Acto de Apertura del Curso 2018-2019 del Club de Letras de la UCA
La Línea de la Concepción
María Teresa León
La
escasa resonancia pública de la figura de la escritora María Teresa León
(1904-1988) en el horizonte literario de la Generación del 27, estriba, a mi
juicio, en la reducida importancia que ella se dio a sí misma y, sobre todo, en
la exigua atención que le prestaron los escritores y las escritoras que la
rodeaban. Hemos de reconocer, sin embargo, que fue una mujer comprometida que
se lanzó a la vida sin miedo en un tiempo conflictivo y que se enfrentó con
serenidad, con valentía y con éxito, a críticas despiadadas y a costumbres
atávicas. Recordemos que unió su vida a la de Rafael Alberti a quien acompañó
durante la Guerra Civil y le siguió al exilio por Francia, Argentina e Italia,
pagando el elevado precio de permanecer sumergida bajo la potente corriente pública de su marido.
La
estatura humana, la grandeza moral y la calidad literaria de esta mujer se
ponen de manifiesto en sus correrías para llevar la cultura por los pueblos, en
sus gestos al salvar de la destrucción a miles de cuadros y de libros, y, sobre
todo, en las obras literarias de diversos géneros que publicó como, por
ejemplo, la autobiografía (Memoria de la melancolía), la novela (Contra viento y marea, Juego limpio),
los relatos breves (Las peregrinaciones de Teresa, Fábulas del tiempo amargo),
las biografías noveladas (Don Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, Doña
Jimena Díaz de Vivar, gran señora de todos los deberes), el ensayo (La historia
tiene la palabra) y sus diversas actividades teatrales como actriz, directora y
autora. La figura de esta mujer trabajadora, sobria y sencilla, resulta
especialmente ejemplar y atractiva en el horizonte de la Letras donde, entonces
y ahora, abundan los presuntuosos y los presumidos que sólo sueñan con exhibir
el humo efectista o el fuego fatuo de
sus improvisadas recreaciones.
José Antonio Hernández Guerrero
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