He
probado herir la tierra con mis manos,
Igual
que hieren mis palabras y actitudes a veces, y…
Mis
silencios, dónde quedaron sin clamar justicia
mis
miradas, porque oculto los secretos de mis pensamientos
mis
desidias, a veces me piden palabras y soy mudo
mis
envidias, de los sueños y las realidades
mis
inseguridades, cierro mis manos y me vuelvo puños
mis
insensibilidades, no escuché esa voz
lastimera, ¡que vacío!
mis
sordos oídos, oí el viento, pero no el dolor ajeno
mis
renuncias, llegué temprano y me dije es tarde
mi
dejadez, perdí en la tarde, los sueños de la mañana
mis
olvidos, olvidé amar, olvidé abrir la puerta, ¡olvidé tanto!
mis
justificaciones, cerré mis ojos y achaqué a un lapsus
mis
estupideces, que pequeño me sentí, ante lo injustificable.
lo
haré mañana, qué baúl más grande es ése mañana
mis
sentencias, vi la paja en lo ajeno y olvidé mi propia viga.
mi
voz sin razón, eleve la voz, para sentirme fuerte.
mis
juicios de valor, antepuse mis creencias, a mis propias realidades
volver
la cara, a veces quiero justificar los miedos y están hay.
Y
la tierra no se ha quejado de mis manos
se
ha movido sin dolor, sin sangre
¿
pero nos ocurre igual cuando herimos a otro ser humano?
Francisco
Herrera. Junio 2018.
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