Club de Letras UCA (Cádiz, Jerez de la Frontera y Algeciras)
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lunes, 14 de octubre de 2019

Terra incognita






Pocas veces he percibido tanta conexión entre una obra y su prólogo como en esta novela de Mauro Barea, Terra incógnita. Aquí, el historiador Salvador Campos Jara, nos orienta con una extensa relación de anteriores trabajos sobre el personaje Gonzalo Guerrero, héroe épico y personaje principal de la novela. Con su extraordinario conocimiento del personaje, se pregunta también en estas letras si no servirá este texto como herramienta para conocernos mejor nosotros mismos y afirma que Terra incógnita es “una trama y documentación verdaderamente sólidas llevados con un pulso narrativo magistral”. Y es que Mauro Barea podría haber aprovechado sus extensísimos conocimientos sobre la historia de Gonzalo Guerrero para crear una buena novela plagada de datos históricos, pero en vez de eso, decide hacer vivir a sus personajes sobre emociones y vivencias nítidas, sin que el protagonismo de sus datos históricos apabulle o ensombrezca la aventura épica de sus personajes. Consigue así, no una buena, sino una magnífica e imprescindible novela con la que despertar todos nuestros sentidos.


Mauro Barea, mexicano residente ahora en Andalucía, nos describe el viaje de un andaluz que, a pesar de haber permanecido en las sombras durante siglos, renace de nuevo en nuestro imaginario mítico. Su viaje, guiado siempre por un “Destino” inevitable, se desarrolla en el siglo XVI, en plena fiebre conquistadora española. Un viaje hasta poniente hasta convertirse en renegado, náufrago, esclavo, jefe militar maya, libertador y que, curiosamente, resulta el mismo trayecto que Mauro realiza ahora hacia levante buscando literariamente al héroe en esta obra. 



Desde el principio, se percibe en su lectura un aire poético que huye de la descripción materialista y vacía. Sus párrafos están cargados de riqueza narrativa, tanto de situaciones como de términos, sin dejar a un lado un ritmo narrativo que va creciendo hasta embriagarnos. Nada más terminar el primer capítulo, el lector ya se ha visto envuelto en un misticismo maya, una atmósfera absoluta que está por encima del bien y del mal. Y uno, que presume casi siempre de su agnosticismo, duda si no será ese el verdadero espíritu de la humanidad, si no será ese ambiente de volutas de incienso tan sólido como el rocoso y sagrado relieve de sus glifos y paredes labradas, y uno comienza a dudar, también, de la artificialidad de todo aquel tsunami que, terriblemente, los arrastró desde Oriente. En Terra incógnita hay muchas referencias al Gonzalo Guerrero español, pero también, y casi con más fuerza, al andaluz, con su filosofía propia y bien definida, algo que egoístamente tengo que agradecer a Mauro Barea.



Mauro crea con esta narración un entorno, un mundo nuevo, mezcla del encuentro de las dos formas de vivir. Y no solo lo hace con la atmósfera que crea, también lo consigue con la figura del narrador. Pocas veces caemos en la cuenta de que la figura del narrador en una novela es un personaje más, otra de las creaciones del autor. Pues bien, el narrador de Terra Incógnita no es Mauro Barea, es una figura creada por él magistralmente, alguien que también se mueve, discurre y habla desde una atmósfera nueva. Casi puede oírse su entonación neutra, sin acentos, lo que le hace cobrar autoridad, tanto para describir una escaramuza indígena en la selva del Yucatán como para moverse entre hijosdalgo y castellanos rancios en una tasca española. No escribe desde México ni desde España, sino desde esa mezcla equidistante de dos filosofías antagónicas. .


Resulta curioso que, en esta orilla, se creara el concepto nuevo mundo para definir una realidad como mínimo tan antigua como la nuestra cuando, a mi entender y coincido con Mauro Barea, ese concepto debería ser aplicado al que surgió con el encuentro, al que fue conformado con la mezcla de dos culturas muy diferentes.

En Terra incógnita están muy bien descritos los intersticios de la conquista de América. Las discusiones previas a las campañas, los planteamientos, motivos personales, de honor, etc. de los hombres que se introducirían más tarde en la selva para dominar a otros pueblos. Estos hechos se narran aquí con tal naturalidad y con un realismo tan eficaz que apenas asoma, sin estorbar, el indudable y extensísimo trabajo de estudio y documentación del autor. Terra incógnita resulta una excelente herramienta para embarcarse en las carabelas, sufrir los embates de las tormentas y demás calamidades y afrontar, fondeados en alguna bahía, el nervio de ver indios entrando y saliendo de selvas interminables y exóticas, pero también para caminar entre los soldados del Mayab y sorprenderse con ellos de la llegada de las carabelas cargadas de arcabuces, caballos, mastines, cañones y tambores, y sentir con ellos la emoción y el terror de sus primeros estruendos. 

Pero no nos confundamos, de todas las virtudes de esta novela no hay ninguna que borre un ápice su facilidad de lectura, su magnífica forma de llevarnos hacia las emocionantes páginas finales, su control de la trama y su ritmo narrativo. En definitiva, como en tantas otras historias épicas, ésta es una novela en la que cada lector o lectora se va a reconocer en alguno de sus personajes y, consecuentemente, va a disfrutar con cada página. Muchas felicidades, Mauro Barea, por esta magnífica obra. 


        Antonio Díaz González

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