte y la cultura constituyen unas potentes palancas que
elevan al hombre sobre la naturaleza, y de que la Literatura es una vía
apasionante para penetrar en las cosas y en la vida, para extraer sus
componentes elementales, para comprender al ser humano y para crear un mundo
más confortable.
María Luisa Niebla
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