Club de Letras UCA (Cádiz, Jerez de la Frontera y Algeciras)
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lunes, 8 de abril de 2019

Pedro Pérez Clotet y Villaluenga del Rosario



DISCURSO

“PEDRO PÉREZ-CLOTET Y VILLALUENGA DEL ROSARIO”

Por José Antonio Hernández Guerrero

Para hablar de Pedro Pérez-Clotet es inevitable que nos refiramos a Villaluenga del Rosario. Para referirnos a Villaluenga del Rosario no hay más remedio que hablar de Pedro Pérez-Clotet. Villaluenga es la tierra, el aire, la fuente y el germen de su obra literaria.

Recordemos que aquí nació Pedro Pérez-Clotet en 1902, el mismo año que Rafael Alberti y Luis Cernuda.

Sí, el pueblo de Villaluenga y su paisaje explican la vida y la poesía de Pedro Pérez-Clotet. Este rincón constituye la clave imprescindible para interpretar, para valorar y para disfrutar los mensajes que él nos transmite. El poeta lo declara de manera rotunda en su libro Bajo la voz amiga:

Blanco, tímido diminuto, como caído de la sierra por azar, sin raíces que lo amarren a la tierra, parece este lindo pueblo de papel -de un infantil `belén´ de todo el año-, abierto en la abrupta bandeja del paisaje”.

Y, en una de sus visitas literarias al poeta Francisco Montero Galvache, le manifiesta:

Trabajo mucho y descansadamente, sin prisas… […] Busco, en todo, la verdad, y de aquí, sin duda, el título de mi inmediata obra: Presencia fiel. Fidelidad a mi ambiente y a mis orientaciones de toda de toda mi vida. Mi paisaje, mis lecturas, mi línea de creación, en una palabra.

Y el poeta Gerardo Diego manifiesta:

Envidiamos la suerte de Pedro Pérez-Clotet. El poeta gaditano, tan noble, recoleto, hondo, en su Villaluenga del Rosario gaditana… viviendo entre sus labriegos y sus libros, conversando con los árboles y con las estrellas, produciendo sin prisa ni vanagloria, puliendo sus prosas marginales o poemáticas, depurando, quintaesenciando sus versos, empavonándolos de un oscuro eco de resplandor viril y esencial.

Sin duda alguna, como han reconocido todos los críticos, Pedro Pérez-Clotet es un poeta del paisaje, de este paisaje de Villaluenga del Rosario. En sus once libros de verso encontramos referencias paisajísticas y en algunos de ellos es el tema central como, por ejemplo, en Signo del Alba, A orillas del silencio y Presencia soñada.
Juan de Dios Ruiz Copete señala que la clave del tema paisajístico en su poesía hay que buscarla en “su contacto virgen y elemental con la naturaleza”.

Yo intento profundizar algo más y me pregunto:

¿qué función poética desempeña el paisaje en la obra de Pérez-Clotet?
¿Qué significado encierra este paisaje?
¿Qué valores simbólicos éticos, religiosos y estéticos le asigna?

Porque, como todos sabemos, a través de ese uso poético, el autor nos descubre su mundo interior: sus sentimientos y sus emociones, sus convicciones y sus actitudes profundas ante la vida.

En primer lugar, para Pedro Pérez.Clotet el paisaje es un motivo estético, un asunto literario. Fíjense cómo pinta la tierra, el río y el cielo de Villaluenga.

La tierra

En esta la tierra del campo apoya su existencia y encierra su tiempo: su ayer, su presente y su mañana:

Campo del ayer perdido
en fuga de adolescente
pesaroso del presente
y del mañana transido… [3]

Ese terreno, es “cristal florecido” [39] por la fuerza transformadora de la sensibilidad juvenil, pero, poco a poco, va perdiendo sus encantos por la visión desmitificadora del hombre adulto que contempla la acción erosiva del tiempo:

Ya no se ven los ojos
por tu arroyo de plata,
ni el sol finge en el monte
una ciudad dorada.

Ya eres sólo un pedazo
de esa tierra desnuda,
fea y árida,
donde el hombre deshoja,
rosa de yelo, el alma.

¿En dónde te escondiste
paisaje de la infancia”         
                        Trasluz: 18

En medio del campo sitúa Villaluenga, su “pobre aldea”, “piña de miel”, “alba barquita velera”.

Pero esa tierra es, sobre todo, la sierra, imponente espectáculo que el poeta contempla desde su hogar:

Lisa y vulgar abajo, en cales,
talla sus miembros en la altura,
fingiendo azul arquitectura
con plata y brillo de cristales [34]

Pero, es que, además, la sierra, ese escenario de la lucha que libran las luces y las sombras de cada amanecer, se transfigura en regata de bajeles [38] o en lucientes monedas de oro. [45]

Sobre el suelo, se distribuyen armónicamente escasos elementos: unas flores -las rosas- y varios árboles -pino, ciprés, chopo, álamo, sauce y encinas-. Incluso llora al árbol caído:

¡Oh, qué triste música,
viejo árbol en el suelo!

Antes, las tiernas aves
te colgaban su acento
más claro, sus más dulces
albas, y su voz de oro
te regalaba el cielo.

En cambio, ¡Oh pobre árbol!
en tu ramaje seco
sólo vibra ahora un coro
de pájaros de hierro,
que se pierde en el bosque
como un negro lamento.

¡Qué triste, sí, tu música,
viejo árbol en el suelo”                   

                        Trasluz: 65.

El río es creación y recreación del poeta porque...

… a pesar de que, en la realidad geográfica, el río sólo lleva agua en época de lluvias, Pedro Pérez-Clotet lo crea o lo recrea aprovechándose de la oscuridad de la noche: lo pinta como una corriente de aguas que discurren entre un cauce profundo formado por las montañas y sobre el que flota el pueblo:

Cauce hondo, río de sombra
entre márgenes de acero. [15]

El río es también un complemento decorativo que cumple la función de adornar la noche:

Junto al río
-collar de plata
de la noche-;
junto al río,
dormido en los pinares
lleno de estrellas
y soñando
-sueño azul-
con el beso frío
de los mares…[17]

Y es también un reclamo para llamar a la amada:

Arroyitos de plata
te dan mi corazón [41]

Pedro Pérez-Clotet pinta la fuerza sugeridora del río por medio de la imagen vigorosa de un caballo:
Corcel de cristal y plata
en oro de fina arena,
áureas chispas destellando
de pedernales de estrellas [24]

Y el río le sirve, incluso, de símbolo sintético en el que engloba los tres elementos fundamentales del paisaje: cielo, agua y tierra:

Agua y cielo son su carne,
su alimento las estrellas,
piedra del camino, freno,
nieve de la sierra, espuela  [24]

El río representa la libertad del brazo desnudo de la amada:

Sólo tu brazo, errante, desnudo, como un río
de nieve, libertado
del diamante y la seda
que ahogaba los caminos de tu cuerpo.

                            A la sombra de mi vida: 91

El río es, además, ese sueño de un “mar lejano”, que despierta sentimientos de esperanza hacia un amor seguro. Él lo canta en el libro Como un sueño:

¡Oh mar hondo, lejano
-cierto amor-, que me llenas
con tu ardiente murmullo
de invisible esperanza!  [89]

¿Y el cielo?

Del cielo de Villaluenga Pérez-Clotet destaca siempre el valor lumínico del firmamento tanto de la mañana como del pleno día o de la tarde. Incluso, para pintar la noche, escoge la más luminosa de todo el año: la noche de San Juan.

¡San Juan –San Pedro-,
noche ancha, noche clara
De deseos!
Azul profundo, distante
lleno de estremecimientos.
Bengalas de olor de auroras
en los balcones del cielo.  [19]

Pero fíjense cómo el cielo es la aspiración suprema o, mejor, el resumen de la vida humana, por eso, para dibujarlo utiliza imágenes tomadas de los otros dos planos: de la tierra y del río. El cielo, en pleno día, le evoca un campo de abundante cosecha, cargado de “gavillas doradas”, le sugiere el discurrir de un ancho río, tanto durante el día “encendido”, como durante la noche “estrellada”.

Los elementos de su cielo son el sol, la luna, las estrellas y las nubes. El sol, que ocupa un lugar central, desempeña diferentes papeles según los distintos momentos del día: por la mañana, luchador; en el mediodía, lámpara; por la tarde, corcel; fuego y oro, en el ocaso.

La luna, además de decorar el ambiente “con su bálsamo suavísimo de rosa”, es guía orientadora en la “regata de las estrellas” y, a veces, explica simbólicamente otro elemento del paisaje:

Bajo el ciprés
-ataúd de la luna-  [17]

Las estrellas, antorchas nocturnas, suavizan en ocasiones, y en otras intensifican el dolor de la noche. Pueden, incluso, alcanzar tonos sangrientos:

Salpicaduras de sangre
se abren rojas en el cielo
las estrellas.  [20]

Con docilidad de rebaño o de “manada” se ocultan a la voz de la alborada y llegan a perecer ahogadas por la luz de la luna:

Mas se ahogó la estrella
de luna, en huida,
y quedó la alberca
más sola y cautiva,
con negra nostalgia
de la luz perdida.  [42]

Las nubes, finalmente, prestan al poeta la blancura y su forma ondulada para simbolizar sus aspiraciones profundas, sus deseos de superación, su altura de miras y, por lo tanto, búsqueda de unas metas trascendentes. (33)

Gracias a los libros escritos por Pedro Pérez-Clotet y a la revista Isla fundada y dirigida por él, Villaluenga del Rosario ocupa un espacio privilegiado en la Geografía poética hispanoamericana y un lugar importante en la Historia de la Literatura. Poetas tan importantes como Miguel Hernández, Carlos María de Vallejo, Vicente Aleixandre, Vicente Carrasco, Jorge Guillén, Max Aub, Juan Sierra, Gerardo Diego, Leopoldo Panero o Dámaso Alonso, no sólo unieron sus voces a la de su amigo Pedro, sino que expresaron en reiteradas ocasiones sus elogios a este rincón propicio para la meditación, para el deleite y para la creación artística y literaria. Por eso, queridos amigos, hablar de Pedro Peréz-Clotet es inevitablemente, referirnos a Villaluenga del Rosario.


Villaluenga del Rosario, 15 de febrero de 2019

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