Aquí,
Brines, Francisco y los adentros
fiel
a días de lluvias y tormentas
nacido
para hacer poesías
cómo
agujas que salieran del corazón.
Ay,
¿y el mañana? quedarás, si
como
José Hierro o Valente
Rosa
Conde o Félix Grande,
dueños
de una poesía de llagas
de
sacar entrañas de las entrañas.
Llegaron
días de gloria
pero
el perfume del pasado,
aún
mal oliente, perdura
quedó
como una capa en la piel
que
el cuerpo asimiló necesariamente.
La
lejanía, un exilio voluntario, Brines
no
más lengua que la propia
difícil
es comulgar con Cervantes
y
dormir con Shakespeare.
Porque
la poesía exige tierra, sangre,
llantos
sin lágrimas y voces de dolor
como
cuando naces y pides mamar.
Tener
voz para los silencios
silencios
que no quieren silencios
dejar
el corazón como vocero
y
que entienda, el que entienda
y
a veces, no te entiende nadie.
No
quieres rimas, y ¿para qué?
¿Endulzar,
la amargura propia?
Si
la vida no es dulce, es aprender
ay,
aprender de los errores
que
a veces son irremediables
hacen
daños ajenos y propios
y
no poder decir la verdad
con
la boca y suena a secreto
en
la metáfora, ahí, no es lamento
es
simplemente, desahogo.
Francisco
Herrera López.
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