Club de Letras UCA (Cádiz, Jerez de la Frontera y Algeciras)
Director: Profesor de la UCA Dr. José Antonio Hernández Guerrero
Coordinación del blog:
Antonio Díaz González
Ramón Luque Sánchez

Contacto y envío de textos:
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miércoles, 15 de octubre de 2025

La Polilla, de Isabel Canales

 

La Polilla

 

Como palomilla en vuelo,

me deslicé en tu armario,

me instalé por añoranza,

sin dañar tu suave ropa,

la que guarece y arropa,

ante el frío y su amenaza.

 

La ternura en el recuerdo,

de tu pérdida extrañada,

cuando el destino me pone,

el candil frente a la cara.

 

Sin romper lo que venero,

el destino suave avanza,

me invita a mirar profundo,

sin cegarme la esperanza.

 

Asoma lo adormitado,

su sombra me alumbra,

la terneza va reptando,

el respeto sabio encumbra,

y el anhelo, llama asustado.

 

             Isabel Canales (10-2025)

La Recoleta, de Isabel Canales Martínez

 

“La Recoleta”

 

Llegué a Buenos Aires; iba a visitar a unos amigos que trabajaban en el teatro: Darío era dramaturgo y Stella, actriz. Me recogieron en el aeropuerto y, durante el camino, me explicaron: se ausentarían por dos días porque estaban terminando la temporada fuera de Buenos Aires. Llegamos al portal, subimos al piso, me enseñaron la casa, me asignaron una habitación, entregaron las llaves y se marcharon, no sin antes insistir: "Veas lo que veas, sigue tu ritmo como si nada pasara". Me quedaba sola en una casa desconocida, y cierta inseguridad. Salí a dar un paseo por la ciudad. Estaba en La Recoleta, un barrio precioso con parques, librerías y alguna cafetería con restauración. Al volver, llegué cansada, opté por relajarme en el jacuzzi; mientras estaba tumbada, me pareció ver una sombra negra. Asustada, me fui directamente a dormir. Dormí de forma intermitente. Por la mañana me dirigí a la cocina, donde había una bandeja preparada con vajilla y alimentos. Mientras elegía, volví a ver a la figura de negro, una mujer mayor con moño canoso. La inquietud aumentó. Desayuné en el comedor y, de nuevo, sentí su presencia. Terminé de desayunar, me preparé y salí hacia el puerto, a La Boca.

 

A media tarde, regresé al piso. Sonó el teléfono, pero no lo descolgué. Me fui a la habitación a consultar en los mapas mi recorrido. Oí ruidos en la casa. Quedé inmóvil en el sillón, mirando hacia la puerta, sintiendo que alguien estaba detrás, a punto de entrar. Sentí cómo el miedo se apoderaba de mí, cerré con pestillo y me encerré en la habitación a leer, hasta la mañana siguiente. Decidí tratar de ignorar cualquier situación estresante, pero la ansiedad seguía allí: taquicardia, sudoración, una sensación de desasosiego que no me abandonaba.

 

Durante el desayuno en la cocina, ocurrió lo mismo que el día anterior. Intenté no prestarle atención. Sonó el ascensor que daba al pasillo. Escuché a mis amigos, notaron mi nerviosismo, brevemente les informé, fuimos a la cocina; emitieron un nombre y la presencia apareció. La presencia, sin emitir sonido alguno, ayudó a los propietarios, retirando las maletas y se marchó. La presentaron como la mujer del conserje que trabajaba allí. Cogidos por los hombros entre risas, nos fuimos al salón a tomar un café.


Isabel Canales Martínez

Revista Speculum del Club de Letras UCA, números del año 2025.

 










martes, 14 de octubre de 2025

AQUELLA NOCHE

 

AQUELLA NOCHE

Francisco Herrera López

 

      Quizás no supo lo que hacía, era de noche, o quizás lo llevaba esperando, quería probar si era realmente amor o la llanura del deseo.

     No supo decirse después a ella misma que la mantuvo atada, qué fuerza del destino esperaba, por qué rehuyó acercar su boca a la otra boca que la buscaba para amarla, por qué no humedeció sus labios y los mantuvo quietos, quizás no supo amar.

    Una mano suave, sin apenas rozarla, una débil caricia por toda la cara no sustentaba el amor que deprendía. Trató de sujetarla ella, con tan solo con una palabra. Pero aquella noche no era la noche. Sin saber por qué no era la noche, para calmarse a sí misma tantas veces, se lo dijo, pero la noche no le dejó conciliar el sueño, tal vez esos labios tan cerca la asustaron ¿Era recorrer en la oscuridad sus miedos o desatar una pasión escondida?

       La noche no tuvo piedad con ella, ni con él. La Luna se despidió solitaria, no quiso ser cómplice de su decisión. Él esperaba dormir y no dormía, trató calmar su respiración, pero era como un pequeño volcán donde la lava no aparecía.  Ella tampoco dormía. el sueño no la encontró, sabía que el día siguiente era un misterio como todos los días sin salvación, y que las huellas del día anterior serian un fuego o una  llama sin apagar o peor, una tragedia sin sangre. Tal vez alguna vez se arrepintió, pero aquel deseo jamás volvió a  encontrarlos.

LAS PALABRAS TIENEN CALLES

 LAS PALABRAS TIENEN CALLES

                                             Francisco Herrera López

Ayer no lo creía,

pero sí, tienen las palabras calles,

quizás sin números, como el amor.

Nadie dice te amo en el veintisiete,

pero entiéndeme, sigo sin llamar o clamar…

La palabra es consecuente y rara a la vez

no tiene una guía, a veces labios que engañan

y quieres creer lo que quieres creer

para no irse de vacío y sin consuelo.

 

Leí a Rosales, Luis, y me convencí:

las palabras son calles interminables

que habitamos sin dejar aliento,

vamos pisando lentamente, mascando sonidos,

a veces no le hacemos caso y nos reímos,

quedan perennes y desconsoladas,

se llevan a los incrédulos a pasear en ellas.

Como no tienen nada que decir, las dejan blanqueadas, vírgenes,

ay, de aquellos que se van a las tumbas sin saliva

porque dejaron huérfanos sus labios

y no encontraron la dulzura de la calle del amor

o quizás del desconsuelo o la amargura.

Todo ello va unido a la palabra y sus correspondientes calles,

nos agarramos a cada paso y a cada palabra para remediarnos,

para unir sentimientos y navegar sin destinos.

Así seremos felices y podremos convertir los silencios,

los tristes silencios en recovecos del alma.

Somos perecederos y eso nos importa

sí caemos en la cuenta de que solo vivimos una vez.

 

FHL, mayo 25

lunes, 18 de agosto de 2025

¡Un instante único!

Cuando estás centrado en la vida

en su cotidianidad, en la dedicación,

que supone el vivir y el cuidar,

su comprensión, el estudio y la entrega,

el esfuerzo que conlleva la atención.

 

¡No eres consciente de lo que estás construyendo!

 

Solo después de un largo tiempo, en un instante,

con una sola visión en tecnicolor, ves.

 

Estás en estado retrospectivo inconsciente,

viendo claramente tu corto espacio de vida,

que supone tu existencia en esos años,

sí presente estás en los que tienes cuando lo ves.

 

La multiplicación de imágenes es tridimensional.

Te ayuda a ser consciente, te hace levitar, ausentarte,

verlo desde una perspectiva caleidoscópica.

 

Viajas entre las alas de un alazán, por tu vida.

Un instante inconsciente, vibrante, efímero y volátil es.

Están todos los detalles, todo te es familiar, lo recuerdas,

lo sientes, te cargas de emoción y de agradecimiento.

 


Isabel Canales, agosto, 2025

martes, 10 de junio de 2025

Nanorrelatos

 

I

El Ángel

 

Caminábamos tranquilamente entre jaras y matojos; la resina se pegaba a nuestras perneras, mientras los caballos descansaban, aliviados de nuestro peso. Llegamos a un arroyo de montaña, un lugar perfecto para que los animales bebieran; junto a una explanada que salía del pinar, nos sentamos a reponer fuerzas. Fue entonces cuando escuchamos un relámpago y vimos emerger una figura esbelta, rodeada de luz, sobre un fuego de tono anacarado con olor a azufre. Era un ángel. Salió batiendo sus alas y, en un instante, nos aplastó a todos. Los caballos relinchaban y trataban de huir.

 


II

El Baño

 

Cuando llegamos al hotel, nos dirigimos a la ducha. Curiosamente, estaba alicatada con azulejos blancos y, entre ellos, surgían moldes de mampostería que formaban espejos de cuerpo entero. Nos dimos cuenta de que los espejos no solo reflejaban nuestra imagen, sino que nos imitaban y nos corregían, tanto en nuestra postura como en lo que decíamos. Fue un momento insólito y algo aterrador estar a solas con ellos. Por precaución, decidimos dejar la puerta del cuarto de baño abierta, ya que la situación nos producía cierta inseguridad. Y no éramos los únicos que se sentían así


                                                                                                                                              III

El Cambio

¡Qué fácil es cambiar nuestro bordado, sin cambiar de bastidor, solo la tela! Así es en nuestra huella mnésica.

 

IV

El Agua

 

"Todos venimos del líquido amniótico, del agua del embarazo". El agua es nuestro medio; fuimos anfibios, de la mórula (huevo),  a la larva (renacuajo), esta es nuestra etapa acuática en donde más nos desarrollamos, las branquias y la cola serán nuestras patas y pulmones.

                                                        

                   © Isabel Canales

miércoles, 30 de abril de 2025

LA SOLEDAD DE LOS LIBROS

 

LA SOLEDAD DE LOS LIBROS

Francisco Herrera López

 

      Aquellos libros que duermen en estantes quietos, callados, contienen sabiduría, tanta, que solo conseguimos asimilar una mínima parte, por mucho que leamos.

     Me emocionan las palabras desconocidas y necesarias, y me pregunto: ¿Cuánto han debido de leer y cuántas horas le han dedicado a la lectura?

    Así que cada vez que abro o leo un libro de mis admirados poetas y escritores, recibo de ellos dones de sabiduría que me envuelven como una espuma invisible de gozo inimaginable.

    Casi todos se marcharon sin decir adiós, y pocos disfrutaron las mieles de su creatividad, y salvo contadas excepciones caen en el olvido a pesar de una reconocida e importante calidad expresiva. Pienso que tal vez pueden ser “resucitados” ocasionalmente, cuando algún medio o estamento los rescate en determinados aniversarios, como el de sus nacimientos o muertes.

   Sus herencias, como un legado, han llegado hasta mi y a miles de personas que cultivan y leen libros editados décadas pasadas. Hoy son los libros actuales y nueva aparición los que acaparan a bienvenidos lectores.

    Esos “olvidados” libros son para mí como admirados amigos o conocidos y plasmo mi humilde agradecimiento a tantos intelectuales literarios, que cada día visito en mi biblioteca y les doy los “buenos días” y no es para menos ¿No creen? 

 

 

23 abril, Día del libro

viernes, 21 de marzo de 2025

Presagio-caligrama

 

Presagio


Vetusta es la rama que me sostiene, aunque se cimbree,

al regreso del vuelo diario en busca de alimento,

cuando casi no quedan granos después de la siega,

una vez recogidas las mieses en su ciclo temporal,

de otear los campos hasta extenuarme y embolarme.


Acógeme libre, en movimiento, sin dudar un instante,

aunque no pueda mi pituitaria percibir los olores

tardíos e inesperados, los vivo; los aromas ascienden,

se tornan más sensibles desde arriba, llegan vibrando;

mi cuerpo se contorsiona para identificarlos, percatarme.

 

A las aves que no vuelan entretienen sin abrumarlos,

apenas sin consciencia, de conciencia estéril y yerma,

lentamente, sacudidos por la inercia, los mueven;

forman parte de la utilería de la vida, ufanos están.

 

Tiempos repletos de ocasiones confusas, deliberadas,

carentes, aunque ausentes, son virtuales y expandidas;

cuando despiertes, verás lo que te has perdido sin saber.

Creías estar alerta y expectante, a pesar de estar durmiente;

no cabe explicación a tu ceguera; te cubría un velo, quizás.

Solo el que busca tendrá, el que quiera ver, verá.

 


                                Isabel Canales

miércoles, 19 de marzo de 2025

VUELVO

 

VUELVO

Francisco Herrera López

 

Vuelvo a Granada

como vuelvo siempre y noto su vacío

inexplicable vacío, como el tiempo

es como una herida eterna

donde no hay sutura posible,

como una invisible trinchera

sin soldados que la expliquen.

Vuelvo con el vacío

en calles sin sus versos,

quizás Antonio Carvajal los guarde

o en el atardecer de la Alhambra.

Vuelvo como las golondrinas en primavera

buscando sus nidos,

yo encuentro el vacío de sus ojos,

nadie lo explica, ni sus calles,

es de esos vacíos eternos

como ese vacío también

de “En un lugar de cuyo nombre no quiero

acordarme”

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