Club de Letras UCA (Cádiz, Jerez de la Frontera y Algeciras)
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domingo, 10 de abril de 2016

Las claves del bienestar. El permanente esfuerzo por controlar el futuro.


26.- El permanente esfuerzo por controlar el futuro
                                     
Si analizamos con atención los impulsos que nos estimulan para que leamos libros de ciencia, de filosofía, de historia, de literatura o, simplemente, para que hojeemos las diferentes secciones de la prensa, podemos llegar a la conclusión de que, en realidad, lo que buscamos ansiosamente son pistas que nos orienten en el complicado laberinto del tiempo. Las noticias de episodios ya ocurridos  son claves que nos ayudan a pensar, a imaginar y a intuir la enredada madeja del mañana; son presagios que nos disponen a inventar, a crear, a calcular, a pronosticar  y, en definitiva, a controlar el futuro. El objetivo final es conocer qué nos va a ocurrir en ese camino, más o menos lejano, que aún nos queda por recorrer.

Decía Peter Handke que no somos otra cosa que preguntas contundentes y vivas, interrogantes repletos de las dudas inquietantes que provoca la propia existencia. Efectivamente, cada episodio diario, por muy anodino que a simple vista nos parezca, nos siembra dudas anhelantes que nos obligan mirar  con la intención de dominar la inquietud que provoca esa constatación de la soledad individual en medio de un mundo rodeado de sombras y de nubes amenazantes.

Ahí reside, como es sabido, no sólo la eficacia de los anuncios publicitarios sino también la capacidad persuasiva de los mensajes políticos y religiosos. Todos estos discursos se refieren preferentemente al futuro, todos son, en cierta medida, oráculos que responden a nuestra permanente búsqueda de sorpresas.  Y es que los planes, los programas, los proyectos, los presupuestos y los anuncios alimentan nuestras esperas y nuestras esperanzas y, en última instancia, responden, con mayor o con menor eficacia, a nuestra permanente pregunta: ¿qué nos va a ocurrir en un futuro más o menos lejano?

La verdad es que estamos en este mundo real y en otro irreal: el del instante presente y el que anticipamos, proyectamos e imaginamos, el que no está aquí, el de mañana. Este  es el que nos estimula y el que confiere sentido, en la doble acepción de la palabra, a nuestros trabajos, y el que nos permite sobrevivir. 


   José Antonio Hernández Guerrero                                     


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