Por primera vez en su vida, Elena, se sentía feliz. El puzzle que había
demorado tanto, al fin estaba formado.
El tiempo se le fue sumida en la
familia, y la tristeza siempre había sido su más fiel amiga. A su manera intentó
ser feliz bajo el manto de los sueños; pero por más que lo intentaba, no
encontraba destellos en su vida.
Un buen día se dio cuenta que, las piezas se habían caído por el suelo y
estaban colocadas de cualquier forma, e incluso sabía que no estaban todas.
A partir de ahí decidió, que tenia que encontrarlas como fuese. Y aunque
llena de dudas y temores, rompió con las normas patriarcales para encontrar por
el mundo, todas las risas y todos los momentos que les fueron negados. Elena,
empezó a estudiar con fervor, obteniendo una pieza entre sus manos, y otra
cuando cantaba en la iglesia o cuando hacía teatro catequizaba a los niños o
leía a los ancianos. También viajó por el mundo y trabajó con sus manos y creó
un cerco de amigos que parecían de antaño.
Ahora Elena, era feliz, la vida la había envuelto en un sonrosado manto,
porque al fin, siempre que llegaba a casa, su puzzle estaba formado.
Mª
del Carmen Rodríguez López
Febrero
de 2011 San Fernando.
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