Club de Letras UCA (Cádiz, Jerez de la Frontera y Algeciras)
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martes, 10 de mayo de 2022

FÍSICA CUÁNTICA

 


 

Foto: "La Fontana de Trevi, en Roma". Fuente: La Vanguardia (Getty)


 

En Física, el Principio de Indeterminación de Heisenberg (también conocido como el Principio de Incertidumbre, una de las bases de la Mecánica cuántica) establece que no podemos determinar simultáneamente ciertas variables de las partículas subatómicas -por ejemplo, la velocidad y la posición de un electrón- ya que al realizar la medida, el propio investigador provoca un error en las observaciones, por muy perfectos que sean los instrumentos utilizados.

 

Quiere esto decir, aplicado a la Biología o a las Ciencias Sociales, que al estudiar un determinado comportamiento, modificamos con nuestra presencia la manera de actuar del sujeto examinado. Por eso nos decían las madres -igual que hacemos nosotros con nuestros hijos- que “les gustaría vernos por un agujerito” o sea, saber de verdad qué hacemos cuando creemos que no nos mira nadie.

 

A veces he recordado este principio al visitar algún lugar maravilloso, recomendado por las guías de viaje, y no poder disfrutarlo, rodeado por cientos de turistas que –como yo- se aprovechan de la accesibilidad que tiene hoy cualquier lugar del mundo, por remoto que parezca, y además a bajo coste. Qué desengaño no poder contemplar ese sitio mágico silenciosamente, capturar la foto soñada, pasear de forma pausada meditando sobre las personas que construyeron siglos atrás determinados edificios o maravillarse del trabajo de la Naturaleza para conseguir algún paraje de ensueño.

 

Sí, el Principio de Incertidumbre también tiene que ver con las consecuencias de la turistificación, un sustantivo recién inventado que alude al impacto de las multitudes en ciudades o espacios naturales singulares. Así, un barrio, una calle, un monumento, una sierra o una playa quedarán inevitablemente afectados proporcionalmente al número de visitantes que reciben. Y si hasta aquí hemos llegado nosotros, no cabe duda de que también lo habrán hecho ya otros miles. Y queda uno frustrado, como Heisenberg al acercarse a los electrones, desviando sus coordenadas atómicas con su mera presencia.


                       Agustín Fernández Reyes

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