Lo
que embellece al desierto es que esconde un pozo en cualquier parte.
Saint-Exupéry
Desde
que el agua arrastró mi casa, el tiempo se hizo lodo. Me encontré desbaratada.
Perdí la orientación y busqué un lugar donde agarrarme a la vida. Fui tras los
recuerdos. A muchos conocidos los arrastró la corriente. Pasé frente a libros y
papeles amontonados en desorden por el peso del barro; murieron prematura e
inesperadamente y se convirtieron en raíces de celulosa irrecuperable.
Mi
ciudad se había deshecho y los políticos culpables procuraban excusarse
compadeciendo a quien ayer fue feliz y despidió a la felicidad mientras daban
los buenos días al dolor.
Fue
Júpiter cuando era un dios del cielo quien se vengó del descuido humano e
invocó al dios egipcio Set para que desatara el caos. Los que daban órdenes han
perdido la autoridad para dedicarse al becerro de oro, pero dentro del hombre
florecía la compasión; aún éramos necesarios, porque cuando nos dimos, supimos
recoger los brazos agradecidos del que lo perdió todo en las profundidades del
mar.
Guadalupe
Pereira Bueno
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