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¿Cuándo caímos en la
senda de los espejismos? No me refiero al cultivo del narcisismo frente al
espejo; que a ese también, me refiero sobre todo a la trasformación, a la deformación
de los referentes en nuestra vida; retorcidos y convertidos en sus simétricos,
sus opuestos, sus propias caricaturas o en palabras vanas.
Nada queda a salvo de los
engaños en la senda de los espejismos. Solo tenemos que fijarnos en los mensajes
que a diario recibimos desde el altavoz de la política y la publicidad, y para
ello, basta observar la televisión de forma crítica, especialmente en un periodo
electoral. Allí podremos comprobar cómo se nos vende y publicita, con cuánto respeto
se nos trata.
Por eso hemos de
permanecer alerta. Porque si nos hablan de guardar la calma, lo harán de
forma mitinera, en un tono dos octavas más alto de lo que requiere el sosiego y
la reflexión; si apelan a la palabra libertad, puede que nos estén induciendo
a la obediencia al líder. Si dicen preservar la naturaleza, debemos
sospechar que quieran legalizar su degradación usando nuestra apatía o nuestro
silencio. Si nos proponen reconciliar el trabajo y la familia, hay
muchas probabilidades de que estén maquillando la esclavitud, una esclavitud a
tiempo parcial, eso sí: mientras dure el contrato de trabajo de jornadas
inacabables, que no rechazaremos por temor a quedarnos sin empleo. Si abordan
la cuestión de la sanidad, hemos de sopesar que las personas sanas no
son rentables para las empresas que se dedican al negocio de la salud. Si de
sus bocas sale la palabra futuro, debemos alertarnos porque ese futuro puede
que nunca se transforme en presente. Si apelan a nuestro tiempo libre, puede
que nos estén pidiendo que lo gastemos en ellos, es decir, en comprar en sus
centros comerciales climatizados con música pastosa, en sus viajes de relax con
pulseras de la felicidad, promesas con encanto y naturalezas de diseño y
palmeritas.
Calma, libertad, naturaleza,
trabajo y familia, salud, tiempo libre. En su busca tenemos una senda por
recorrer: la del espíritu crítico y la de la fuerza de los hechos en la memoria.
«Por sus hechos los conoceréis». Y, aun así, deberemos permanecer
alerta ante un enemigo formidable: la creencia de que somos libres. Embebidos
entre luces de neón, mensajes dulzones, fuegos de artificio, en definitiva, reclamos
hipnóticos que apelan a la comodidad y que nos disuaden para no remar contra
corriente.
Manuel Bellido Milla
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