Club de Letras UCA (Cádiz, Jerez de la Frontera y Algeciras)
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lunes, 26 de abril de 2021

El gas argón


Vivo en el noveno piso. Me gusta sentarme junto a la ventana.  Cuando la cierro ahora, la luna no figura doble en el cristal. Desaparece la intersección de los círculos. Afuera hace frío. Es un buen invento el doble cristal: aislante de los ruidos; absorbe el calor en los meses fríos y no permite la entrada del ardimiento del calor. También es seguro. Porque los intrusos paralizarán sus intenciones además de por la altura, por la resistencia a romperse con los golpes.

Me recuerdo respondiéndole a mi amiga Marisita -pequeña como yo- que podré entrar en el servicio de las chicas cuando vengan los papeles. Lo importante para mi era llevar la falda del uniforme y que mi madre me peine con dos trenzas. Hay diferencia entre llamarse Jesús y María Jesús. Vino una psicóloga y le preguntaron a mis compañeros de clase que si yo era niño o niña. ¿Y usted qué es? ¿Investigadora o jueza? En aquella época el doble acristalamiento se construía en algunos países del Norte. Más avanzados. El aire deshidratado o el gas argón se introduce a presión entre ellos consiguiendo una distribución equitativa. Según su color se clasifican en verde, ámbar o transparente. Es beneficioso para el ser humano mostrar el color del cristal de sus ventanas y sentirse bien en su propia casa. Saqué en claro que era niña por dentro, niña a medias por fuera.

Suena un mensaje. Él viene en camino. Por eso abandono la lejanía de la carretera, la cúpula de la iglesia que parece de oro y el roce de las ruedas de afuera. Desde la ventana me siento yo misma, niña por dentro, niña por fuera, y la única luna me lo repite con su redondez.

Después del bachillerato me operarán, -guardaba esperanzas. Por eso seguí sepultada en la apariencia de mi ropaje de mujer, mi documento de identidad y mis exitosas notas. No es un lugar para vivir la soledad íntima ni la duda de los demás. En aquella época, detesté la palabra “maricón”, “gay”, “trans”... “Climatil”. Así se le llamó a la marca con la que el primer fabricante comercializó este producto. Pero, ya que existe, la nombran o ¿la nombran porque existe desde su creación? Dar el paso a denominar las cosas es salir del cautiverio para conquistar la libertad. Luego, no omitirse. Aun así, la intersección de los círculos de la luna se manifiesta en el doble cristal de la ventana. Me operarán cuando termine la carrera, volvieron a decirme, volvieron a atrasar la inmunidad, volvieron a alargar la esperanza. El orgullo es algo que se construye poco a poco para mantenerse en pie como la prótesis que da apoyo y protege al sistema locomotor. Por eso yo no quería un espejo grande en mi habitación que me enseñara que, debajo del vestido estaba el sujetador de las hormonas y las braguitas de elástico y que debajo de ellas, estaba la esencia del tormento.

El argón comprimido que le oculté a mi primer novio lo están liberando ahora las abejas libres que desplazan con sus alas las partículas de azufre y crean leyes de miel. No pude contener su mano. Ocurrió tan rápido. Nuestro último curso de la carrera de Historia, nuestro último brindis de menta con hielo, en un pub nocturno como otras veces ¡Por dios! ¿Quién iba a suponer que del beso y la caricia pasaría a tocar mi sexo? Ojos de alarma. Boca decepcionada. Estampida de antílopes. ¡Por un bulto en la entrepierna! Además, era pronto para poder recibir de él la comprensión a mi secreto. Me operarán dentro de unos días, le rogué que se quedara. Pero él quiso no amar a quien amaba. 

Ahora sí, con otro novio, la luna se perfila única y entera. Ella le coge su mano, la besa y la dirige a donde estaba el bulto de la entrepierna. No ha sido fácil, le dice. Duele de otra manera. La herida cicatriza con capacidad de regeneración a su lado. 

Afuera hace frío, el ruido ha cesado. Pongo a calentar las empanadillas de pisto y la sopa de verduras mientras pongo la mesa como a mí me gusta: con una vela que huele a vainilla y los posamanteles de cáñamo. Sigo mirando la completitud de la luna con la ventana cerrada que abandono cuando oigo abrirse la puerta del piso.



        Josefina Núñez

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