EL VALOR DE LAS SOMBRAS
No
es don de la noche o de la oscuridad.
Su
profundidad no es tan sórdida
depende
de la mirada que la penetre,
ella
será quien ponga la intensidad en sus grises.
Solo
tú debes poner los tonos
que
la paleta de tu ánimo soporte.
Puede
incluso le hables con voz exasperante
y
puedas clausurar cuanto esconde tu memoria
que
no alimente historias pasadas.
Te
preguntarás, cuánto de lo que ves aún provoca,
qué
evocas cuando te asomas al desfigurado ayer
o
cuánto de los desiertos atravesados
ponen
aún la sed en tus labios.
Y
aún así tendrás que seguir poniéndoles color
si
quieres que su densidad se difumine,
que
su espesura y su peso no te atrape.
Puede
que el viento que las arrastre te susurre
y
reconozcas su voz.
Mas
no hagas fuego de simples ascuas
ni
sometas a torturas tu desánimo.
Somos
lo que recordamos.
No
te dejes llevar por lo figurativo de sus formas,
no
existe lo que el tiempo haya borrado
aunque
en su formas halles semejanzas.
A
veces cosemos nuestra piel
con
pespuntes de infinitud.
© Ignacio Santos
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