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El Séneca de José María Pemán o cómo leer en español “a la manera de Séneca” (II)
“Si Dios sacó un
mundo de la Nada, Séneca de la ná ha
sacado una filosofía”. Lleva razón Pemán, porque cuando alguien dice a otro
“eres un Séneca”, se refiere a que es sabio por naturaleza, cuya sabiduría se
la debe a la escuela de la vida y a sus experiencias. Y sigue describiéndolo
como aquel “de resignación sabia, intuición rápida e inventiva innata por la
que salir del paso airoso, […] aquel que no le hace falta hacer política ni
ética, ni propiamente filosofía […] sino que trata de hacer hombres que vivan
limpiamente y el pueblo tiene finísimos instintos para detectar a los seres
humanos”.
Fue escrita esta
obra de teatro en unas circunstancias históricas en las que eran
imprescindibles el uso sutil del lenguaje “con el acento vaporoso de la baja
Andalucía” para la emisión de pensamiento sin tachadura, en un tiempo “de
reticencia celosa” en el que era necesario hablar entre “algodones de prudencia
y cojines que amortiguaran a las palabras”.
El personaje de
“el Séneca”, inspirado en el capataz de sus viñas de Jerez, fue interpretado
por Antonio Martelo, quien murió en accidente de tráfico. Fue tal la
identificación entre personaje y actor, que Pemán decidió no sustituirle dando
por finalizada la serie de televisión. En pocas ocasiones se ha sentido la pérdida a la vez de personaje y
actor por el público y por el mismo autor.
El profesor
Hernández Guerrero en su trabajo,
lo describe ante todo como poeta, su poesía es “su tarea vital. Constituye su
visión globalizadora y la explicación descriptiva de su existencia, Pemán es
poeta porque contempla, siente y cuenta la vida como un poeta”.
Una visión
globalizadora del pasado y del presente, como lo es la siempre viva filosofía
de Séneca (Corduba, 4 a.C.- Roma, 65 d.C.), quien en su doctrina sobre el arte
del vivir, refiriéndose a la brevedad de la vida, dejó escrito que “la vida no
es breve como parece, quien hace que así sea es porque no sabe aprovecharla”,
“aquel que mejor vive la vida es el sabio porque recuerda sabiamente el pasado,
aprovecha el presente y dispone el futuro”. Se pueden asimilar estas palabras a
la intención de Pemán con esta obra de teatro, a la que impregna de un sutil
“senequismo” insertándola así en la tradición literaria española. Además hace
un uso del lenguaje picarista, el de la gramática parda del pueblo, refraneros
y con ese gracejo que recuerda las canciones de Andalucía. Es decir, una manera
genuina de contar al mundo entre chanzas
y burlas sus veras, hacer reír y dar una lección de vida, lo cual es, en mi
opinión, el arte de saber leer en español a
la manera de Séneca.
Pero sobre todo,
Pemán dota a la obra de un significado providencial sin el que el autor no
hubiese podido decir escritas “las cuatro verdades de una raza zarandeada entre
la ilusión y la desilusión […] si no fuera por esta filosofía parda, aprendida
durante la rabona de la niñez, la aventura de la juventud y la asentadura de la
noche madura, sin ella es imposible estar anímicamente de vueltas, y tan sólo
en esta tierra nuestra, solamente podríamos caminar por los trillados caminos
que han marcado por siempre jamás los que tienen misión de marcar”.
Aurora Romero
Prólogo
de José María Pemán a su obra El Séneca,
Granada, Biblioteca de la Cultura Andaluza, 1984.
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