DISCURSO
“PEDRO PÉREZ-CLOTET Y VILLALUENGA DEL
ROSARIO”
Por José Antonio
Hernández Guerrero
Para hablar de
Pedro Pérez-Clotet es inevitable que nos refiramos a Villaluenga del Rosario.
Para referirnos a Villaluenga del Rosario no hay más remedio que hablar de
Pedro Pérez-Clotet. Villaluenga es la tierra, el aire, la fuente y el germen de
su obra literaria.
Recordemos que aquí
nació Pedro Pérez-Clotet en 1902, el mismo año que Rafael Alberti y Luis
Cernuda.
Sí, el pueblo de
Villaluenga y su paisaje explican la vida y la poesía de Pedro Pérez-Clotet.
Este rincón constituye la clave imprescindible para interpretar, para valorar y
para disfrutar los mensajes que él nos transmite. El poeta lo declara de manera
rotunda en su libro Bajo la voz amiga:
Blanco, tímido
diminuto, como caído de la sierra por azar, sin raíces que lo amarren a la
tierra, parece este lindo pueblo de papel -de un infantil `belén´ de todo el
año-, abierto en la abrupta bandeja del paisaje”.
Y, en una de sus
visitas literarias al poeta Francisco Montero Galvache, le manifiesta:
Trabajo mucho y
descansadamente, sin prisas… […] Busco, en todo, la verdad, y de aquí, sin
duda, el título de mi inmediata obra: Presencia fiel. Fidelidad a mi ambiente y
a mis orientaciones de toda de toda mi vida. Mi paisaje, mis lecturas, mi línea
de creación, en una palabra.
Y el poeta Gerardo
Diego manifiesta:
Envidiamos la
suerte de Pedro Pérez-Clotet. El poeta gaditano, tan noble, recoleto, hondo, en
su Villaluenga del Rosario gaditana… viviendo entre sus labriegos y sus libros,
conversando con los árboles y con las estrellas, produciendo sin prisa ni
vanagloria, puliendo sus prosas marginales o poemáticas, depurando, quintaesenciando
sus versos, empavonándolos de un oscuro eco de resplandor viril y esencial.
Sin duda alguna,
como han reconocido todos los críticos, Pedro Pérez-Clotet es un poeta del
paisaje, de este paisaje de Villaluenga del Rosario. En sus once libros de verso
encontramos referencias paisajísticas y en algunos de ellos es el tema central
como, por ejemplo, en Signo del Alba, A orillas del silencio y
Presencia soñada.
Juan de Dios Ruiz
Copete señala que la clave del tema paisajístico en su poesía hay que buscarla
en “su contacto virgen y elemental con la naturaleza”.
Yo intento
profundizar algo más y me pregunto:
¿qué función
poética desempeña el paisaje en la obra de Pérez-Clotet?
¿Qué significado
encierra este paisaje?
¿Qué valores
simbólicos éticos, religiosos y estéticos le asigna?
Porque, como todos
sabemos, a través de ese uso poético, el autor nos descubre su mundo interior:
sus sentimientos y sus emociones, sus convicciones y sus actitudes profundas
ante la vida.
En primer lugar,
para Pedro Pérez.Clotet el paisaje es un motivo estético, un asunto literario.
Fíjense cómo pinta la tierra, el río y el cielo de Villaluenga.
La tierra
En esta la tierra
del campo apoya su existencia y encierra su tiempo: su ayer, su presente y su
mañana:
Campo del ayer
perdido
en fuga de
adolescente
pesaroso del
presente
y del mañana
transido… [3]
Ese terreno, es
“cristal florecido” [39] por la fuerza transformadora de la sensibilidad
juvenil, pero, poco a poco, va perdiendo sus encantos por la visión desmitificadora
del hombre adulto que contempla la acción erosiva del tiempo:
Ya no se ven los
ojos
por tu arroyo de
plata,
ni el sol finge en
el monte
una ciudad dorada.
Ya eres sólo un
pedazo
de esa tierra
desnuda,
fea y árida,
donde el hombre
deshoja,
rosa de yelo, el
alma.
¿En dónde te
escondiste
paisaje de la
infancia”
Trasluz: 18
En medio del campo
sitúa Villaluenga, su “pobre aldea”, “piña de miel”, “alba barquita velera”.
Pero esa tierra es,
sobre todo, la sierra, imponente espectáculo que el poeta contempla desde su
hogar:
Lisa y vulgar
abajo, en cales,
talla sus miembros
en la altura,
fingiendo azul
arquitectura
con plata y brillo
de cristales [34]
Pero, es que,
además, la sierra, ese escenario de la lucha que libran las luces y las sombras
de cada amanecer, se transfigura en regata de bajeles [38] o en lucientes
monedas de oro. [45]
Sobre el suelo, se
distribuyen armónicamente escasos elementos: unas flores -las rosas- y varios
árboles -pino, ciprés, chopo, álamo, sauce y encinas-. Incluso llora al árbol
caído:
¡Oh, qué triste
música,
viejo árbol en el
suelo!
Antes, las tiernas
aves
te colgaban su
acento
más claro, sus más
dulces
albas, y su voz de
oro
te regalaba el
cielo.
En cambio, ¡Oh
pobre árbol!
en tu ramaje seco
sólo vibra ahora un
coro
de pájaros de
hierro,
que se pierde en el
bosque
como un negro
lamento.
¡Qué triste, sí, tu
música,
viejo árbol en el
suelo”
Trasluz: 65.
El río es creación y recreación del poeta porque...
… a pesar de que,
en la realidad geográfica, el río sólo lleva agua en época de lluvias, Pedro
Pérez-Clotet lo crea o lo recrea aprovechándose de la oscuridad de la noche: lo
pinta como una corriente de aguas que discurren entre un cauce profundo formado
por las montañas y sobre el que flota el pueblo:
Cauce hondo, río de
sombra
entre márgenes de
acero.
[15]
El río es también
un complemento decorativo que cumple la función de adornar la noche:
Junto al río
-collar de plata
de la noche-;
junto al río,
dormido en los
pinares
lleno de estrellas
y soñando
-sueño azul-
con el beso frío
de los mares…[17]
Y es también un
reclamo para llamar a la amada:
Arroyitos de plata
te dan mi corazón [41]
Pedro Pérez-Clotet
pinta la fuerza sugeridora del río por medio de la imagen vigorosa de un
caballo:
Corcel de cristal y
plata
en oro de fina
arena,
áureas chispas
destellando
de pedernales de
estrellas [24]
Y el río le sirve,
incluso, de símbolo sintético en el que engloba los tres elementos
fundamentales del paisaje: cielo, agua y tierra:
Agua y cielo son su
carne,
su alimento las
estrellas,
piedra del camino,
freno,
nieve de la sierra,
espuela [24]
El río representa
la libertad del brazo desnudo de la amada:
Sólo tu brazo,
errante, desnudo, como un río
de nieve, libertado
del diamante y la
seda
que ahogaba los
caminos de tu cuerpo.
A la sombra de mi vida: 91
El río es, además,
ese sueño de un “mar lejano”, que despierta sentimientos de esperanza hacia un
amor seguro. Él lo canta en el libro Como
un sueño:
¡Oh mar hondo,
lejano
-cierto amor-, que
me llenas
con tu ardiente
murmullo
de invisible
esperanza! [89]
¿Y el cielo?
Del cielo de
Villaluenga Pérez-Clotet destaca siempre el valor lumínico del firmamento tanto
de la mañana como del pleno día o de la tarde. Incluso, para pintar la noche,
escoge la más luminosa de todo el año: la noche de San Juan.
¡San Juan –San
Pedro-,
noche ancha, noche
clara
De deseos!
Azul profundo,
distante
lleno de
estremecimientos.
Bengalas de olor de
auroras
en los balcones del
cielo. [19]
Pero fíjense cómo
el cielo es la aspiración suprema o, mejor, el resumen de la vida humana, por
eso, para dibujarlo utiliza imágenes tomadas de los otros dos planos: de la
tierra y del río. El cielo, en pleno día, le evoca un campo de abundante
cosecha, cargado de “gavillas doradas”, le sugiere el discurrir de un ancho
río, tanto durante el día “encendido”, como durante la noche “estrellada”.
Los elementos de su
cielo son el sol, la luna, las estrellas y las nubes. El sol, que ocupa un
lugar central, desempeña diferentes papeles según los distintos momentos del
día: por la mañana, luchador; en el mediodía, lámpara; por la tarde, corcel;
fuego y oro, en el ocaso.
La luna, además de
decorar el ambiente “con su bálsamo suavísimo de rosa”, es guía orientadora en
la “regata de las estrellas” y, a veces, explica simbólicamente otro elemento
del paisaje:
Bajo el ciprés
-ataúd de la luna- [17]
Las estrellas,
antorchas nocturnas, suavizan en ocasiones, y en otras intensifican el dolor de
la noche. Pueden, incluso, alcanzar tonos sangrientos:
Salpicaduras de
sangre
se abren rojas en
el cielo
las estrellas. [20]
Con docilidad de
rebaño o de “manada” se ocultan a la voz de la alborada y llegan a perecer
ahogadas por la luz de la luna:
Mas se ahogó la
estrella
de luna, en huida,
y quedó la alberca
más sola y cautiva,
con negra nostalgia
de la luz perdida. [42]
Las nubes,
finalmente, prestan al poeta la blancura y su forma ondulada para simbolizar
sus aspiraciones profundas, sus deseos de superación, su altura de miras y, por
lo tanto, búsqueda de unas metas trascendentes. (33)
Gracias a los
libros escritos por Pedro Pérez-Clotet y a la revista Isla fundada y dirigida
por él, Villaluenga del Rosario ocupa un espacio privilegiado en la Geografía
poética hispanoamericana y un lugar importante en la Historia de la Literatura.
Poetas tan importantes como Miguel Hernández, Carlos María de Vallejo, Vicente
Aleixandre, Vicente Carrasco, Jorge Guillén, Max Aub, Juan Sierra, Gerardo
Diego, Leopoldo Panero o Dámaso Alonso, no sólo unieron sus voces a la de su
amigo Pedro, sino que expresaron en reiteradas ocasiones sus elogios a este
rincón propicio para la meditación, para el deleite y para la creación
artística y literaria. Por eso, queridos amigos, hablar de Pedro Peréz-Clotet
es inevitablemente, referirnos a Villaluenga del Rosario.
Villaluenga del Rosario, 15 de febrero de 2019
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