La casa estaba impecable, como le gustaba a Emilia, sin
embargo, antes de dar por concluida la faena de cada mañana, un libro mal
colocado en la estantería del salón llamaba su atención. «¿Y tú qué haces fuera
de tu sitio?» Pareció dirigirse a él. Al instante recordó, su nieta, le
encantaba leer y ella tenía una buena colección de historias. Antes de poner el
libro en su lugar lo ojeó un momento. Era un viejo poemario de cubierta y
páginas tan desgatadas como ella. El movimiento del interior de la obra provocó
el descubrimiento de una fotografía, pequeña y en sepia, que había permanecido
durante demasiado tiempo oculta en su interior. A Emilia se le estremeció el
corazón ante la imagen de un jovenen cuyo torso aún
permanecía escrito: «Siempre tuyo». La anciana no pudo evitar las lágrimas ni
el recuerdo de aquella tarde en la que el orgullo le impidió decir: «Quédate».
© M. Carmen Rubio Bethancourt, 2017
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