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martes, 21 de enero de 2025

Reseña de Teoría de la gravedad

 

Leila Guerriero


Leila Guerriero (Junín, Argentina, 1967) es periodista y editora. Publica en diversos medios latinoamericanos y españoles. Sus trabajos han recibido varios premios y es autora de más de una decena de libros, entre los que destacan Los suicidas del fin del mundo (2005), Una historia sencilla (2013) y Opus Gelber (2019). Su obra ha sido traducida al inglés, italiano, portugués, alemán, francés y polaco. Teoría de la gravedad (Libros del Asteroide, 2019), una recopilación de sus columnas publicadas en El País desde 2014. Y en 2023 presenta su libro: La llamada, clasificada como retrato, que obtuvo el premio Zenda 2023-24 de narrativa.





Teoría de la gravedad

En el prólogo de Pedro Mairal nos desvela muchas claves de estas columnas, escritas a lo largo de más de cinco años, Leila Guerriero, una de las grandes firmas del periodismo narrativo latinoamericano, se coloca a sí misma en su afilado punto de mira. Con una prosa feroz y precisa, la autora bucea en lo sutil para, desde el asombro con el que es capaz de iluminar la realidad cotidiana, alumbrar lo que permanece oculto en nosotros.

Como se nos indica en la faja de la portada (octava edición) estos textos tratan de, entre muchas otras cosas, «del tamaño de la aridez de nuestros corazones. De repollos y reyes y de por qué el mar hierve y de si los cerdos tienen alas. Del horror del amor cuando termina. De todas las cosas que estaban hechas para olvidar que no hemos olvidado nunca; de las que estaban hechas para no olvidar jamás (el dolor, los muertos queridos, aquella tarde en la arena) y que, sin embargo, hemos olvidado para siempre». Es un conjunto de escritos que, además de formar una hermosa constelación de sus recuerdos, lecturas y reflexiones, golpea al lector con la fuerza de la mejor literatura.

«¿Por qué todos lo veían tan claro y yo tan oscuro, ahí estaba de nuevo, quizás, mi maldita capacidad de ver siempre las cosas desde el ángulo podrido?». Sara Mesa se pregunta en uno de los cuentos de Mala letra sobre la negrura de su mirada. Los textos más autorreferenciales de Leila Guerriero comparten esa sensación de penumbra. Como si recorriésemos sus pensamientos por una rejilla sin ser vistos. Una introspección que nos interpela, desafía e hiere como si abriera cajones privados.

¿En qué consiste esa mirada?, se cuestiona Pedro Mairal en el prólogo de Teoría de la gravedad:  ‹‹Sus columnas son muchas cosas, como una curiosidad lateral de niña despiadada». Guerriero mira con la misma gravedad que escribe. Analiza con observación forense el ruido de nuestra cabeza, los puntos ciegos, los pensamientos que apartamos porque amenazan el relato que hemos construido de nosotros mismos. Y lo logra exorcizando su propia experiencia. «Hace sentir al lector como un intruso con palpitaciones. Nos deja su silla vacía como si pudiéramos ser ella por un instante».

         A Guerriero le mueve no resultar complaciente: «Nunca dejé de buscar en lo que leo, en lo que quiero, en lo que escribo, ese pavor. Algo que se vuelva hacia mí, me mire a los ojos y me diga: Hola, nena, yo soy tu diablo». Su mirada sobre la condición humana puede resultar devastadora. En sus columnas nos recuerda que todos hemos sido el monstruo de alguien y que lo que más has querido puede convertirse en lo que más desprecies. Lo hace con un crudísimo manual de instrucciones sobre cómo degradar una relación de pareja, donde vemos una Vileza vs. Buenismo: «Cuando discutan, no alcancen niveles de intensidad encendida sino un tono replegado, lleno de resentimiento y hastío […] cada tanto evoque cómo era tiempo atrás cuando la fantasía de la felicidad se sumaba a la felicidad dura y robusta que usted exudaba. Recuerde que se leían libros en voz alta. Recuerde que se contaban, sin cansarse, una y otra vez las mismas historias».

Guerriero parece encontrar más verdad en la vileza que en el buenismo: «¿Fue la música, fue la merienda con mermelada recién hecha, fue la caminata sin rumbo, fue esa película inesperada en la televisión? Claro que no. Fue algo vil, que vino del sitio del que provienen (toda) la felicidad y (toda) la desdicha». Más tarde desvela: «Y de ese ínfimo cogollo de emoción salió algo, chorreante, que era lo que yo quería. Unas cuantas palabras. Un párrafo. Una felicidad egoísta, miserable y pasajera».

Una de sus constantes es: poner el trabajo en el centro de su vida. Guerriero dice que escribe como si boxeara. Una escritura en pie de guerra. Como en la vida, hay que seguir a pesar de todo. «Hay que amasar el pan sin ganas de amasar el pan. Hay que amasar el pan para vivir, porque se vive, para seguir viviendo. Escribir. Amasar el pan. No hay diferencia».

Causa angustia. El formato es como de cápsulas (pg. y media) son artículos para el diario el País durante cinco años. De las experiencias propias se extraen las universales: Sentimientos extremos de pareja en medio de hechos cotidianos banales.

El sentimiento de descanso ante la muerte del padre. Confiesa lo inconfesable. Cuando una muerte se espera y se alarga la agonía, se huye del dolor, dejándolo en el hospital. En Instrucción 5 veo a Marcel, el personaje del Extranjero de Camus ante la muerte de la madre en el asilo de Argel. Parece carente de emociones y además Guerriero utiliza el tú para distanciarse. Aparece también el tema del desamor disfrazado de costumbre, la asesina del amor.

En sus dieciocho Instrucciones, Leila nos presenta un retrato universal de una pareja (“quizás del hombre con quien vive” como nos dice en varias ocasiones) que se disfraza de un alejamiento personal y que va de lo cotidiano a lo universal, que implica a todas las parejas. Son instancias cotidianas en las que nos podemos ver reflejados.

En Instrucción 6 está la incomunicación donde se la ve ofreciendo una versión desinfectada de ella misma. 

Percibo que amasar pan es una salida a ese túnel de la incomprensión, e incluso, se miente para evitar el choque. Siente nostalgia de la época joven donde no poseían cosas: "Un solo plato, una sola cuchara etc." 

    El mar aparece por primera vez en su vida a través de las descripciones que de él hace el padre y en la nostalgia de él. Y luego está Serrat y la sofisticada cantante Hebe Uhart, que quizás le recuerden sus raíces alemanas.

          Aparece también la escritura como oficio, y como obsesión se difumina por todas las crónicas y nos confiesa en el último relato del libro que paradójicamente se titula Empezar: “La escritura, mi patria tirana” .

¿Qué es teoría de la gravedad? ¿Es periodismo o literatura? ¿Es autobiografía? Según Mairal: "Sus columnas son autorretratos donde ella no está; pero sí sus huellas, su pan humeando, recién horneado. Estas columnas, de lenguaje afilado tienen algo de poesía." 

En la primera crónica titulada: " El pacto" emerge Leila Guerriero y después se sumerge para mostrarnos una personalidad caleidoscópica que engloba a una mujer o quizás a todas las mujeres.

El título:  Teoría de la gravedad es la atracción que la tierra ejerce, sobre todo, pero se trata de una palabra polisémica que nos remite a la seriedad, a los acontecimientos graves, valga la redundancia. En resumen, Leila Guerriero captura la esencia del ser.


Guadalupe Pereira Bueno

 En Chiclana a 21 de enero de 2025

 

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