Temblorosa y consecuente
ramito de azahares que lloran
la tierra que espera sangre
cuerpos sin vidas
tiembla, cómo tiembla la poesía,
detrás de una guerra viene otra
otra, otra y otra guerra
el hombre no las extingue, no aprende
quiere sangre y siempre inocente
como si fueran copos de nieve
que se disuelven y nada queda
son los muertos de las guerras
un numero para la prensa,
estadística para los historiadores
y lamento y recuerdo del dolor.
Tiembla, hasta el pulso tiembla
Cómo no va a temblar ¡cómo no!
Si los niños son azucenas perecederas.
¿No se pueden parar las guerras?
¿En nombre de qué dios las hacen?
¿O por kilómetros de vil tierra?
¿Qué aspiran al exterminio?
Y luego cantar y celebrar la victoria.
La poesía tiembla y temblará siempre.
Francisco Herrera
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