En esta ocasión –queridos amigos- me propongo –os
propongo- que, al menos una vez, nuestro balance de final de año se reduzca al
recuento de los datos positivos, a los momentos efímeros pero saludables, en
los que nos hemos sentido contentos. Me refiero a aquellos comportamientos que,
sencillos y quizás espontáneos, nos han resultado gratificantes, saludables y
nutritivos.
Podríamos recordar, por ejemplo, las sensaciones
hondas que nos produjeron la contemplación, simplemente, de este cielo tan
azul, de este mar tan cambiante y de este clima tan suave. Me refiero a esos
hechos que, aunque ajenos a nuestra voluntad, favorecen nuestra
sobre-vivencia y nuestra con-vivencia.
Ya sé que suena a tópico excesivamente cursi, pero no
tengo más remedio que re-vivir, sobre todo, aquellas circunstancias concretas
en las que expresamos amor, cariño y amistad. Permitidme, por favor, que os
repita que os quiero. Un beso.
José Antonio Hernández Guerrero
1 comentario:
Es cierto que si hacemos un balance positivo, tendremos un referente esperanzador que ilumine nuestra vida. Nosotros también te queremos.
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