61.- El virus mortífero de la avaricia.
La avaricia, ese ansia
incontrolada de poseer y de acumular bienes materiales, incluye un conjunto de
síntomas similares a los de la bulimia, esa patología mental que genera la
necesidad incontrolable de ingerir grandes cantidades de alimentos. Los dos
comportamientos enfermizos tienen su origen en un sentimiento de inseguridad
que, paradójicamente, acumula pero empobrece, engorda pero debilita, harta pero
no sacia, infla pero esclaviza, engulle pero no saborea. Las dos son
enfermedades graves, crónicas y degenerativas. Las dos son suicidas y
antisociales porque nos destruyen por dentro y aniquilan la convivencia.
En ambas patologías, los
bienes materiales, en vez de ser nuestros alimentos o nuestras medicinas, se
convierten en venenos engañosos y mortíferos, en virus tóxicos que nos corroen
las entrañas y arruinan la convivencia porque impiden unas relaciones
saludables con la naturaleza y con los demás hombres y mujeres. La desigualdad
generada por la riqueza desproporcionada de unos pocos y por la pobreza
lacerante de unos muchos hace crecer las
pasiones más destructivas como el odio, el rencor y el resentimiento, tanto en
la familia, como la política, en los deportes, en las profesiones, en las artes
e, incluso, en las religiones.
José Antonio Hernández Guerrero
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