Leila Guerriero
Leila Guerriero (Junín, Argentina,
1967) es periodista y editora. Publica en diversos medios latinoamericanos y
españoles. Sus trabajos han recibido varios premios y es autora de más de una
decena de libros, entre los que destacan Los suicidas del fin del mundo (2005), Una
historia sencilla (2013) y Opus Gelber (2019). Su
obra ha sido traducida al inglés, italiano, portugués, alemán, francés y
polaco. Teoría de la gravedad (Libros del Asteroide, 2019),
una recopilación de sus columnas publicadas en El País desde
2014. Y en
2023 presenta su libro: La llamada, clasificada como retrato, que obtuvo el
premio Zenda 2023-24 de narrativa.
Teoría de la gravedad
En el prólogo de Pedro Mairal nos
desvela muchas claves de estas columnas, escritas a
lo largo de más de cinco años, Leila Guerriero, una de las grandes firmas del
periodismo narrativo latinoamericano, se coloca a sí misma en su afilado punto
de mira. Con una prosa feroz y precisa, la autora bucea en lo sutil para, desde
el asombro con el que es capaz de iluminar la realidad cotidiana, alumbrar lo
que permanece oculto en nosotros.
Como se nos indica en la
faja de la portada (octava edición) estos textos tratan de, entre muchas otras
cosas, «del tamaño de la aridez de nuestros corazones. De repollos y reyes y de
por qué el mar hierve y de si los cerdos tienen alas. Del horror del amor
cuando termina. De todas las cosas que estaban hechas para olvidar que no hemos
olvidado nunca; de las que estaban hechas para no olvidar jamás (el dolor, los
muertos queridos, aquella tarde en la arena) y que, sin embargo, hemos olvidado
para siempre». Es un conjunto de escritos que, además de formar una hermosa
constelación de sus recuerdos, lecturas y reflexiones, golpea al lector con la
fuerza de la mejor literatura.
«¿Por qué todos lo veían tan claro y yo
tan oscuro, ahí estaba de nuevo, quizás, mi maldita capacidad de ver siempre
las cosas desde el ángulo podrido?». Sara Mesa se pregunta en uno de
los cuentos de Mala letra sobre la negrura de su mirada. Los textos más
autorreferenciales de Leila Guerriero comparten esa sensación de
penumbra. Como si recorriésemos sus pensamientos por una rejilla sin ser
vistos. Una introspección que nos interpela, desafía e hiere como si abriera
cajones privados.
¿En qué consiste esa mirada?, se cuestiona Pedro Mairal en el
prólogo de Teoría de la gravedad: ‹‹Sus columnas son muchas cosas, como una
curiosidad lateral de niña despiadada». Guerriero mira con la misma gravedad
que escribe. Analiza con observación forense el ruido de nuestra cabeza, los
puntos ciegos, los pensamientos que apartamos porque amenazan el relato que
hemos construido de nosotros mismos. Y lo logra exorcizando su propia experiencia.
«Hace sentir al lector como un intruso con palpitaciones. Nos deja su silla
vacía como si pudiéramos ser ella por un instante».
A Guerriero le mueve no resultar
complaciente: «Nunca dejé de buscar en lo que leo, en lo que quiero, en lo que
escribo, ese pavor. Algo que se vuelva hacia mí, me mire a los ojos y me diga:
Hola, nena, yo soy tu diablo». Su mirada sobre la condición humana puede
resultar devastadora. En sus columnas nos recuerda que todos hemos sido el
monstruo de alguien y que lo que más has querido puede convertirse en lo que
más desprecies. Lo hace con un crudísimo manual de instrucciones sobre cómo
degradar una relación de pareja, donde vemos una Vileza vs. Buenismo: «Cuando
discutan, no alcancen niveles de intensidad encendida sino un tono replegado,
lleno de resentimiento y hastío […] cada tanto evoque cómo era tiempo atrás
cuando la fantasía de la felicidad se sumaba a la felicidad dura y robusta que
usted exudaba. Recuerde que se leían libros en voz alta. Recuerde que se
contaban, sin cansarse, una y otra vez las mismas historias».
Guerriero parece encontrar más verdad en la vileza que en el buenismo:
«¿Fue la música, fue la merienda con mermelada recién hecha, fue la caminata
sin rumbo, fue esa película inesperada en la televisión? Claro que no. Fue algo
vil, que vino del sitio del que provienen (toda) la felicidad y (toda) la
desdicha». Más tarde desvela: «Y de ese ínfimo cogollo de emoción salió algo,
chorreante, que era lo que yo quería. Unas cuantas palabras. Un párrafo. Una
felicidad egoísta, miserable y pasajera».
Una de sus constantes es: poner el trabajo en el centro de su vida.
Guerriero dice que escribe como si boxeara. Una escritura en pie de guerra.
Como en la vida, hay que seguir a pesar de todo. «Hay que amasar el pan sin
ganas de amasar el pan. Hay que amasar el pan para vivir, porque se vive, para
seguir viviendo. Escribir. Amasar el pan. No hay diferencia».
Causa angustia. El formato es como de cápsulas (pg. y media) son artículos
para el diario el País durante cinco años. De las experiencias propias se
extraen las universales: Sentimientos extremos de pareja en medio de hechos
cotidianos banales.
El sentimiento de descanso ante la muerte del padre. Confiesa lo
inconfesable. Cuando una muerte se espera y se alarga la agonía, se huye del
dolor, dejándolo en el hospital. En Instrucción 5 veo a
Marcel, el personaje del Extranjero de Camus ante la muerte de la madre en
el asilo de Argel. Parece carente de emociones y además Guerriero utiliza el tú
para distanciarse. Aparece también el tema del desamor disfrazado de
costumbre, la asesina del amor.
En sus dieciocho Instrucciones, Leila nos presenta un retrato
universal de una pareja (“quizás del hombre con quien vive” como nos dice en
varias ocasiones) que se disfraza de un alejamiento personal y que va de lo
cotidiano a lo universal, que implica a todas las parejas. Son instancias
cotidianas en las que nos podemos ver reflejados.
En Instrucción 6 está la
incomunicación donde se la ve ofreciendo una versión desinfectada de ella
misma.
Percibo que amasar pan es una salida a ese túnel de la incomprensión, e
incluso, se miente para evitar el choque. Siente nostalgia de la época joven
donde no poseían cosas: "Un solo plato, una sola cuchara etc."
El mar
aparece por primera vez en su vida a través de las descripciones que de él hace
el padre y en la nostalgia de él. Y luego está Serrat y la sofisticada cantante
Hebe Uhart, que quizás le recuerden sus raíces alemanas.
Aparece también la escritura como oficio,
y como obsesión se difumina por todas las crónicas y nos confiesa en el último
relato del libro que paradójicamente se titula Empezar: “La
escritura, mi patria tirana” .
¿Qué es teoría de la gravedad? ¿Es periodismo o literatura? ¿Es
autobiografía? Según Mairal: "Sus columnas son autorretratos donde ella
no está; pero sí sus huellas, su pan humeando, recién horneado. Estas
columnas, de lenguaje afilado tienen algo de poesía."
En la primera crónica titulada: " El pacto" emerge Leila
Guerriero y después se sumerge para mostrarnos una personalidad caleidoscópica
que engloba a una mujer o quizás a todas las mujeres.
El título: Teoría de la gravedad es la atracción que
la tierra ejerce, sobre todo, pero se trata de una palabra polisémica que nos
remite a la seriedad, a los acontecimientos graves, valga la redundancia. En
resumen, Leila Guerriero captura la esencia del ser.
Guadalupe Pereira Bueno
En Chiclana a 21 de enero de 2025