*Sobre las enseñanzas de ElGatopardo.
Respuesta al artículo de D. Antonio E. Rubio Plo publicado en
el Real Instituto Elcano el día 08/07/2019 titulado: “El gatopardo para analistas internacionales” a cuyo texto puede
accederse en el siguiente enlace:
Foto tomada de la ilustración del propio artículo en la que
figura el siguiente texto a pie de foto:
“Foto de la exhibición “Giuseppe
Tomasi di Lampedusa (1896-1957): un lettore europeo”. Luchino Visconti dirige a
Burt Lancaster y a Claudia Cardinale en la escena del baile en la adaptación
cinematográfica de “El gatopardo” (1963). Foto: Carlo Raso (Dominio público)”
Respuesta enviada al autor, sometida a “moderación” y no
publicada por el Blog Elcano:
Poner los pies en la tierra sin perder de vista el horizonte
mientras se hace camino.
Tal vez sea esa otra de las enseñanzas de El gatopardo.
Tras la lectura del artículo no logro deshacerme de ese
conocido regusto de sabor (efectivamente barroco) tan seductor como tópicamente
sureño; muchos dirían que realista, justo en el momento en que viene a mi
memoria la pregunta que se hace de Isaiah Berlin en El Poder de las ideas:
“¿Es posible que haya algo erróneo en aquellas
teorías que son refutadas de manera tan obstinada por la práctica?”
Al reflexionar sobre las lecciones de El gatopardo e intentar dar respuesta a la pregunta de Berlin, creo
que debemos tener en cuenta el hecho constatable de la evolución de las
sociedades humanas desde el origen de los tiempos hasta ahora. Obtener esa
perspectiva tan amplia quizá nos ayude a ver las cosas con el merecido
optimismo alejándonos entonces de aquello que puede entenderse como “el
socorrido realismo de los realistas” y que en realidad no deja de ser una
figura semántica con la que muchas veces se pretenden justificar actitudes
básicamente despiadadas, ruines o crueles.
No hemos de olvidar que el realismo asociado a las bajas
pasiones del alma también puede identificarse con el de las más sublimes, pues
humanas y reales son ambas categorías. ¿No se trata entonces de una cuestión de
elegir?
El análisis que nos presenta el artículo de D. Antonio E.
Rubio Plo sobre El gatopardo, es efectivamente
el que podría hacerse en una escuela de alta política, aunque no el único, y es
aquí donde radica la cuestión central, que a mi modo de ver, reside en la
interpretación que podemos hacer de los sucesos que nos rodean en relación con el
objetivo que como personas decidamos trazarnos en nuestra vida. Y es que el
conocimiento, la educación y la autoestima que tengamos como personas y como
pueblo, juegan en este asunto un papel crucial, (valga el ejemplo del El Gatopardo) no nos olvidemos que
abandonarse en brazos de un Morfeo siciliano para gozar sin molestias de sus plácidos
sueños, normalmente lleva consigo la pérdida de un atributo exclusivamente
humano que resulta ser ejercitado por aquellos humanos que mantienen el
compromiso de incorporarlo a su modo vida: la libertad. Y, mucho me temo que el
ejercicio de la libertad no es precisamente cómodo, e incluso productor de
desvelos. Ocurre con la libertad exactamente igual que con el aprendizaje en la
escuela, en la universidad y en la vida misma, es decir: que necesita del
incómodo y sostenido esfuerzo de estrujarse las meninges.
Pienso que El gatopardo también nos enseña eso.
Manuel Bellido Milla.
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