Según
cuentan las crónicas del siglo XIX, la fama de Pepe Espronceda con sus amigos y
conocidos, le sobrevenía por el gran corazón que tenía con sus vecinos y
conciudadanos de Madrid. Político y periodista de marcado estilo liberal, su
figura pública también se distinguía por ser un donjuán byroniano que solía
investir sus charlas y comentarios con citas a Lord Byron.
Siempre
iba muy bien arreglado y a la moda de la época, vistiendo trajes de color
negro, chalecos, camisas blancas, lazos y pajaritas. En las reuniones públicas
se mofaba de la sociedad, tachándola de superficial e hipócrita que no ayudaba
al desfavorecido y se gastaban “los cuartos” en fiestas insulsas.
Se
dice que cuando Madrid se infectó con el cólera, Espronceda se dedicó a cuidar
enfermos y consolar a los moribundos. Su muerte por difteria, le llegó
demasiado pronto y su amada con la que estaba a punto de casarse, así como sus
amistades, lloraron su pérdida.
¡Salve
al poeta romántico!
Vicente Muñoz
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