Debido a un error de coordinación en la convocatoria de nuestro Café de Redacción, por el que os pedimos sinceras disculpas, se han realizado dos encuentros en vez de uno: el pasado día 13 de diciembre y el 18 del mismo mes. Felizmente, y no hay contratiempo que no aproveche en su favor la buena gente del Club de Letras, se disfrutaron ambas en un ambiente cordial y enriquecedor. Aquí van sus crónicas, por Fernando Vázquez y Luisa Niebla:
CAFÉ DE REDACCIÓN
Reseña del encuentro del
13 de Diciembre de 2019 en el Parador Atlántico de Cádiz
El viernes por la mañana, mi cabeza andaba
llena de ruidos (pensamientos, preocupaciones, inquietudes y anhelos) sin poder
prever, que iba encontrarme en plena Avenida Andalucía, con un compañero de la
UCA que me recordaría de que, por la tarde teníamos una reunión en el Hotel
Atlántico.
Mi primera impresión nada más llegar al Hotel fue
de sorpresa y estupor, ya que esperaba que allí nos encontrásemos un nutrido
grupo de personas, sin embargo, a medida que me iba acercando a la puerta,
comprobé que solo se encontraba el ponente y un par de compañeros de clase.
Y, aunque en principio, una voz interior me invitaba
a juzgar al resto por su ausencia, a medida que iban pasando los minutos, otra
voz me decía; que lo importante en esos momentos residía, en que, "los que
estaban, estuviesen". ¡Y qué verdad es!, aunque suene a tópico, que en
ocasiones lo accidental, lo espontáneo, lo que no obedece a una regla fija,
suele dar mejor resultado, que lo preparado con antelación.
Se inició la reunión con una charla informal sobre aspectos
cotidianos del día y de nuestros quehaceres diarios, que abrieron el camino
hacía temas más concretos y específicos orientados hacia el ámbito de la
Escritura Narrativa y sus procedimientos y del espacio de las percepciones, de
la estética y del tiempo.
A partir de ese
momento, emergió de forma espontánea una escena quizás muy parecida a la que se
producía entre los filósofos griegos y sus discípulos, en ese maravilloso
experimento promovido por Sócrates la "mayéutica", en el cual,
discípulos y maestro se funden, para generar una constructiva sinergia
cognitiva y emocional en la interpretación critica de los relatos.
Desde mi punto
de vista personal, creo que este es el método más acertado, porque genera entre
el orador y los contertulios, un espacio sináptico y vibrante que multiplica
las posibilidades de crecimiento de nuevos interrogantes, sobre: porque quien,
porque y para que deseo escribir, que es la vida, porque, por quién y para
quien vivo. Donde estoy, y hacia donde me quiero dirigir, en esta
representación que llamamos "vida".
Fue revelador e
interesante la preocupación del ponente sobre los enfermos con trastornos
mentales, al desvelarnos mediante procedimientos técnicos y vívidos, como la
psicología nos muestra que ninguno estamos exentos de pequeños rasgos a veces
imperceptibles de neurosis bien camufladas, depresiones, manías persecutorias,
histrionismo, etc. Que como suelen decirse; dejan en pañales a los verdaderos
trastornos estudiados en la psiquiatría moderna, como pueden ser la
esquizofrenia, la psicosis maniacodepresiva, las anorexias nerviosas,
trastornos de personalidad múltiples, etc.
Todo esto
reforzó mi convicción, de la urgente necesidad en el momento actual, que cada
uno de nosotros, tal como nos muestra los evangelios, invirtamos los talentos
con los que hemos sido agraciados, en el desarrollo de una sociedad más justa,
más libre y más humana. Y eso solo podemos hacerlo, desde la humildad y la
determinación, todo lo demás, podría sonar a ruidos innecesarios para crecer
como seres libres e independientes.
Por Fernando Vázquez
Café
de Redacción. Hotel Atlántico, Cádiz. 18-12-2019.
Convocados
por el Club de Letras de la UCA, nos dimos cita en la cafetería del Hotel
Atlántico a las 18.00 horas, atraídos por las ganas de compartir nuestras
vivencias e inquietudes en torno al tema propuesto para esta tertulia
literaria: “El libro que cambió mi
vida”.
El
primero en tomar la palabra fue José Antonio porque no podía quedarse hasta el
final dado que tenía que asistir a la presentación de un libro en la Diputación
de Cádiz. Nos decía que hay libros que le han influido como lector, como
escritor y como ser humano. Destacó dos títulos que se hayan en la bibliografía
de su libro La escritura narrativa, del
cual repartió ejemplares entre los miembros del Club que aún no lo tenían.
Estos libros son: “El lobo estepario” de H. Hesse y “La insoportable levedad
del ser” de M. Kundera.
Aprovechó
para recordarnos que está próxima la publicación de su libro “La soledad de los
ancianos”, que tendremos una reunión en enero que se podrá celebrar en Cádiz o
en Jerez y para sugerirnos un tema para nuestro segundo café de redacción “El
trastorno mental en la Literatura”, al hilo de su próximo libro “Cómo luchar
contra el estigma de la enfermedad mental”.
El
resto de participantes no se hizo de rogar para participar con entusiasmo e
interés, saliendo a la palestra la obra poética
de Luis Cernuda como el despertar a la palabra bella y precisa que
suscitó el interés y el gusto por la Literatura del primer tertuliano que
intervino.
”La
edad prohibida” de Torcuato Luca de Tena, “El coronel no tiene quien le
escriba” de Gabriel García Márquez y “El corazón tardío” de Antonio Gala,
sirvieron al segundo participante para acompañar etapas cruciales en su vida.
Coincidiendo
con este tertuliano, otro lector aseguraba que otras obras fueron también
compañeras de viaje en momentos vitales grabados en su memoria: “La realidad y
el deseo” de Luis Cernuda, el libro de poemas “Los heraldos negros” de César
Vallejo y la dramaturgia de Jardiel Poncela como antídoto contra el dolor de
cualquier etiología.
Otra
sentida tertuliana, nos contaba cómo el libro “El Kempis del enfermo” de Juan
Manuel Fernández Piera, le sirvió como una guía de meditación que despertó su
espiritualidad dando sentido a su experiencia infantil de la enfermedad.
Para
otro tertuliano, “Zalacaín el aventurero” de Pío Baroja, le ayudó a vivir el
pueblo, a revivirlo, una vez abandonadas sus raíces cántabras con el traslado
geográfico al sur de la Península.
La
lectura de “Oliver Twist” de Charles Dickens provocó la escritura de una
lectora sensible que apuntó también el beneficio personal que le supuso la
lectura del libro “Cuando sea feliz” de Mónica Esgueva.
El
mundo femenino en “Cumbres borrascosas” de Emily Brönte y en “Sueños en el
umbral. Memorias de una niña del Harén” de Fátima Mernissi, inspiran
profundamente a otra lectora, impresionada por la diversidad perceptiva que
aporta puntos de vista tan diferentes.
Para
otra tertuliana, interesada en el mundo de la locura, sus títulos señeros son:
“Los renglones torcidos de Dios” de Torcuato Luca de Tena y “Alguien voló sobre
el nido del cuco” de Ken Kesey. Añade otro título: “El último encuentro” de
Sándor Márai, donde queda constancia de las heridas imborrables del pasado.
Autodenominada
como devoradora de libros, una
compañera asegura que los libros le han acompañado toda su vida y, aunque le
cueste señalar algunos, se decanta por “Los padres pródigos” de Sinclair Lewis,
“El filo de la navaja” de W. Somerset Maugham y “El año de Malandar” de Juan
Villa Díaz.
Para
otra tertuliana, los libros han guiado sus pasos desde la infancia. Despertaron
su sensibilidad literaria aquellos fragmentos de “Platero y yo” que leía en la
escuela, su conciencia social los relatos de Charles Dickens, y su vocación
escritora la primera novela que cayó en sus manos: “Las cárceles del alma” de
Lajos Zilahy.
Otra
lectora voraz, coincide en la dificultad de elegir un solo libro determinante,
afirmando que su impacto depende del momento en el que lo lees. Pese a esta
dificultad, se decanta por “El lobo estepario”, ya mencionado al principio y
por “1984” de George Orwell, curiosamente premonitorio de los tiempos actuales
en muchos aspectos.
Para
uno de los tertulianos, lo que marcó su vida no fue un libro, sino un autor: Gabriel
García Márquez; aunque también manifestó su decepción por las versiones
cinematográficas que no muestran fidelidad al libro.
Otro
participante afirma ser un mal lector y recuerda “El Catecismo” como inoculador
del sentimiento de culpa.
Como
contrapartida, leemos las preferencias de otro compañero que no ha podido
asistir y que asegura que el libro que más ha cambiado su vida es “el Nuevo
Testamento” con sus cuatro Evangelios llenos de poesía y de espiritualidad.
“Las
Selecciones del Reader´s Digest”, junto a “Narraciones extraordinarias” de
Edgar Allan Poe y “Las mil noches de Hortensia Romero” de Fernando Quiñones, han
marcado la trayectoria vital y literaria de otro compañero.
Y,
por último, un tertuliano describe la lectura de libros como las capas de
cebolla que han ido conformando su personalidad, su vida. Menciona los libros
de Agatha Christie y la literatura infantil de Enid Mary Blyton como compañeros
de su infancia y destaca “Escribir” de Marguerite Duras y “El arte de callar”
de José Antonio Hernández Guerrero, como guías indispensables para conciliarse
con la soledad propia.
Como
podéis comprobar, la veintena de asistentes no dudó en participar, por lo que
no pudimos dejar mucho espacio para hacer comentarios, aunque la mayoría
coincidimos en no poder limitar a un solo título la influencia de los libros en
nuestras vidas.
Se
abrió un pequeño debate en torno a las versiones cinematográficas de obras
literarias y a las peculiaridades del cine español, francés o norteamericano
que dan lugar a enfoques diversos con ritmos propios. Como no había tiempo para
profundizar en estos aspectos, sugerimos esta temática para una próxima
tertulia de Café de Redacción.
Con
un puntualidad asombrosa, a las 20.00 horas, llegamos al final, sorprendidos
por lo que había dado de sí este encuentro, encantados por el buen sabor de
boca que nos había dejado y agradecidos por la buena voluntad de todo el mundo
para compartir un poco de literatura y un mucho de nuestras vidas.
Gracias.
Luisa Niebla
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