HABLAR
DEL HOMBRE
Hablar
del hombre es interminable,
sus
suspiros y lamentos, si los tiene,
no
llegan más allá de medio metro,
son
expiaciones que desde dentro
no
encuentran soluciones a sus deseos.
El
hombre, yo mismo por decirlo,
entra
a veces en un círculo cerrado
de
recuerdos y memoria que naufragan,
que
tienen un balbucear lastimoso
cuando
las realidades son dañinas
y
no puedes atajarlos por impotencia.
Cuando
escribes sobre cada día en prosa o poesía, sientes desanimo, no es pesimismo,
es observar la indiferencia de quienes dejan transcurrir el tiempo de sus vidas
sin unas mínimas inquietudes por los demás al margen claro de ellos mismos,
hasta que los “suspiros” se les hacen crónicos.
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