18.- La vida humana es una aventura y
una peregrinación
La mera prolongación de la vida humana entraña, en ocasiones, los
apasionantes alicientes y los imprevistos riesgos de las aventuras. Por eso, la
supervivencia ha de estar permanentemente estimulada por la esperanza y por la
ilusión de la sorpresa, esos motores que nos impulsan para que sigamos
caminando, para que superemos obstáculos, para que venzamos la pereza y
derribemos las barreras.
Pero la vida humana está envuelta en nubes oscuras que nos ocultan,
ensombrecen o desfiguran las señales que deben orientar nuestros pasos. Por muy
lúcida que sea nuestra mirada, por mucha inteligencia de la que estemos
dotados, por mucha información que almacenemos, siempre corremos el riesgo de
despistarnos y de equivocar el camino. Todos sentimos dudas y todos nos
apoyamos, de manera consciente o inconsciente, en convicciones religiosas, en
creencias políticas, en prácticas supersticiosas o en ritos mágicos.
Nuestro recorrido vital posee un estrecho parecido con las peregrinaciones,
esos trayectos esperanzados hacia el misterio, esas búsquedas reiteradas de
salvación que, a veces, hacen que nos apoyemos en la realidad para comprender
la irrealidad y, contrariamente, que, mediante la fantasía, empleemos la
irrealidad para conocer la realidad. Y es que el pensamiento, por muy racional
que sea, no es suficiente para comprender el misterio humano.
José Antonio Hernández Guerrero
1 comentario:
Estoy de acuerdo en que "el pensamiento por muy racional que sea, no es suficiente para comprender el misterio humano", y que precisamente esa carencia es la que nos mantiene en alerta, con los ojos abiertos, para encontrar cualquier rendija en ese misterio que nos permita avanzar en nuestra vida.
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