Imagen obtenida de la web: https://ciberespiral.org/es/
Parte 1.
Antes de llamarse Cleptonia,
éste país tenía otro nombre muy antiguo y mucho más aburrido, nombre que hacía
alusión a una especie abundantísima de su fauna animal, fíjense ustedes que
vulgaridad. Aunque eso fue antes que llegaran los Cleptones, llevándose con
ellos tan arcaico nombre. Fue entonces al hacerse con el poder, cuando
decidieron llamarlo de esta otra forma mucho más apropiada para los usos y
costumbres modernos. Y así, nació Cleptonia.
No se podía decir que
fuese un país rico, pese a lo cual, la clase dominante, los cleptones, se
empeñaban en parecer todo lo contrario, razón por la cual, mientras ellos se
hacían inmensamente ricos, todos los demás se empobrecían más y más. Esta
situación era la consecuencia de sus insuperables ganas por aprender y no crean
ustedes que una enseñanza cualquiera, no. Los habitantes de Cleptonia que
disfrutaban de tan inmensas riquezas pertenecían a la élite de los Cleptones y se
afanaban con verdadero interés y fruición en el aprendizaje privado de la cleptología,
como estaba mandado.
De los Cleptones, se
nutría una clase gobernante que, en estricto cumplimiento de la legalidad
vigente, se empeñaba con afán en defender sus intereses propios, dado que sus
códigos de conducta, muy estrictos, les prohibían tajantemente pensar en los
demás cuando de enriquecerse se trataba. Ambos grupos de Cleptones: las élites
y los gobernantes, habían forjado después de años de empeño, un sistema
político con el que desarrollar cómodamente su loable quehacer diario, por
ello, Cleptonia era una de las cleptocracias más avanzadas del mundo y sus
leyes y costumbres, estaban perfectamente “engrasadas” para que a todos los que
no fueran Cleptones, se le fuera quitando lo suyo, eso sí, dentro de la mayor
armonía y con la máxima delicadeza. De esta forma, fluían ríos de caudales
desde aquellos desgraciados que no habían sabido conquistar un lugar entre los
ahora dominantes, hasta la inmensa variedad de cleptocratas, arrimados,
consentidos, etc. es decir, las personas de bien, que gracias a Dios, se
repartían por toda la geografía de Cleptonia.
Las finanzas de
Cleptonia estaban dominadas por las Entidades Cleptoras; créanme ustedes, una
delicia de organizaciones que solo pensaban en el dinero del prójimo, como es
natural, esforzándose mucho en mejorar continuamente los sutiles mecanismos y
variadas formas de ejercer su labor cleptómana. Así, conseguían apropiarse cada
vez con más eficacia y sutileza de los bienes, servicios y aún de los derechos
de los habitantes de Cleptonia. Para ello disponían de herramientas fabulosas
como la indolencia y la ignorancia de los parias y perdedores, es decir, de
aquellos que a pesar de las oportunidades que a diario se les ofrecían, se
obstinaban una y otra vez en ganarse la vida simplemente con un trabajo. ¡Qué
vulgaridad!
En fin, cosa que como
ustedes pueden comprender no siempre se les permitía no fuera a ser que se
acostumbraran y creyeran que todo el monte es orégano o se imaginaran con
derecho a tener un trabajo digno y para toda la vida. ¡Que hasta ahí podríamos
llegar!
Continuará…
Manuel
Bellido Milla
No hay comentarios:
Publicar un comentario