Nacimiento 1
Me veo por primera vez un lunar en la punta del dedo
índice. Me restriego el dedo con saliva, luego con jabón, me lo seco. Sigue
ahí. Es una estrella en mi cuerpo, me digo. Pero mi hija interrumpe mi
hallazgo.
-Me parece que el parto de Venus ha empezado, me dice.
La perra araña la alfombrilla queriendo hacer un
boquete. Jadea a la vez que rompe el empapador. Mi hija se sienta a su lado
sobre el taburete. La acaricia y le habla con una dulzura maternal. La observa.
Sabe que después del primer cachorro debe nacer el segundo antes de veinticinco
minutos, si no, debemos llamar a la veterinaria. Venus se tumba, jadea,luego
silencio. Una pequeña cabeza aparece por el orificio. Mi hija sigue las instrucciones. Con los
guantes de látex nota que se expulsa el cuerpo y ayuda con un suave tirón. La
lengua de Venus lame al cachorro, se come su envoltura y los líquidos
derramados. Es una estrella en el suelo.
Nacimiento 2
Mi sobrino se quita el chaquetón. Cuelgo los dos en la
percha de la entrada. Llevo la maleta a su cuarto. Me pide agua. Se la doy.
Pongo a calentar el tomate para los espaguetis. No deja el vaso mientras
recorre la casa.
-Hay más fotografías de mis hermanos que mías –me dice
cuando vuelve a la cocina y me da el vaso vacío.
Ha comenzado una modesta tutoría.
-Realmente enmarco las que me dan- respondo.
Cuando estamos en el estanque cercano y él serpentea
trozos de migas de pan a los patos, le hago fotos con el móvil. Pulso el clic con
el dedo del lunar: de medio cuerpo –que se vean sus manos; de su rostro alegre; con el cuerpo inclinado,
abierto a la observación y al descubrimiento, justo cuando el ánsar le da un
picotazo.
Nacimiento 3
-Con la hélice del barco. Esta mañana cuando fui a
pescar -me responde él.
Se deshace en la boca, sabe a él, jugoso. Es un voraz
con la boca abierta y los ojos son lunares como estrellas.
-¿Es grave la herida? -le pregunté
-Ya estuve casado, no necesito a nadie más en mi vida.
Ya he contestado demasiadas preguntas.
Se me agrió el dulzor del voraz. Por eso nado y
braceo. Sé que no debo irme tan lejos. El anzuelo está más adentro y sé que no
sabré a voraz si lo muerdo. Me siento como él. Debajo del mar todo es borroso aunque
perciba el azul intenso como una sábana que asfixia. Pero mi cuerpo es una
estrella hundida que no me permite quedarme ahí.
Josefina Núñez Montoya. 170422
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